Leo
una entrada del magnífico blog Mirón de
arte (http://mirondearte.com/) sobre
los artistas del reciclaje y como buena veleta estoy de acuerdo y no estoy de
acuerdo.
El artículo cita al referente
obligado: “Marcel Duchamp, en 1960, declaraba con respecto al
término por él creado: «Un Ready Made o Objeto Encontrado es ante todo la palabra inventada para
designar una obra de arte que no es tal. Dicho de otra manera, que no está
hecha a mano. Hecha a mano por el artista. Es una obra de arte que se convierte
en obra de arte por el hecho de que yo la declaro o el artista la declara obra
de arte”. (http://mirondearte.com/arte-reciclado-transformacion-de-objetos-en-arte/)
Obviamente
no comparto. No adhiero a ese presunto “poder de la palabra”, como si el
autodenominado artista fuera un taumaturgo dotado de todos los dones del cosmos. Un objeto es un objeto. Sólo cuando interviene una acción concreta
por parte del artista puede existir una modificación de tal entidad que haga
que ese objeto mute su naturaleza, que pase (a veces) a la categoría de obra de
arte.
Entonces el artículo cierra con una viñeta…
… y asumo sin dudas y con sinceridad ¡soy yo! Yo, que no puedo tirar nada, ni ese
cartoncito publicitario que a guisa de abanico te entregan en Time Square cuando hacés una
interminable cola para conseguir entradas rebajadas para un show de Broadway en pleno agosto.
Y
aunque había decretado la veda absoluta tras culminar mis doce Bandejas Enmascaradas,
como una mascarita también me quedó de rezago (que, obviamente, tampoco puedo tirar a la basura), allá fue con el
cartoncito neoyorquino y, dispuesta al más absurdo reciclaje, estoy componiendo
una Máscara
Abanico (materialmente poco
práctico, porque cuando se agita la pantalla la máscara castañea augurando el lógico desastre).
Y sigo. Habían quedado plumas por algún lado... Ya que estamos, hacemos limpieza general de sobras.
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