Las
he incluido tantas veces en mis obras, que las vistas de la ciudad -otrora capital de la Serenísima República de Venencia- forman parte
de mi cotidianidad. Aunque no por ello
dejan de parecerme hermosas, sólo que es todo tan gratamente familiar. Como volver a casa.
Lo que me
ha decepcionado un poco en esta visita es encontrarme con tanta máscara de plástico, hecha en serie, con ese familiar tufillo
a (¡y ansío tanto estar equivocada!) made in china. Las tradicionales, esas hechas en papel
siguiendo toda la tradición de la carta
pesta, estaban reservadas a unas pocas y maravillosas tiendas, donde
compartían escena con marionetas de amplios y lujosos trajes, cocidos a manos, con telas suntuosas y multitud de puntillas.
Para mí la diferencia de unas y otras era escandalosamente elocuente,
pero probablemente para el público general todas eran igualmente bellas y la
diferencia de precio amerita la opción industrializada. Pertenezco a otra época y, probablemente, a
otro planeta también.
No hay comentarios:
Publicar un comentario