La
auténtica intervención
artística versus la mera impresión publicitaria masiva de objetos utilitarios (léase: merchandising).
Dice Milo
Lockett:
“Hay
gente que nunca compraría un cuadro, pero sí colecciona almohadones y por ahí
entra a la obra, empieza un diálogo. Muchos compradores de primeros cuadros
entraron en contacto por una taza, por un estuche.
P
-¿Es una estrategia de mercado?
R
–No tiene que ver con el marketing ni con una estrategia. Tiene que ver con que hay mucha más gente que
le interesa un objeto que un cuadro. Hay
un fenómeno que se empezó a discutir hace unos años acerca del objeto cotidiano
intervenido artísticamente. A mí me
parece una genialidad que el arte haya entrado a nuestras vidas desde otro
lugar. Que hoy esté en un sillón, en una
juguera, en una cafetera, en una botella, es sinónimo de que nos empezamos a
amigar con el arte y eso sucede en las grandes urbes de las capitales del
mundo. Hay artistas y personas que se
resisten a esta idea.
P
-¿Quiénes se resisten?
R
–Los del establishment, ellos dicen que el arte tiene que estar en el museo y
que no cualquiera puede estar en el museo.
Tampoco que cualquiera puede exponer.
No todos pueden pintar y eso, se contradice con lo que pasa actualmente
en el mundo. El arte siempre tuvo un
lugar de solemnidad y de elite. Y eso es
pensar que unos pocos pueden acceder El
arte es universal y tiene que ser para todos, no tiene que ser sólo un refugio
para los que tienen cultura. Por eso creo que puede estar incorporado a una
mesa, a una servilleta, a una sábana, a una remera.”
Milo
Lockett “Me corro del lugar donde el arte se pone
solemne”, Texto Fabiana Scherer, La Nación Revista domingo 9 de
agosto 2015 páginas 38.
Tanta
mezcolanza de conceptos obliga a desentrañar lentamente el ovillo. Pero lo primero es lo primero: “El
arte es universal y tiene que ser para todos, no tiene que ser sólo un refugio
para los que tienen cultura.” ¿Dónde está el error en esta
afirmación? En que sería deseable (¿moralmente obligatorio?) que a
esta altura de la humanidad la “cultura” no resulte un privilegio de
pocos sino un derecho humano natural a todo ciudadano. Entonces, cultura y arte irían juntos
integrando la cotidianidad de todos.
Pero como acá se nivela para abajo, quitemos de la ecuación la cultura (que es sinónimo en este caso de educación) y dejemos el arte como
figurita vacía de mera decoración alienante.
Segundo error de concepto: confundir la “intervención
artística” con una matriz de diseño masivo.
No es lo mismo (¡no es lo mismo!)
un objeto individual, el que sea, tomado por un artista y re-elaborado desde
una visión creativa, intervenido personalmente y mutado en
consecuencia por la acción directa de ese artista. Estoy por completo a favor de la
intervención, como forma de puesta en valor desde un lugar personalísimo, original, individual y único. Yo, que me considero
artista, he intervenido mesas:
Cajas:
Y bandejas, entre otras cosas:
Pero son todas ellas intervenciones sobre un objeto único,
que cambia a partir de esa acción y que si bien no pierde el carácter utilitario
inicial e intrínseco del objeto implica el compromiso y la visión
personal de quién lo interviene. El
objeto pasa a integrar la concepción artística de su interviniente. Eso no tiene nada que ver con diseñar un
garabato que será impreso de modo mecánico-industrial indistintamente en tazas, platos y servilletas. Eso no es intervenir es producir en serie. NO ES LA MISMA COSA.
"Los
del establishment, ellos dicen que el arte tiene que estar en el museo y que no
cualquiera puede estar en el museo.
Tampoco que cualquiera puede exponer.
No todos pueden pintar y eso, se contradice con lo que pasa actualmente
en el mundo."
El
Arte tiene que estar en los museos. Las grandes obras de los grandes Maestros tienen que estar, indiscutiblemente,
en los museos porque esas obras son patrimonio de la humanidad. Los Leonardo,
los Velazquez, los Goyas
y siguen (¡afortunadamente!) las firmas, no pueden estar en colecciones privadas, sino
que tienen que ser de libre acceso a todos y estar debidamente protegidos y
resguardado por la comunidad de naciones (previniendo el expolio y asegurando el ingreso gratuito del público aunque sea en días determinados mediante la aportación de fondos públicos suficientes).
El Arte es patrimonio común de la humanidad y los museos los debidos
guardianes que preservan ese patrimonio para las generaciones venideras.
“…no
cualquiera puede estar en el museo…”
Obviamente. Hay criterios de selección por calidad y prioridad ante la escasés de espacio. Acceder al museo es una cuestión de méritos, y merecer no está en contra de ningún criterio racional ni del mínimo sentido común. Sólo el populismo rastrero e hipócrita está en contra de los méritos. No todo es lo mismo, nunca lo ha sido y nunca lo será. Nadie se escandaliza porque un Messi cobra fortunas mientras nadie contrata al patadura chambón y excedido de peso que juega al papi fútbol con los compañeros de oficina los viernes a la noche. En el fútbol el mérito (talento, dedicación, temperamento) pesa, pero en el arte no. ¿De qué estamos hablando?
“Tampoco
que cualquiera puede exponer. No todos
pueden pintar y eso, se contradice con lo que pasa actualmente en el mundo.”
El hecho de que algo que está mal se haga igualmente
no lo legitima, no lo convierte en algo que
está bien. El que cualquiera con dinero, contactos y
la suficiente caradurez no sólo pinte sino que exponga no significa que esté
bien, que eso sea “arte”. No
es todo lo mismo, NO LO ES, aunque pretenda negarse hay escalas de valores, hay
criterios de calidad. Este “todo da lo mismo” que se pretende
imponer es una forma de dar poder a los mediocres, de dejar ganar a los
turbios y a los impostores. Y frente a esa trampa sólo nos queda la
indignación y el elevar la voz para declarar que nos negamos a aceptar que nos
traten de estúpidos, que nos crean borregos propensos a adherir a la manada. Todavía podemos notar la diferencia y optar
por lo real y lo auténticamente valedero. Sin marketing
ni discurso tramposo de por medio.
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