Ayer leía en La Nación:
“…Si hay un rasgo común que surge de manera
indiscutida en las investigaciones sobre personalidades creativas es el de incluir
´una multitud´ de personas dentro de uno mismo, con valores y opiniones a veces
opuestos. Uno de los estudiosos que más enfatiza este aspecto es Mihaly
Csikszentmihalyi, autor del best seller Fluir, quien a partir de una muestra de
91 personas altamente creativas (pintores, escritores, físicos, poetas) halló
un denominador común de pensamiento y forma de ser contradictorios, incluso en
términos de ´androginia psicológica´: poseen características propias de su
género y también del género opuesto. (…)
La androginia psicológica se refiere a la capacidad de una persona de
ser agresiva y sensible, emotiva y apática, dominante y sumisa, sin importar el
género. Alguien así duplica si
repertorio de respuestas u puede interactuar con el mundo de forma más rica y
variada. (…)
…El experto chileno en innovación y recursos
humanos Manuel Gross remarcó otras contradicciones típicas de las personas muy
creativas: son fuertes pero tranquilas, inteligentes pero ingenuas, soñadoras
pero realistas, extrovertidas pero prudentes, modestas pero orgullosas,
insurgentes pero conservadoras, apasionadas pero objetivas, expuestas pero
felices, valientes pero sensibles. (…)”
Sebastian Campanario, Personalidad compleja. ¿Por qué los innovadores son contradictorios? La Nación, Suplemento Sábado, 29 de
agosto de 2015, pág. 6.
Así que toda mi vida he asumido y he sido
signada como psicótica cuando en realidad lo mío era “androginia psicológica”;
el escuchar constantemente voces que me contradicen era una clara
manifestación de creatividad y no síntoma esquizoide. Y sólo por contradecir (¡obviamente!) me pregunto qué seriedad puede tener un estudio
hecho sobre 91 personas. Sobre todo si
se asimilan a “físicos” con “poetas”, que me cuesta entender manejen mismo tipo
de “creatividad”. Pero todo bien, a
partir de ahora cuando mi intempestiva mutabilidad emocional generé sobre mi
persona insultos de corte psicopático responderé que lean a este señor Mihaly
Csikszentmihalyi y se desayunen de mi fluir en vaivén de un extremo a otro.
Pero como ciertamente me contradigo todo
el tiempo, después de estar refunfuñando fastidiada por no terminar mis Bandejas
Enmascaradas, apenas a escasa semana de acabarlas estoy de nuevo
rondándolas obsesivamente. Ha surgido la
posibilidad de exponerlas a la venta en una feria en octubre. Estando listas, mi única preocupación debería
ser como demonios colgarlas con gracia llegado el momento. Pero no.
Acá estoy, convencida de que para que tenga sentido todo el asunto debe
existir un manifiesto, catálogos impresos que lo divulguen, y montaje
fotográfico que lo cuente en imágenes.
Quiero hacer otra cosa, de hecho refloté un juego de imágenes de Mucha para mi cocina (amarillo,
predominantemente amarillo) en el que planeo acabar todos los sobrantes de las Bandejas,
ocupando toda mi mesa de trabajo con papeles artesanales y cartulina
quemada. Pero la sombra de mis máscaras
me distrae de nuevo, me corretea la realidad de que si quiero hacer material
impreso para octubre no tengo mucho margen para decidir y diseñar. “Si hay un rasgo común que surge de manera
indiscutida en las investigaciones sobre personalidades creativas es el de incluir
´una multitud´ de personas dentro de uno mismo…” Sí, claro. Pero sería más útil tener
a mano una persona real, de carne y hueso, que se ocupara de algunas cosas por
uno. Una mano amiga, que le dicen. Ayuda, para simplificar.
Por suerte siempre hay otras fuentes de
distracción (el artículo no habla de “dispersión”
sino de contradicción, así que en este aspecto estoy a salvo de interpretaciones). Alguien que sigo en Twitter subió una imagen del mapa
de América que use para una de mis chicas de Cartográfica. Grato reencuentro que me salvó (por un rato) de este creciente malhumor.