sábado, 28 de noviembre de 2015


     Puede que suene como una tontería, pero hasta este momento lo que más me satisface de mis Postales Victorianas es su capacidad de mutación según cambie el fondo sobre el que se apoyen.  Ya que las montaré entre vidrios o en cajas de acrílico (según donde sea que alguna vez las exhiba y mis recursos a ese tiempo), la pared que circunstancialmente las acoja será parte conformativa de su estética ante el espectador.  Un total albur.  Algo que gobernará el destino.  Un auténtico trabajo en colaboración constante. 


     Y mientras trato de conseguir un real código de etiqueta victoriana (léase, libro de la época) para completarlas (texto, sigo buscando texto, aunque ahora siento también la creciente amenaza de incluirles estampillas… de la reina Victoria ob-via-men-te), me divierto jugando a fotografiarlas aquí y allá registrando sus primerizos y cambiantes avances.





























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