miércoles, 4 de noviembre de 2015





     En su grave rincón, los jugadores
Rigen las lentas piezas. El tablero
Los demora hasta el alba en su severo
Ámbito en que se odian dos colores.

Adentro irradian mágicos rigores
Las formas: torre homérica, ligero
Caballo, armada reina, rey postrero,
Oblicuo alfil y peones agresores.
(…)

Jorge Luis Borges, Ajedrez


     Por esos tramposos juegos del inconsciente (que jamás me atrevería a indagar), cuando sobre este poema hice una serie de dibujos, la reina no fue armada sino artera, y así quedó titulada la obra que encabeza esta entrada: La Reina Artera.

     En estos días que estoy componiendo algunas piezas de ajedrez para la ambientación de Alicia, me vinieron a la cabeza nuevamente estas líneas de Borges como mantra  inspirador para el diseño.

     Como corresponde, no proyecto en concreto y mucho menos bosquejo, por lo que las cosas van surgiendo casi como destino ajeno a mi voluntad.  De hecho, entro a la papelera y compro según el arrebato momentáneo los circunstanciales materiales que veo a mano.  Desparramo luego lo que hay y me limito a su observación a la espera de las musas (aunque por lo general, la única que viene puntualmente es mi gata Catalina).





    El oblicuo alfil y la torre homérica fueron fáciles.  Para la corona de la reina me sirvió lo comprado pero me quedé sin altura, por lo que tengo que volver a enloquecer al empleado de la papelera.  El ligero caballo es el auténtico desafío.  En su momento, mi amiga (con la que colaboro para la ambientación) me había sugerido peones, pero ¿cuál sería el chiste optar de entrada por lo más fácil?  Aunque al final (sobre todo, por la falta de tiempo ante la inminencia del evento) deba resignarme a la peonada, tengo que hacer un intento, aunque sea sólo uno, por el caballo.  ¿Por qué?  Porque es lo que no sé cómo hacer, ¿no es obvia la razón?  





     Pero soy prolija, primero completo torre, alfil y reina y recién ahí  me doy la licencia del desafío.  Inevitablemente, aun cuando trato de ser completamente profesional no puedo dejar de ser yo.








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