domingo, 1 de noviembre de 2015




     “La importancia del “non-sens” en Carroll reside en el hecho de que constituye para él la solución viral de una contradicción profunda ente la aceptación de la fe y el ejercicio de la razón por una parte; y por otra, entre la aguda conciencia poética y los rigurosos deberes profesionales. Lo propio de esta solución subjetiva es buscar una solución objetiva, precisamente de orden poético: el espíritu, ante la presencia de toda clase de dificultades, puede encontrar una salida ideal en el absurdo.  La complacencia hacia el absurdo vuelve a abrir al hombre el reino misterioso que habitan los niños.  El juego infantil, como medio perdido de conciliación entre al acción y el ensueño en vistas a la satisfacción orgánica, comenzando con el simple “juego de palabras”, se encuentra de esta suerte rehabilitado y dignificado.”

André Breton, Antología del Humor Negro (Introducción a textos seleccionados de Lewis Carroll) Editorial Anagrama, Barcelona 1966, página 117.




     Estas últimas semanas me he deleitado en mis memorias de Alicia y en el juego ciertamente lúdico de recomponer su iconografía para ambientar un evento.

    Aunque aún le falta algo de trabajo, mi versión del Gato de Cheshire (cruza entre el de mi niñez con el colorido y dentadura del de Burton) es un ejercicio de lucha contra la fragilidad de los globos y la inestabilidad de toda la suerte de deshechos que usé para estructurarlo (contenedores descartables de rotisería, las cápsulas que traen los juguetes sorpresa en los Huevos Kinder, cajitas de cartón de embalaje de lamparitas, entre otros restos). Me queda pendiente elaborar sus garras con uñas, los bigotes, reparar la punta de la cola (una bombita de agua inflada con aire que se desinfló antes de que la cartapesta tomara suficiente rigidez)  y un destaque general de la textura en el pelaje.  Y barnices varios para asegurar su  resistencia a los vaivenes de traslados y montajes en un evento con alta asistencia de público y de prolongada duración.







     Mi Gato irá con mi Conejo en representación de los personajes clásicos de la historia. 




    También estuve ocupándome en la vajilla para la mesa del Sombrerero y la Liebre de Marzo y su festejo de no-cumpleaños,




   de las caras de las Cartas Guardianes de la Reina de Corazones…




     y en concluir el carterío que irá por ahí volando sobre las cabezas de los concurrentes






     Todo tiene pendiente su acabado definitivo, esos últimos detalles que son siempre la parte de mayor satisfacción, cuando uno concreta lo que se había propuesto, que me reservo para un puntilloso final de visión conjunta.  Mientras, mañana veré de conseguir el material para armar algunas piezas de ajedrez.  No sé si se nota, pero realmente me estoy divirtiendo mucho.  Es como releer una de mis historias favoritas pero desde las imágenes y  con la chance de recomponerlas materialmente como objetos tangibles a mi alrededor. Jugar a jugar.








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