sábado, 21 de enero de 2017
































     Las he incluido tantas veces en mis obras, que las vistas de la ciudad -otrora capital de la Serenísima República de Venencia- forman parte de mi cotidianidad.  Aunque no por ello dejan de parecerme hermosas, sólo que es todo tan gratamente familiar.  Como volver a casa.







     Lo que me ha decepcionado un poco en esta visita es encontrarme con tanta máscara de  plástico, hecha en serie, con ese familiar tufillo a (¡y ansío tanto estar equivocada!made in china.  Las tradicionales, esas hechas en papel siguiendo toda la tradición de la carta pesta, estaban reservadas a unas pocas y maravillosas tiendas, donde compartían escena con marionetas de amplios y lujosos trajes, cocidos a manos, con telas suntuosas y multitud de puntillas.  Para mí la diferencia de unas y otras era escandalosamente elocuente, pero probablemente para el público general todas eran igualmente bellas y la diferencia de precio amerita la opción industrializada.  Pertenezco a otra época y, probablemente, a otro planeta también.















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