domingo, 23 de marzo de 2014

Cuando los dioses ya no existían y Cristo no había aparecido aún, hubo un momento único, desde Cicerón hasta Marco Aurelio, en que sólo estaba el hombre.” 

Gustave Flaubert







     Todos los caminos parecen retornar a Ragnarök (era hora...).  Y empiezan a converger las ideas y las ganas para ir cerrando el proyecto a vistas de su definitiva concreción y exhibición.  Con todas las vicisitudes absurdas que se corresponden a la realidad cotidiana de Buenos Aires bajo las postrimerías del régimen K, Ragnarök sigue avanzando y definiéndose.  Las Listas de los Ángeles y de los Demonios tienen que tener su propio espacio, en la muestra un sala o sector exclusivo.  Y en el ingreso a esa área estará un políptico con máscaras, a fin de sembrar “cierta” duda desde el principio mismo.






     Empecé con un díptico que se irá extendiendo hacia ambos lados en progresión descendente.  Sumamente divertido y propicio para el despliegue de todas esas manías venecianas y renacentistas que me atacan de a ratos.  Pero cuando lo que proyecto se topa con la falta de materiales en el mercado me quedo inmovilizada entre la decepción y la indignación.

     No hay pintura con relieve en gamas de dorados.  Una pintura que he usado hasta el aburrimiento en mis anteriores trabajos.  -¿Cómo que no hay?  -No.  Son importadas, no entra más nada. -¿Importadas?  -Sí, de Brasil.  No hay más.  Obvia aclarar que esa afirmación de “no hay más” me subleva y los próximos días emprenderé una cruzada en busca “del dorado“ por los confines del universo.  Pero el punto es: ¿es necesario?  ¿Qué mérito patriótico hay en un gobierno que no deja ingresar al país pintura dorada?  ¿Soy cipaya del imperio por hacerle lunarcitos brillantes a mis mascaritas con pintura dorada brasileña?  ¿Estamos en guerra con Brasil y no me enteré?  ¿Y el mundial?  ¿Y Messi?  ¿Lo vamos a dejar ir a tierras enemigas?






     ¡Qué soberana estupidez!  A veces (casi siempre) me cierro a la realidad y a la política y trato de concentrarme en lo mío con autentico autismo hacia el entorno.  Pero se filtra…  La insensatez ridícula de los políticos ineptos se me mete por las rendijas y con su inexplicable prohibición a los dorados me impide terminar mi trabajo.  Otra obra inconclusa hasta “la liberación” de los conteiner “secuestrados” en el puerto con los productos de artística.  Que soberana pavada….







      Mis máscaras tienen como soporte esas otras máscaras de plástico endeble, las que regalan en los cotillón de “Carnaval Carioca” (¡que horror!) de las fiestas de 15 y casamientos.  Esas que a las horas finales del festejo y la ebriedad revisten la catalogación de “basura” y son barridas por mozos cansados y sin imaginación.  Yo no puedo resistirme a ellas y a su resucitación (hoy parcial sin mis dorados).









     Sigo al pie de la letra el manifiesto de Warhol en ese punto (ya subí este texto al blog hace un tiempo, pero vale la reiteración):


“...Lo que quiero decir es que las sobras son probablemente cosas feas, pero si trabajas un poco con ellas y las transformas en hermosas o al menos en interesantes, se despilfarra mucho menos. (…) Como puede verse, es un procedimiento operativo muy económico.  Y es también el más divertido porque, como ya he dicho, las sobras son intrínsecamente divertidas.  La vida en New York brinda muchas ocasiones para querer lo que otros NO quieren: querer las sobras. (…) Sólo en dos casos hago una excepción a mi filosofía sobre el uso de las sobras: 1) mi perro y 2) la comida. Sé que debería haber ido a la perrera a buscar el perro, pero me lo he comprado. (…) Debo admitir también que no soporto comer sobras.”

 Andy Warhol – La filosofía de Andy Warhol (1975), Historia de la fealdad a cargo de Umberto Eco, Random House Mondadori S.A. Barcelona 2007 Pág. 418.












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