sábado, 29 de agosto de 2015


     André Breton llamaba al excéntrico Salvador Dalí el “Avida Dollars”, el anagrama del nombre del catalán que Breton acuñó en 1939 para referirse al apego por el dinero que Dalí hacía evidente en su forma de vida y para con su producción artística.

     (…) Es bien sabido que el matrimonio Gala-Dalí firmaba sin reparo contratos con escultores y talleres de grabado a los que daba carta abierta para realizar reproducciones de sus obras avaladas con la firma del artista. Del mismo modo firmaba papeles en blanco (hallados en su taller de grabado en París), otro de los motivos por los que su obra gráfica resulta difícil de valorar como auténtica; esta libertad derivada de la fuerza de su nombre resultó en la producción desmedida de obras atribuidas a Dalí, muchas veces sólo una atinada falsificación realizada a partir de algunos de sus dibujos o sus cuadros pero presentada como pieza original. Más allá del problema que esto representa para las casas de subastas y los coleccionistas quienes desean “hacerse de un Dalí”, es esto el resultado de la sed por el dinero que sufría el pintor, quien desde entonces sabía que su nombre era ya una marca.

     En la década de los 70, la entonces todavía más popular revista para adultos: Playboy, que ya contaba con 20 años de experiencia en el mercado, convocó a Dalí para ser el responsable de la dirección de arte de una sesión fotográfica al más puro estilo surrealista. Playboy, fundada por Hugh Hefner en 1953, es reconocida en el mundo por sus portadas y sus páginas ilustradas con bellezas al desnudo, pero además de la fotografía de glamour, el contenido se completa con entrevistas y colaboraciones de reconocidas figuras en el cine, la literatura, el deporte, la política y, por supuesto, el arte.

     En 1974, el fotógrafo Pompeo Posar y el controversial Dalí unieron esfuerzos para llevar a cabo El mundo erótico de Salvador Dalí, la representación a cámara de una serie de bocetos que el artista había proyectado tiempo atrás. Motivado por sus intereses en la sexualidad y lo erótico, resultado de sus estudios de las teorías sobre la pulsión sexual acuñadas por Freud, Dalí propuso un shooting en el que las chicas desnudas y la composición del escenario fueran la manifestación del deseo sexual.

     Con sus reconocibles rasgos entre la locura y la fantasía, las fotografías dirigidas por Dalí para Playboy integran otro de los trabajos que cuestionaría aún más la reputación profesional del artista entre quienes lo señalaban por someter el arte al valor del dinero. A la distancia todavía se discute la colaboración entre Dalí y la revista sobre si éste decidió participar por la remuneración económica que esto le traería o verdaderamente se vio motivado por este nuevo medio para la expresión de su imaginería, pese a lo dicho por Dalí sobre su trabajo con Playboy: “The meaning of my work is the motivation that is of the purest – money. What I did for Playboy is very good and your payment is equal to the task” (El significado de mi trabajo es la motivación de lo más puro – el dinero. Lo que hice para Playboy es muy bueno y la paga es igual a la tarea), e incluso sobre quienes se empeñan en hacer una lectura artística y simbólica de las fotografías.

     A la vuelta de esta declaración, los años han hecho de esta sesión un tesoro para los aficionados del maestro Dalí y un registro visual de lo que el artista podía hacer con personas reales: un festín de la sexualidad en la imagen fotográfica. 



Fuente: Cultura Colectiva – Mónica Careaga mayo 23,2014






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