viernes, 2 de noviembre de 2012

  


RAGNAROK NEWS

      Probablemente ya lo haya dicho en este blog, probablemente porque es algo que he escrito demasiadas veces en mis diarios en papel. Lo digo siempre. Estoy absolutamente convencida: en el quehacer creativo NO EXISTE la inspiración, hasta que… EXISTE. Es así de simple y de contradictorio. La inspiración no está en las horas y horas de trabajo físico, en la búsqueda empecinada, en la lucha cotidiana por capturar imágenes, sonidos, sentidos. No está en la frustración diaria de no lograr decir lo que se quiere, en no hacernos entender, en vivir a contramano. No está en los fracasos, en los rechazos, en las derrotas. No está en el preguntarnos (¡tan seguido!) para qué seguimos haciendo esto si realmente no estamos yendo para ningún lado. La obstinación en el error es más error, no iluminación. 

      Y entonces, sólo para ser la excepción que confirma la regla, la estúpida inspiración está ahí, espléndida, deslumbrante, vital. Sin que sepamos como fue o de donde vino, está la idea, la imagen, el sonido, el ritmo, la lógica de todo. De golpe vemos como si ya estuviera consumada la idea exacta de lo que tenemos que hacer y de cómo hacerlo. Es, con una contundencia de realidad que nos hace sentir un poco idiotas por no habernos dado cuenta antes. 

      Son momentos fugaces, intangibles, pero que encaminan con lucidez toda la labor que luego seguimos haciendo día tras día, mes a mes, años y años, todo sostenido en ese inexplicable instante donde fuimos tocados por las musas. Después queda el trabajo, puro y llano, y el recuerdo de ese toque. Y seguimos con obcecación asnal, como diría Almafuerte

      No podemos explicar al resto como fue ese instante porque nosotros mismos no alcanzamos a comprenderlo, pero seguimos en la esperanza de que, concretada la obra, la luz de la inspiración resplandezca en ella y todos puedan comprender.






      Esta tarde, repentinamente, tuve uno de esos mágicos encuentros con la inspiración cuya existencia empeñosamente niego. Como siempre, nada anticipó el encuentro. Yo estaba poniendo barniz a un pequeño mueblecito que llevo semanas diseñando (siempre me distraigo, ya sé. No se supone que diseño “mueblecitos”, pero lo hago, me divierte, soy tan voluble…) y como era de esperar empecé a mover cosas en mi taller para hacer lugar y dejarlos secar sin entorpecer el paso entre mis dos caballetes desvencijados. En ese hacer lugar agarré mis carpetas con fotos, las que suelo acumular para utilizar como modelos (ya que el modelo vivo no va ni con mi presupuesto ni con mi pasmosa y errática lentitud). Y di con una viejas foros recortadas de una revista (creo que la de los domingos del Clarín de hace más de quince años) y entre ellas las que fueran modelo para Ruinas Religiosas.






     La misma modelo tenia varias tomas (obviamente estaba vestida, quiero aclarar; las desnudo yo), y al ver una de las otras fotos surgió la imagen y el sentido: Porque antes de Eva fue Lilith. Ví el desnudo representando a la iglesia, la serpiente (Lilith) y más estampitas como en Ruinas sólo que integradas a la figura femenina… Un desnudo desafiante, fuerte, inquisidor… La fuerza femenina anterior a Eva, “la costilla” de Adán. La mujer primordial desplazada por la misoginia de la iglesia en beneficio de la sumisión de aquella que debe “seguir” a su esposo o de la que debe ser “virgen” antes, durante y después. Un flash, menos de un segundo tal vez, pero como en un rompecabeza encajaron todas las piezas y vi la imagen completa.






     Eufórica, dejé el mueblecito para terminarlo otro día, y tropezando con La santa Inquisición II (en la que sigo trabajando y me encanta); esquivando a La Lista de los Ángeles (en la que no sigo trabajando de momento porque no me dice nada), pasando por arriba de varios bocetos inconclusos a guisa de entrenamiento para dominar el desnudo masculino, y tratando de no engancharme con los dientecitos de las viboritas del León-Medusa de mi TOTEM de servilletas de papel a medio hacer, busqué un viejo pedazo de korlok que supo ser otra obra alguna vez y empecé a limpiarlo para adherir papel artesanal y dar formal inicio a Lilith.






Ahora veo que Lilith me ha estado rondando. Hace poco en una mesa de café (se que parece increíble pero pasó) surgió en medio de una conversación normal y no fui yo quien la sacó a relucir. Mi conocimiento inicial de ella resulta como la mayoría de mi conocimiento, de leer en mi adolescencia a Borges:

  “´Porque antes de Eva fue Lilith´, se lee en un texto hebreo. Su leyenda inspiró al poeta inglés Dante Gabriel Rossetti (1828-1882) la composición de Eden Bower. Lilith era una serpiente; fue la primera esposa de Adán y le dio glittering sons and radiant daughters (hijos resplandecientes e hijas radiantes). Dios creó a Eva, después; Lilith, para vengarse de la mujer humana de Adán, la instó a probar el fruto prohibido y a concebir a Caín, hermano y asesino de Abel. Tal es la forma primitiva del mito, seguida por Rossetti. A lo largo de la Edad Media, el influjo de la palabra layil, que en hebreo vale por “noche”, fue transformándolo. Lilith dejó de ser una serpiente para ser el espíritu nocturno. A veces un ángel que rige la generación de los hombres; otras es demonios que asaltan a los que duermen solos o a los que andan por los caminos. En la imaginación popular suele asumir la forma de una alta mujer silenciosa, de negro pelo suelto.”


Jorge Luis Borges El Libro de los Seres Imaginarios , pág. 153/154






    Más acá, en mis lecturas sobre los Cátaros encontré otra versión del mito de Lilith

“…recuerda la figura de Lilith en la tradición, quién, perseguida por los ángeles de Dios por haber abandonado a Adán, se niega a obedecer las órdenes del Eterno, porque ella conoce el inefable nombre de Dios.” 

 Jean Markale, El Enigma de los Càtaros pag. 196






     Hace añares, cuando expuse Mujeres Condenadas en el Fondo Nacional de las Artes, en el espacio que tenia en la Estación Congreso de la Línea A de Subtes, alguien que vio la obra hizo una búsqueda exhaustiva de mi persona (no había Internet, era mas difícil que ahora) y consiguiendo mi teléfono me llamó a casa. Necesitaba saber si la figura de pie era Lilith

      Entonces le expliqué que no, que la obra se inspiraba en el poema de Baudelaire, integrante de las Flores del Mal. Hoy me entra la duda. Quizás ya era Lilith y yo todavía no lo sabia. El mundo es cíclico y en definitiva, dicen, los artistas siempre estamos tratando de contar la misma historia.








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