miércoles, 11 de noviembre de 2015

     A veces me siento acorralada.  Una muy mala persona (que es lo mismo que decir una persona fanática del psicoanálisis) me acosa en uno de mis momentos más bajo (mi Gato de Cheshire pinta irrecuperable…) usando en mi contra, precisamente, a ¡Alicia!



     Ayer, casi la madrugada de hoy, me remite el enlace de un artículo de Cultura Colectiva (http://culturacolectiva.com/), extrayendo del mismo una serie de citas que me transcribe en el mail:

     “Charles Lutwige Dodgson, mejor conocido como Lewis Carroll, realizó una labor introspectiva para concebir su más célebre obra literaria, se auto analizó y dividió su personalidad en dos, por un lado el matemático lógico guiado por la razón y por el otro su pseudónimo cobró vida propia como el soñador absurdo alimentado por la imaginación y los impulsos inconscientes de su niño interior, el verdadero creador de una realidad alterna sin las imposiciones adultas.”  ¿Te suena, desdoblamiento de personalidad voluntario y estanco? No.




     “La historia de Alicia, una niña que viaja a una realidad alterna ha sido ideal para nombrar un trastorno neurológico, el “Síndrome de Alicia en el país de las maravillas” …causado por una gran concentración de energía en el cuerpo, lo que genera un cambio en el flujo de la sangre al cerebro, enviando señales equivocadas que causan alucinaciones y desorientación…todos los sentidos se salen de control y la vida cotidiana se vuelve el  fragmento de un sueño.” ¿Te suena, un viejo diagnóstico desatendido de hiperkinesis? No.


  
    
     “…el Conejo Blanco siempre antecedido por su reloj, es el reflejo de la conducta paranoica y la ansiedad…”  ¿Paranoia y ansiedad? No, realmente no.





     “Alicia comparte su mundo con personajes que se transforman constantemente, como el Gato de Cheshire que aparece y desaparece dejando su sonrisa. Este hecho es una comparación clara del autor con el universo onírico de una mente dormida. En los sueños  no cuestionamos las identidades ni las formas, aceptamos pasivamente los cambios por más irracionales que parezcan… “   ¿Imposibilidad de sociabilizar por negación a identificar y recordar al otro?  Ignoro de qué hablás. (Mi pobre Gato, ya no es así y no sé si volverá a ser de alguna forma…)




     “…la imaginación es la pieza clave en los laberintos mentales del viaje de Alicia… Imaginar lo imposible requiere un pensamiento hipotético y la capacidad para simular situaciones  ilógicas buscándoles un sentido racional. Una enredadera de pensamientos absurdos puestos en orden requiere del trabajo de un cerebro flexible y creativo para asumir que cualquier cosa que pensemos podría ocurrir sin cuestionar sus razones fenomenológicas…”  ¿Exceso de imaginación que puede constituir graves episodios alucinatorios?  Bla-bla-bla…




     Y sin embargo (¿qué, me contradigo?) el artículo es excelente.   Vale la pena su lectura.  Los acertijos de la psicología en Alicia en el Pais de las Maravillas – by Cultura Colectiva





     Me refugio en una de mis biblias; retorno a Une Saison en Enfer , la que descubrí allá lejos y hace tiempo y sigue funcionando de consuelo en las horas oscuras:



     “Desde hacía mucho tiempo yo me jactaba de poseer todos los paisajes posibles, y encontraba irrisorias  las celebridades de la pintura y de la poesía moderna.
  Amaba las pinturas idiotas, paneles de puertas, decorados, telones de saltimbanquis, insignias, estampas populares; la literatura pasada de moda, latín de iglesia, libros eróticos sin ortografía, novelas de nuestras abuelas, cuentos de hadas, libritos infantiles, óperas viejas, estribillos bobos, ritmos simples.
  Soñaba cruzadas, viajes de descubrimientos cuyo relato no tenemos, repúblicas sin historia, guerras de religión sofocadas, revoluciones de costumbres, desplazamientos de razas y continentes: creía en todos los encantamientos.
  ¡Inventé el color de las vocales! - A, negra; E, blanca; I, roja; O, azul; U, verde. - Establecí la forma y el movimiento de cada consonante y, con ritmos instintivos, me jacté de inventar un verbo poético accesible, algún día, a todos los sentidos. Me reservaba la traducción.
  Fue al principio un estudio. Escribía silencios, noches, acotaba lo inexpresable. Fijaba vértigos. (…)

     Me acostumbré a la alucinación sencilla: veía sin hesitar una mezquita en lugar de una fábrica, una escuela de tambores integrada por ángeles, carruajes en los caminos del cielo, un salón en el fondo de un lago; los monstruos, los misterios; un título de vaudeville suscitaba espantos en mí. (…)

     Me convertí en una ópera fabulosa: vi que todos los seres tienen una fatalidad de dicha: la acción no es la vida, sino una manera de malograr alguna fuerza: un enervamiento. La moral es la debilidad del cerebro.
  Pensaba que a cada ser se le debía otras muchas existencias. Este caballero no sabe lo que hace: es un ángel. Esta familia es una camada de perros. Ante muchos hombres, charlé en voz alta con un momento de sus otras vidas… (…)

     Ninguno de los sofismas de la locura, -la locura de atar- dejé en el olvido: podría repetirlos todos, conservo el método. (…)



Arthur Rimbaud,  Delirios II, Alquimia del Verbo  - Obra poética EFECE Editor, Buenos aires 1977 páginas 216/223.






No hay comentarios:

Publicar un comentario