A veces me siento acorralada. Una muy mala persona (que es lo mismo que
decir una persona fanática del psicoanálisis) me acosa en uno de mis momentos más
bajo (mi Gato de Cheshire pinta
irrecuperable…) usando en mi contra, precisamente, a ¡Alicia!
Ayer, casi la madrugada de hoy, me remite el enlace de
un artículo de Cultura Colectiva (http://culturacolectiva.com/),
extrayendo del mismo una serie de citas que me transcribe en el mail:
“Charles Lutwige Dodgson, mejor conocido
como Lewis Carroll, realizó una labor introspectiva para concebir su más
célebre obra literaria, se auto analizó y dividió su personalidad en dos, por
un lado el matemático lógico guiado por la razón y por el otro su pseudónimo
cobró vida propia como el soñador absurdo alimentado por la imaginación y los
impulsos inconscientes de su niño interior, el verdadero creador de una
realidad alterna sin las imposiciones adultas.”
¿Te suena, desdoblamiento de
personalidad voluntario y estanco? No.
“La historia de Alicia, una niña que viaja
a una realidad alterna ha sido ideal para nombrar un trastorno neurológico, el
“Síndrome de Alicia en el país de las maravillas” …causado por una gran
concentración de energía en el cuerpo, lo que genera un cambio en el flujo de
la sangre al cerebro, enviando señales equivocadas que causan alucinaciones y
desorientación…todos los sentidos se salen de control y la vida cotidiana se
vuelve el fragmento de un sueño.” ¿Te suena, un viejo
diagnóstico desatendido de hiperkinesis? No.
“…el Conejo Blanco siempre antecedido por
su reloj, es el reflejo de la conducta paranoica y la ansiedad…” ¿Paranoia y ansiedad? No, realmente no.
“Alicia comparte su mundo con personajes
que se transforman constantemente, como el Gato de Cheshire que aparece y
desaparece dejando su sonrisa. Este hecho es una comparación clara del autor
con el universo onírico de una mente dormida. En los sueños no
cuestionamos las identidades ni las formas, aceptamos pasivamente los cambios
por más irracionales que parezcan… “ ¿Imposibilidad
de sociabilizar por negación a identificar y recordar al otro? Ignoro
de qué hablás. (Mi pobre Gato, ya no
es así y no sé si volverá a ser de alguna forma…)
“…la imaginación es la pieza clave en los
laberintos mentales del viaje de Alicia… Imaginar lo imposible requiere un
pensamiento hipotético y la capacidad para simular situaciones ilógicas
buscándoles un sentido racional. Una enredadera de pensamientos absurdos
puestos en orden requiere del trabajo de un cerebro flexible y creativo para
asumir que cualquier cosa que pensemos podría ocurrir sin cuestionar sus
razones fenomenológicas…” ¿Exceso de imaginación que puede constituir graves
episodios alucinatorios? Bla-bla-bla…
Y sin embargo (¿qué, me contradigo?) el artículo es excelente. Vale la
pena su lectura. Los acertijos de la psicología en
Alicia en el Pais de las Maravillas – by Cultura Colectiva
Me
refugio en una de mis biblias; retorno a Une Saison en Enfer , la que
descubrí allá lejos y hace tiempo y sigue funcionando de consuelo en las horas
oscuras:
“Desde hacía mucho tiempo yo me jactaba de
poseer todos los paisajes posibles, y encontraba irrisorias las celebridades de la pintura y de la poesía
moderna.
Amaba las pinturas idiotas, paneles de puertas, decorados, telones de saltimbanquis, insignias, estampas populares; la literatura pasada de moda, latín de iglesia, libros eróticos sin ortografía, novelas de nuestras abuelas, cuentos de hadas, libritos infantiles, óperas viejas, estribillos bobos, ritmos simples.
Amaba las pinturas idiotas, paneles de puertas, decorados, telones de saltimbanquis, insignias, estampas populares; la literatura pasada de moda, latín de iglesia, libros eróticos sin ortografía, novelas de nuestras abuelas, cuentos de hadas, libritos infantiles, óperas viejas, estribillos bobos, ritmos simples.
Soñaba cruzadas, viajes de descubrimientos
cuyo relato no tenemos, repúblicas sin historia, guerras de religión sofocadas,
revoluciones de costumbres, desplazamientos de razas y continentes: creía en
todos los encantamientos.
¡Inventé el color de las vocales! - A, negra;
E, blanca; I, roja; O, azul; U, verde. - Establecí la forma y el movimiento de
cada consonante y, con ritmos instintivos, me jacté de inventar un verbo
poético accesible, algún día, a todos los sentidos. Me reservaba la traducción.
Fue al principio un estudio. Escribía
silencios, noches, acotaba lo inexpresable. Fijaba vértigos. (…)
Me acostumbré a la alucinación sencilla:
veía sin hesitar una mezquita en lugar de una fábrica, una escuela de tambores
integrada por ángeles, carruajes en los caminos del cielo, un salón en el fondo
de un lago; los monstruos, los misterios; un título de vaudeville suscitaba
espantos en mí. (…)
Me convertí en una ópera fabulosa: vi que
todos los seres tienen una fatalidad de dicha: la acción no es la vida, sino
una manera de malograr alguna fuerza: un enervamiento. La moral es la debilidad
del cerebro.
Pensaba que a cada ser se le debía otras muchas existencias. Este caballero no sabe lo que hace: es un ángel. Esta familia es una camada de perros. Ante muchos hombres, charlé en voz alta con un momento de sus otras vidas… (…)
Pensaba que a cada ser se le debía otras muchas existencias. Este caballero no sabe lo que hace: es un ángel. Esta familia es una camada de perros. Ante muchos hombres, charlé en voz alta con un momento de sus otras vidas… (…)
Ninguno de los sofismas de la locura, -la locura de atar- dejé en el olvido: podría repetirlos todos, conservo el método. (…)
Arthur
Rimbaud, Delirios II, Alquimia del Verbo
- Obra poética EFECE
Editor, Buenos aires 1977 páginas 216/223.
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