lunes, 2 de enero de 2017



     Entre la resaca post-festejos de fin de año y el armado de una valija para emprender peregrinaje hacia el invierno (lo que hago sin entusiasmo, aun cuando ansío mi destino; no me gustan los pullovers ni las camisetas térmicas ni todas esas horribles cosas de abrigo), me disperso en el inicio de un proyecto para acompañar mi serie Burlesque.  

     El plan es realizar unas esculturas de papel, pequeñas, con figuras femeninas con típico vestuario de vaudeville.  Voy a usar para la estructura base los rollos de cartón del papel de cocina.  Dado el tamaño estándar de estos rollos, me aseguro que todas mis figuras tendrán una anatomía similar.  Un rollo para el cuerpo, un rollo para las piernas, un rollo para los brazos. Como pié de sostén, simulando tarimas circenses, potes de helado de un cuarto.  Dicho así suena un poco tosco, pero por lo general mis esculturas suelen iniciarse así, al bulto, el borroso bosquejo  indefinido sobre el que iremos viendo qué sale.





     Cabeza y cuello con un alambre de una guirnalda navideña que se rompió y que, como es sabido, no puedo tirar a la basura porque para algo podrá servir…




     Más rollo de cocina para el cráneo...





     Una capa de cartapesta y después un poco de papel aluminio para rellenar piernas y brazos e impermeabilizar la estructura (porque si no la humedad de la cola que pega el papel me desmorona todo una y otra vez).






     Una pollera en papel, agregamos un bonete, algo para ir prefigurando el pelo… y cuando empieza a ser más divertido porque entran a jugar los detalles, tengo que volver a la valija porque ya me voy... 










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