Otro plan frustrado: el de rastrear mis dos
obras de Plagiaria perdidas en Londres
tras su (¿supuesta?) exhibición en The
Brick Lane Gallery allá por el 2008.
Más que reconstruir derroteros postales y trastiendas de galerías del East
End estuve jugando a pelotita de pinball por la (muy amplia, por cierto) red de subtes y trenes de la ciudad. Todo muy lindo pero muy poco práctico a los
efectos de mis reales intereses. Pero
así son las cosas y supongo que invariablemente uno obtiene lo que se merece.
OK, me
distraigo. Siempre hay algo más que
atrapa mi curiosidad y me aparta del camino lógico de mi conveniencia. Visitar al set original de los filmes de Harry
Potter en los estudios londinenses de Warner Bros. ha sido un canto de sirenas al que no intenté
resistirme. El diseño y la realización
escenográfica, mucho cartón pintado, estructuras de papier maché, vestuario,
montaje y puesta, el trabajo exquisito de un montón de manos -anónimas para el público
masivo- que no han hecho otra cosa que auténtico Arte, y cumpliendo con su eterno objetivo: contar historias inolvidables...
Y como
corresponde, todo empieza siempre con un dibujo, con el boceto de la idea hecho
a lápiz sobre una hoja de papel. Lápiz y
papel: el auténtico big-bang…
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