“Ante de ser gran maestre del arte pop y gurú de múltiples modernidades, Andy Warhol fue
ilustrador de moda. De esa época (primeros años 50) data una serie preciosa de dibujos sobre pan de oro, de leves desnudos masculinos. (…) Es bastante posible que al inicio –pero solo al inicio- el ya prestigioso Warhol, millonario y tacaño, hiciese estos dibujos (bien lejos de lo retratos y las latas de sopa) por gusto personal, por el capricho de tener y guardar esas imágenes sexuales, a lo mejor con algún recuerdo íntimo. El gabinete privado –y secreto- de los artistas ha existido siempre, y antes tenía dos razones de peso: una censura más intolerante, que si a veces vetaba el desnudo, indudablemente vetaba y castigaba el erotismo, tanto femenino como masculino, pero evidentemente algo más el segundo. Así es que si un pintor se acercaba a la pornografía o simplemente era homosexual o gustaba deleitarse con modelos –o partes de modelos- desnudos, esos cuadros o dibujos debía indefectiblemente guardárselos. La segunda razón aludida (en épocas sin censura o más relajada) sería el pudor personal. Una suerte de autocensura o intimismo, pero ello es menos frecuente. (…) …Es bien sabido… que casi todos los pintores, célebres o no, han guardado carpetas con dibujos que nunca conocieron sus contemporáneos. Desde Miguel Ángel, Rembrandt o Rubens hasta Klimt o Duncan Grant, el pintor de Bloomsbury, homosexual escondido un tiempo (pese a haber servido de modelo fotográfico en su juventud, también privadamente) y de quién tras su muerte en 1978, se conocieron óleos y cuadernos de dibujos y acuarelas de explicito y gozoso homoerotismo. (…) Mucho más secretos –y solo recientemente conocidos- los dibujos del célebre cineasta ruso Serguel M. Eisenstein (homosexual oculto por el stalinismo) que dejó carpetas con dibujos llenos de calidad, sátira, reivindicación y a rachas factura vanguardista- siempre con títulos en francés- de erotismo homo, hetero y plurisexual. (…) Ciertamente existen los gabinetes secretos. Por secreto, por censura, por autocensura, por apetito de intimidad, por afán de transgresión, el arte secreto tiene su sitio y sin duda aún nos aguardan muchas sorpresas. Pero (igual que el escritor de diarios, en principio, íntimos) ¿no sabe –no solamente intuye, sabe- el pintor de delicias secretas, de secreter de visiones íntimas, de escenas de placer privado, no sabe, digo, que todo eso un día será público y es precisamente por eso (además del gusto personal de todo artista) por lo que finalmente pinta también el pintor de secretos…?”
Luis Antonio de Villena, Arte íntimo, arte secreto Descubrir el Arte, Nro. 45 Noviembre 2002 pág. 46/49.-
“En la antigua Grecia, el cuerpo desnudo era el motivo predilecto de los escultores. Sin lugar a dudas, esto tiene su explicación en el hecho de que los hombres se paseasen con una pequeña túnica o con una toga, y porque el cuerpo no era tabú. Sin embargo no era del todo inocente que los atletas participasen en las competiciones deportivas completamente desnudos. En un primer momento, los jóvenes deportistas iban apenas en paño menores, hasta que se decidió que, en lo sucesivo, correrían, lucharían, lanzarían la jabalina y el disco como Dios los trajo al mundo. Esto se debió a que la forma de homosexualidad admitida por los griegos, es decir, la inclinación que los hombres maduros sentían hacia los más jóvenes, incitaba a los aficionados a las competiciones deportivas a querer admirar a sus protegidos en plena acción y en toda su perfección y naturalidad. A todas luces, el cuerpo del hombre estaba considerado en la época como objeto de deseo, más incluso que el de la mujer, que era esculpido con menos frecuencia y estaba, la mayoría de las veces, envuelto en telas. La tradición de embellecer los monumentos públicos y las villas de los patricios con esculturas de hombres desnudos perduró en la antigua Roma, pero acabó desapareciendo con el advenimiento del cristianismo. (…) ¡Qué alivio supuso para los amantes de la belleza carnal la irrupción del Renacimiento! Miguel Ángel abrió el camino con su David y con otras muchas esculturas. Sus frescos de la capilla Sextina le permitieron aplicar el mismo estilo, creando unos hombres desnudos imponentes, nobles e inspirados en lo antiguo. Se procedió a excavar la tierra para desenterrar las estatuas griegas y romanas, consideradas como el súmmum de la belleza masculina. (…) En los siglos XVI y XVII, en Francia, los dioses de la Antigüedad y las escenas mitológicas continuaron ofreciendo pretextos para poder enseñar hombres desnudos. (…) A principios del siglo XIX, la llegada al poder de Napoleón comportó una renovación del interés por el clasicismo… Algunos pintores aceptaron el reto, como David. Sus cuadros, por ejemplo “El juramento de los Horacios”, no escatimaban la presencia de hombres desnudos y aspiraban a ennoblecer la guerra a los guerreros. (…) Tras la caída de Napoleón y la llegada al poder de un gobierno más orientado hacia los negocios, encarnado por Luis Felipe, ´el rey comerciante´, las imágenes de hombres desnudos desaparecieron súbitamente de escena. (…) Desde su aparición, la fotografía descubrió el interés de hacer posar a los modelos para vender su imagen a los artistas. Los modelos vivos representaban un coste elevado para los pintores que así podían realizar estudios del cuerpo humano con menos esfuerzo. Acababa de nacer la fotografía del desnudo masculino. (…) La Gran Guerra asestó un duro golpe a la hipocresía y mojigatería victorianas… (…) Las guerras siempre suelen traer consigo una relajación de las costumbres. Una Europa más sedienta de los placeres de la vida y sexualmente más abierta acogía favorablemente la evolución de la fotografía… y de sus desnudos masculinos cada vez más numerosos. (…) En los años locos, las estrellas de cine, hombres y mujeres, no ponían ninguna objeción al hecho de ser fotografiados muy ligeros de ropa. Rodolfo Valentino y Ramón Navarro, ambas estrellas de ambigua sexualidad, hacían de su cuerpo la principal herramienta de trabajo. (…) La Segunda Guerra Mundial logró que las costumbres y los códigos de indumentaria se debilitaran un poco más. A finales de los años 40, las publicaciones de culturismo reaparecieron con un formato muy diferente. En esta ocasión, se mostraban tíos buenos por el placer de ver tíos buenos, como los de Bruce of Los Angeles, los de Lon of New York y muchos otros más. Sin embargo, el desnudo masculino seguía siendo el blanco de los ataques de la censura. (…) Habrán sido necesarias dos guerras y la determinación de numerosos fotógrafos, hombres y mujeres, para que el hombres se baje finalmente los pantalones y se reconcilie con la visión que los artistas de la Antigüedad y del Renacimiento tenían de él: el hombre ha de ser hermoso.”
David Leddick The Male Nude Taschen, Italy, 1998, pág. 6/13.-
“La belleza del consumo. (…) …Cuál ha sido el modelo de belleza propuesto por los medios de comunicación de masas… el cine propone en los mismos años el modelo de mujer fatal encarnado por Greta Garbo o por Rita Hayworth, y el modelo de “la vecina de al lado” personificado por Claudette Colbert o por Doris Day. Presenta como héroe del Oeste al fornido y sumamente viril John Wayne y al blando y vagamente femenino Dustin Hoffman. Son contemporáneos Gary Cooper y Fred Astaire, y el flaco Fred baila con el rotundo Gene Nelly. La moda ofrece trajes femeninos suntuosos como los que vemos desfilar en Roberta, y al mimo tiempo los modelo andróginos de Coco Chanel. (…) …para el que no posee la belleza masculina y refinada de Richard Gere, existe la fascinación delicada de Al Pacino y la simpatía proletaria de Robert De Niro. (…) Los medios proponen de nuevo una iconografía decimonónica. El realismo fabuloso, la exuberancia de Mae West y la gracia anoréxica de las últimas modelos, la belleza negra de Naomí Campbell y la nórdica de Claudia Schiffer, la gracia del claqué tradicional de A Chorus Line y las arquitecturas futuristas y gélidas de Blade Runner, la mujer fatal de tantas transmisiones televisivas o de tantos mensajes publicitarios y la muchacha con la cara recién lavada al estilo Julia Roberts o de Cámeron Diaz, ofrecen Rambo y Platinette, o un George Clooney de cabellos cortos y los neocyber con el rostro metalizado y el cabello transformado en una selva de cúspides coloreadas o pelados a cero. Nuestro explorador del futuro ya no podrá distinguir el ideal estético difundido por los medios de comunicación del siglo XX en adelante. Deberá rendirse a la orgía de tolerancia, al sincretismo total, al absoluto e imparable politeísmo de la belleza.”
Umberto Eco Historia de la belleza, Editorial Lumen SA, Milán 2004, pág. 418/428.-
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