Yo ya le
había advertido (de hecho, más de una vez): No sugieras que conozcan mi trabajo
googleando mi nombre. Cuando
aparecen mis obras todas juntas en el buscador al desprevenido espectador tanto
desnudo compactado lo suele poner incómodo.
Apabullo si no se me va tomando de a poquito, de una en vez, debidamente
anoticiados de mi tendencia al exceso y a los desbordes. Pero no.
Ayer de vuelta prefirió jugar a desoír mi voz de prudencia y la amable
persona -que quizá, honestamente, tenía interés- prefirió definitivamente
alguna artista naif que sólo pinte flores, pajaritos y mariposas. Que se
le va a hacer…
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