jueves, 12 de enero de 2017



     No ha habido conciliación posible.  No tenemos afinidad.  La ciudad es imponente, pura piedra histórica.  Bella por dónde la mires, distante en su pose de importancia.  Será que la diferencia idiomática marca un abismo entre nosotras, será que adhiero a la cercanía y a lo relajado, será que París no es para mí.





     Ayer, en Montmartre, visité una Galería (Galerie Montmartre) puesta como se deben poner las galerías, con obras de artistas contemporáneos de estética pop, unas pequeñas esculturas de animales (Cévé)  al estilo de Koons pero con más elegancia (elegancia francesa, obviamente), y hasta unos auténticos Dalí  y unas litografías de Miró que me gustaron mucho.  Los enmarcados y el packaging con el que embalaban obras pequeñas (unas cajas acolchadas con un compartimento para la obra y otro para certificado y catalogo y material del autor), listo para viajes aéreos, eran una maravilla.  

     La Galería estaba frente a la placita donde otros artistas (artistas sin galería) ofrecían retratar a los turistas al paso  mientras otras de sus obras se exhibían a la venta apiñadas bajo sombrillas que no las resguardaban del todo de la lluvia.  Porque en Monmartre se empecinaba esta lluvia helada y constante y nos mojábamos todos.  Frío y lluvia, y una galería hermosa en la que no entraba nadie (en el rato que estuve sólo entré yo) y una plaza con artistas que intentan sobrevivir de los turistas y obras a la intemperie soportando este mal tiempo.  No será culpa de nadie, la vida es así (en todas partes), pero no ha servido más que para aumentar mi fastidio.  


     "Elegí conscientemente el camino del perro a través de la vida. Voy a ser pobre. Voy a ser pintor."  Vincent van Gogh









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