martes, 8 de septiembre de 2015

    Sobre el artista “espectáculo” y la realidad de su obra.



     ¿Ser un payaso de ocasión (con todo mi respeto a los payasos de profesión) acredita para ser considerado “un artista”?  ¿O debe haber algo más, como por ejemplo, una obra coherente y personal que justifique tal consideración?  Transcribo fragmentos de un reportaje realizado a un ex director de la Tate de Londres, con el que coincido plenamente -entre otras cosas- en que “no hay arte sin idea detrás, no hay arte estúpido”.




     "El valenciano Vicente Todolí es uno de los nombres clave en el mundo del arte contemporáneo. En círculos artísticos es mundialmente conocido por haber sido director de uno de los museos más importantes del planeta, la Tate Modern Gallery de Londres —museo al que relanzó durante su mandato—, aunque antes había dirigido también centros como el IVAM de Valencia o el Serralves de Oporto. Tras su etapa en la Tate, decidió dejar la dirección de museos y rechazó diversas ofertas al efecto, para regresar a su población natal, el pequeño y tranquilo pueblo de Palmeras, en Valencia. Desde allí, ejerce como asesor para diversas fundaciones y artistas de renombre, tanto en España como en el extranjero.
(…)
Hablando de escándalos, ¿crees que hay artistas que piensan más en las portadas de los periódicos, en escandalizar, que en las propias exposiciones en los museos?

Sí, es una estrategia que ha existido desde Salvador Dalí. Él la inició, Andy Warhol la continuó y de hecho la exposición de la que te hablaba, Pop Life, iba precisamente sobre esto, sobre las estrategias que utilizan muchos artistas para hacer que su obra tenga un mayor impacto, que cause el “épater le bourgeois”. Los dadaístas también eran provocadores natos. Sí, hay una constante a partir del dadá y el surrealismo. La famosa foto de Benjamin Péret insultando a un cura que pasa por allí… hay un elemento subversivo en algunos artistas.

¿Crees que se recordará más al personaje de Dalí incluso que a sus pinturas?

Organicé una exposición en la Tate que se llamaba Dali & Film, que incidía, como valores más consistentes de su obra, precisamente en su relación con el cine —Buñuel, etc.—, en su tendencia a subvertir las imágenes —las primeras pinturas, las de los años treinta sobre todo— y en su papel como “perfomer”.

Era su propio publicista.

Dalí era… montando esta exposición, hablaba con el taxista que le llevaba siempre, y me decía: “Dalí era un señor normal, de aquí, de Figueres. Ahora bien, en cuanto parábamos el taxi, veía gente y abría la puerta, se transformaba y era otra persona”.  Sí, se inventó un personaje.

Su personaje era su gran obra.

Sí, era su gran obra, al margen de que tenga también grandes pinturas, sobre todo a final de los años treinta. Y también su relación con el cine, que ha tenido una gran influencia sobre directores como David Lynch: Eraserhead no se entendería sin Dalí. Habrá artistas especialistas en crearse una marca pero cuya obra no corresponda, no acompañe, que no haya una obra detrás. Pero en el caso de artistas como Andy Warhol, la obra sí acompaña. El que Warhol se creara una persona pública, ese personaje sin el cual no entiendes la obra, no quiere decir que no haya obra detrás.

Quizá se da más en épocas más próximas, o al menos me da la impresión, de que existen unos cuantos casos en que no hay una obra detrás.

Sí, incluso muy recientemente. Gente imitando estrategias de otros artistas que sí tienen una obra importante, pero cuando ves su propia obra dices: es una caricatura, es un quiero y no puedo.

¿Es eso culpa de los medios, por hablar del arte sólo cuando es un escándalo?

Exactamente. Eso es lo que hicieron los Young British Artists (un grupo de artistas británicos que se dieron a conocer principios de los 90, N. del R.), con la exposición Sensation; querían ocupar las portadas de los tabloides. La popularización del arte contemporáneo en el Reino Unido, sobre todo en Londres, se debe en gran parte a esto. Antes era inimaginable que algo relacionado con el arte ocupara una portada. Es una estrategia de penetración.

¿Es una estrategia beneficiosa o al final es perjudicial porque trivializa el arte?

Creo que lo trivializa. Dalí decía: “Lo que me importa no es lo que escriben, sino cuánto escriben”. Pero sí, yo soy muy partidario del silencio, generalmente el ruido me molesta y de hecho casi todos los artistas con los que he trabajado pertenecían más al mundo del silencio, aunque también he trabajado mucho con Maurizio Cattelan, que es justo lo contrario.

Hablamos de estrategias de penetración y de popularizar, ¿crees que hay una barrera entre el arte y el gran público?

La barrera es que muchas veces este gran público llega al museo ya convencido, llega ya con la boca abierta, desaparece su capacidad crítica. El arte te enseña a ser crítico, a que tengas tu propia visión y te montes tu propia historia. Alguien que por toda la publicidad y todo el ruido que se ha creado alrededor de un artista o una exposición, llega como si fuera a ver a un santo… esto, para mí, es contraproducente. Prefiero a alguien que diga “por aquí no paso”, y es legítimo. Me parece una relación más sana con el arte.

¿Crees que el arte contemporáneo sufre muchos ataques injustificados?

Creo que siempre los sufrió, porque todo el arte siempre fue contemporáneo alguna vez. Los escándalos en el arte siempre han sucedido.

Sí, pero parece que la pátina de polvo sobre un cuadro, por ejemplo, lo legitima.

Los años. Dieter Roth decía: “Mira, una obra que consideres muy mala, muy mala, si la dejas ahí en el estudio durante veinte o treinta años, llegará un momento en que parecerá buena” (risas). (…)  Lo importante es, primero, quién tiene el diseño: no hay arte sin idea detrás, no hay arte estúpido. Lo otro, el arte sin ideas, serían copistas o artesanado. Lo importante es quien tiene la idea y quien le da corporeidad, porque es quien decide cómo ejecutarla: “aquí utilizamos temple, aquí utilizamos óleo, o acrílico, o vídeo, o performance”. El arte es inmaterial, y el artista es quien decide qué cuerpo toma, cuál es la mejor materialidad para ese concepto de obra. (…)

Entrevista de E. J. Rodriguez publicada en Jotdown – contemporary cultura mag








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