Un nuevo
derrumbe en mi taller (estaba buscando lo
que quedó de un mazo de cartas que fuera diezmado por mis máscaras) puso en
mis manos material viejo que reseña el intercambio de mails que precedió a la
venta de Que dios detrás de Dios la trama empieza…
La persona
que finalmente lo adquirió vivía en Córdoba,
y tras ponernos de acuerdo vía internet, viajó desde su provincia hasta mi casa
para concretar la operación. Hasta el
día de hoy sigo sorprendida de la cantidad de molestias que se tomó para
hacerse con mi obra. Ya conmigo (vivía yo por entonces en un departamento de
primer piso por escalera) le mostré algunas otras obras y terminó comprando
también Estudio sobre la Dominación (obra de la que me han quedado sólo fotografías espantosas).
Con el
correr del tiempo quise volver a contactarla, pero la mudanza a dónde vivo
ahora y el creciente amontonamiento de mi reducido taller actual, hizo que
perdiera registro de sus datos. Ayer por
casualidad di con mis apuntes en uno de mis cuadernos de trabajo y hasta recuperé
la data de lo que había comentado ella en su propio blog sobre este asunto:
https://cuarentaypico.wordpress.com/2006/07/28/quiero-este-cuadro/
Nueve
años después (cómo corre el tiempo, es
una vulgaridad pero así de cierto) revivo la emoción que fue su interés por
mi trabajo y esa sensación que me dejó en el alma de que no estaba haciendo las
cosas tan mal si provocaba que alguien se tomara un avión para reunirse con mi
obra. Sé que entonces le di las gracias
en persona, y por si esto llega hasta ella hoy, tanto tiempo después, le sigo
muy agradecida. Uno puede creer en el por
qué hace las cosas que hace, tener esa íntima convicción que nos justifica,
pero que alguien más lo crea… ¡es como haber llegado a algún lado!
Espero
que no haya cambiado su mail, que este recuerdo la alcance y le provoque aunque
sea una sonrisa de grata remembranza. Y si están
ahí, con ella aun, le comente a Que dios… y a Estudio… que desde Lanús se les manda saludos.
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