lunes, 13 de enero de 2014

 
 
 
Aunque durante enero los diarios porteños suelen ser más insípidos y tediosos que de costumbre, ayer en el suplemento Viajes de La Nación un artículo de Horacio de Dios me alegró el día. Leí entonces y comparto ahora:

  …Contrariamente a lo que solemos repetir, no viajamos para desenchufarnos, sino para vivir con más intensidad. Por eso lo primero que preguntamos al llegar a un lugar es ¿qué hay de nuevo? A veces, revisar el pasado ayuda tanto como imaginar el futuro. He conocido varios museos en el mundo dedicados a Picasso pero ninguno tan interesante como el de Barcelona, en la calle Montcada… Me puse a caminar por una ciudad bellamente peatonal. Y usé el itinerario virtual de Picasso de Josep María Carandell que compré en la librería del museo, sorprendente por los libros y las postales eróticas del maestro, que no era tímido ni con el pincel ni en la vida. (…) Fue en Cataluña, donde cambió su firma, aunque se llevaba bien con su padre. Hasta 1898 firmaba Pablo Ruiz Picasso, luego Pablo R. Picasso y desde 1901 sólo Picasso. El mismo lo cuenta: ´Mis amigos de Barcelona me decían siempre Picasso porque era un nombre más original y más sonoro que Ruiz, sin duda por eso yo lo adopté. ¿Sabe usted lo que más me atraía? Seguramente la doble s, caso bastante inusitado en España. Picasso es un apellido de origen italiano, como usted sabe. Claro que tiene su importancia el nombre que uno tenga o adopte… ¿Me imagina usted a mí llamándome Ruiz? ¿Pablo Ruiz? ¿Diego Ruiz? ¡O Nepomuceno Ruiz? Me pusieron yo no sé cuántos nombres… ¿Se ha fijado usted en la doble s de los apellidos de Matisse, de Poussin, de Rousseau?´ (…)".
 
Horacio de Dios, Una caminata por Barcelona Trazada por Picasso La Nación, Suplemento Viajes, Domingo 12 enero 2014, pág. 8.-



 
 
 
     Y como puntilloso ratón de biblioteca que soy, este artículo me hizo recordar otro material leído respecto a las “postales eróticas” de Picasso y su significancia en el entendimiento del Arte Erótico (así, con mayúsculas). En el 2002 en el Museu Picasso de Barcelona, el mismo que referencia Horacio de Dios, se montó la gran exposición “Picasso Erótico”, la que generó el artículo de J.J. Navarro Arisa, del cual extracto:

¿Sexo por amor al arte o arte por influjo del sexo? En la vida y la obra de Pablo Picasso se hace difícil hacer distinciones. (…) El interés de la aproximación creativa de Picasso a la sexualidad radica –aparte de la calidad e intensidad plástica de las obras- en su carácter simultáneamente obsesivo y natural. La obsesión sexual de Picasso no era una mera adición neurótica, ni una sublimación de sus energías creativas por otros medios, sino una parte integral e imprescindible de su singularidad humana y artística. Sea cual fuere la moralidad o estética del posible espectador, sería un error de apreciación contemplar sus obras como pornografía. La obra erótica de Pablo Picasso es, precisamente, anti-pornográfica, desde el momento en que no promete placeres inalcanzados ni recrea deseos frustrados, sino que expresa con toda naturalidad y sin ningún apriorismo moral un ámbito de vivencias al que el artista concede suma importancia. El erotismo y el sexo, en distintos grados de crudeza y sofisticación, son hilos conductores que recorren toda la obra picassiana, una fuente de inspiración contante que impregna y vivifica todos sus periodos pictóricos y sus fulgurantes cambios estilísticos. EL deseo, el apetito sexual y la embriagadora inmersión en cualquier estímulo erótico acompañan a Picasso desde su adolescencia malagueña y no le abandonan –antes al contrario- en sus estadías barcelonesas y parisinas. Picasso es erótico –o directamente procaz- en sus épocas azul y rosa, en su tránsito innovador hacia el Cubismo y en sus obras de madurez. La obsesión no desaparece en ningún momento, aunque va modulándose desde la urgencia activista de la juventud hasta el tono mordazmente elegíaco de las últimas obras.”
 
  J.J. Navarro Arisa, Erótico Picasso, Descubrir el Arte, Nro. 33, Noviembre 2001, página 62/66.



 
 
 
     El concepto de “arte erótico” como “arte anti-pornográfico” me llevó a recordar otro artículo de la misma publicación (Descubrir el Arte, número 41, Julio 2002, pág. 62) “El Prado se desnuda: el Museo del Prado reúne sus cuadros secretos”, donde un recuadrito reseña:
 
 Además de las galerías públicas del Museo, existe… una sección reservada, que se enseña sólo a las personas que tienen una entrada especial. En ella se guardan todos los desnudos que podrían escandalizar a las damas. Hay que tener presente que la patrocinadora del Museo es una reina joven. Al ver esta sala reservada, se siente uno un poco decepcionado de no encontrarla en absoluto indecente; por otra parte, contiene obras de mucho mérito de Rubens y Tiziano, de Pablo Veronés, etc…; muy particularmente me han impresionado Diana desnudando a Calixto y las Ninfas sorprendidas por sátiros, y una Mujer acostada sobre un lecho, de Tiziano. He contemplado también una magnífica Eva de A. Durero; y he notado también una estupenda Dido que creo es de Correggio.” (Prosper Merimeé, Cartas de España, 1830).



 
 
 
Marginalia (resentida): Hasta hará unos siete u ocho años era fácil (y barato) conseguir en las librerías de viejo de calle Corrientes los números atrasados de Descubrir el Arte. Así, pude comprar esa fantástica publicación española y coleccionar sus, calculo, primeros 60 números. Después vino el régimen K, el “amigo” Moreno cerró la importación (inclusive la de bienes culturales como libros y revistas) y empezó el aislamiento que hoy hace que no entre al país ni las compras hechas por internet (dicen las malas lenguas que todo está varado en el puerto, esperando la inevitable irrupción de la “liberté, égalité, fraternité). Actualmente me es imposible adquirir esta publicación, por lo que las citas que hago son sobre material anterior a la “década ganada”. Espero con el tiempo, que todo lo puede y que es inexorable, recuperar la liberad “libre” de comprar mi revista de arte favorita y actualizar mis fuentes de referencias sin por eso convertirme en una apátrida traidora como resulta por estas horas oscuras (y ridículas).
 
 
 
 
 

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