Como tantas otras veces, le envié por mail
a una amiga –redactora de oficio y profesión- el texto tentativo de un catálogo
para su consejo. La idea es distribuirlo al público durante la exhibición de mis Bandejas
Enmascaradas. Le comento la
posibilidad de un tríptico, con la #12 en la tapa, montaje de fragmentos y
máscaras base para la contratapa y detalles de las once bandejas restantes
insertas entre el texto. Algo así:
#12
(tapa)
(contratapa)
(Interior / texto)
# 1
Las doce obras que componen la serie “Bandejas
Enmascaradas” responden a una discusión: ¿alcanza con hacer obras pequeñas y simples y ponerlas a la venta a un
precio muy bajo para lograr que un artista trascienda y venda masivamente su
trabajo? En lo personal creo que la respuesta
es un contundente NO.
# 2
Pero en la discusión que inició la serie
me porfiaron mi ignorancia tinta de testarudez, alegando en mi contra la (¿irrevatible?) prueba de que muchas
galerías de Buenos Aires están dedicando su espacio a obras pequeñitas que
valúan al equivalente de cuatro hamburguesas con queso en combo con papas
fritas grandes.
# 3
¿La mera accesibilidad (tamaño, movilidad,
precio) es lo único que determina el “consumo” (“éxito” en parámetros del
mercado) de una obra de arte?
# 4
Sigo contestando: NO. Pero también
sigue siendo verdad que las galerías de moda no coinciden con mi opinión y
descuelgan de sus paredes imponentes bastidores de dos metros de lado para
reemplazarlos por una cincuentena prolija de telitas de 15X15.-
# 5
En resumen: de esa discusión surgió el
desafío: hacer una docena de obras “menores”
para poner a la venta a valor bajo y uniforme.
En alguna parte sé que acepté limitarme a un tamaño pero que dificultaba
la simpleza...
# 6
Después el asunto del low cost intrínseco de cada
obra se volvió un chiste personal.
Varias de mis Bandejas Enmascaradas tienen en su
composición (lacas, craquelantes y pátinas; cintas, pompones y cascabeles; partituras, cartas y estampillas) una
inversión en materiales similar a su precio de venta.
# 7
Pero nada de esto se trata de si es o no
un “negocio rentable” para el
artista, sino si el eventual espectador adquiere una obra de arte sólo porque
le resulta “barata” o “cómoda para el traslado” o si entra
en juego algo más (¿la capacidad de la
obra de conmoverlo, quizá?).
# 8
Las Bandejas Enmascaradas son una
experiencia de campo, mi modo de corroborar en los hechos si la mera
accesibilidad pesa sobre la emoción estética al momento de motivar una compra
de arte.
# 9
Y ver también –en la hipótesis de que alguna de ellas efectivamente se venda-
cual de mis Bandejas prima sobre las otras, ya que a igualdad de precio el
espectador deberá optar privilegiando en exclusiva su más íntimo disfrute.
#10
Será interesante –al menos para mí- quien
tenía la razón en aquella discusión.
# 11
Mi amiga me contesta en otro
mail: “¿Te volviste completamente LOCA?”. Y ya llevo 15 horas intentando comprender en
qué estoy mal. Y no me doy cuenta
todavía…
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