El
Cultural (http://www.elcultural.com/noticias/letras/Milo-Manara-Una-etiqueta-como-la-de-autor-erotico-ayuda-a-vender-mas-no-protesto/8148)
publica una entrevista al genial Milo
Manara. Extraigo de ahí:
-¿Cómo se siente al saber que millones de personas
sueñan con las mujeres que dibuja?
-Es una gran responsabilidad, sin duda. El cómic es un arte popular, que llega a muchos sitios, y yo he creado una suerte de icono femenino que parece haber calado profundamente en nuestra sociedad. Es curioso pensar en cómo ha cambiado el concepto de belleza a lo largo de los siglos. Por ejemplo, las mujeres de Rubens hoy no nos resultan bellas, pero en su tiempo representaban el ideal femenino. La celulitis, que ahora consideramos un defecto, era parte de ese ideal, porque siendo más propia de la mujer, formaba parte de la feminidad y todo lo femenino era bello. El canon de belleza occidental difiere mucho del de otras partes del mundo. En el Japón antiguo los pies pequeños eran considerados hermosos y algunos pueblos africanos deforman artificialmente sus labios hasta extremos sorprendentes como signo de belleza. El cuerpo femenino ha sido siempre manipulado, como reflejo de su papel social en cada época. Yo solo formo parte de esa larga cadena. Mis mujeres también expresan el cambio de papel de la mujer en nuestra sociedad, su evolución. Su belleza es atlética, activa, como lo son las mujeres de hoy.
-Es una gran responsabilidad, sin duda. El cómic es un arte popular, que llega a muchos sitios, y yo he creado una suerte de icono femenino que parece haber calado profundamente en nuestra sociedad. Es curioso pensar en cómo ha cambiado el concepto de belleza a lo largo de los siglos. Por ejemplo, las mujeres de Rubens hoy no nos resultan bellas, pero en su tiempo representaban el ideal femenino. La celulitis, que ahora consideramos un defecto, era parte de ese ideal, porque siendo más propia de la mujer, formaba parte de la feminidad y todo lo femenino era bello. El canon de belleza occidental difiere mucho del de otras partes del mundo. En el Japón antiguo los pies pequeños eran considerados hermosos y algunos pueblos africanos deforman artificialmente sus labios hasta extremos sorprendentes como signo de belleza. El cuerpo femenino ha sido siempre manipulado, como reflejo de su papel social en cada época. Yo solo formo parte de esa larga cadena. Mis mujeres también expresan el cambio de papel de la mujer en nuestra sociedad, su evolución. Su belleza es atlética, activa, como lo son las mujeres de hoy.
-A veces, le reprochan que sus personajes, femeninos y masculinos, son siempre demasiado guapos...
-Es un concepto que procede del ideal platónico de la belleza. Para los platónicos lo bello es siempre bueno por naturaleza, es una virtud en sí misma que incluye todas las virtudes, como la bondad o incluso la inocencia. Se cuenta que en cierta ocasión una modelo del escultor Praxíteles fue llevada a juicio por prostitución. Su abogado, en lugar de soltar una larga perorata, se limitó a desnudarla ante el tribunal, dejando que su belleza hablara por sí sola. Naturalmente, fue declarada inocente. Quizá sea una elección ingenua el pensar así, pero es la mía.
-¿No le molesta la etiqueta de dibujante erótico?
-Yo dibujo de todo, no solo mujeres hermosas y escenas eróticas. Dibujo también casas, coches, caballos, incluso los pomos de las puertas… Si la gente solo recuerda a mis chicas y no los pomos de las puertas, no es culpa mía (risas). Bromas aparte, todo cambió para mí con la publicación de El clic en 1983. El título original en italiano era Ilgioco, El juego, y eso es exactamente lo que era: un juego, un divertimento, casi una broma privada con los editores de la revista italiana Playmen, donde se publicó por primera vez. De hecho, los personajes tenían los nombres de mis compañeros en la revista... Pero para mi sorpresa se convirtió en un éxito internacional imprevisto. Se tradujo a todos los idiomas, se hicieron películas y series de televisión. Y, por supuesto, me ganó la etiqueta de "autor erótico". Aunque debo reconocer que yo no he hecho nada por impedirlo. No protesto por ello. De hecho, en un mundo como el de las librerías de hoy, una etiqueta ayuda a vender más, a que sepan dónde colocar tus libros y dónde buscarlos... Lo que sí me preocupa a veces es que los lectores se olviden de lo demás. Del resto de mis obras. Pero sé que los verdaderos aficionados conocen cosas como Caravaggio, Los Borgia, H. P. y Giuseppe Bergman o Verano indio, por supuesto.
-Yo dibujo de todo, no solo mujeres hermosas y escenas eróticas. Dibujo también casas, coches, caballos, incluso los pomos de las puertas… Si la gente solo recuerda a mis chicas y no los pomos de las puertas, no es culpa mía (risas). Bromas aparte, todo cambió para mí con la publicación de El clic en 1983. El título original en italiano era Ilgioco, El juego, y eso es exactamente lo que era: un juego, un divertimento, casi una broma privada con los editores de la revista italiana Playmen, donde se publicó por primera vez. De hecho, los personajes tenían los nombres de mis compañeros en la revista... Pero para mi sorpresa se convirtió en un éxito internacional imprevisto. Se tradujo a todos los idiomas, se hicieron películas y series de televisión. Y, por supuesto, me ganó la etiqueta de "autor erótico". Aunque debo reconocer que yo no he hecho nada por impedirlo. No protesto por ello. De hecho, en un mundo como el de las librerías de hoy, una etiqueta ayuda a vender más, a que sepan dónde colocar tus libros y dónde buscarlos... Lo que sí me preocupa a veces es que los lectores se olviden de lo demás. Del resto de mis obras. Pero sé que los verdaderos aficionados conocen cosas como Caravaggio, Los Borgia, H. P. y Giuseppe Bergman o Verano indio, por supuesto.
-En todas ellas, el erotismo está presente...
-¡Por supuesto! Lo que yo no entiendo es por qué no está presente en las obras de los demás... El erotismo quizá no sea la razón de todo, como pensaba Freud, pero sí al menos de un sesenta por ciento de nuestras motivaciones y pensamientos. Yo me conformo con trasladar ese sesenta por ciento a mi obra. Lo que me ha sorprendido siempre es que existan obras de cómic, cinematográficas o literarias sin erotismo. Yo soy un típico hombre de Mayo del 68, un producto también de la liberación sexual, que fue una de las conquistas del 68. Cuesta ahora imaginar cómo era la sociedad antes de esa, no diré revolución, pero sí gran cambio de valores. Para mí, la Barbarella de Jean-Claude Forest fue una epifanía, como la de San Pablo en el camino de Damasco. Cuando la vi supe qué es lo quería hacer. Pero no solo Barbarella, también Jodelle de Guy Peellaert, Saga de Xam de Jean Rollin y Devil,PhoebeZeit-Geist de O´Donoghue y Springer... Los cómics para adultos, que editaba Eric Losfeld. Y el cine, no olvidemos El último tango en París de Bertolucci, que fue condenada en Italia a que se quemaran sus copias, lo que afortunadamente no ocurrió con todas… Yo disfruto con el dibujo erótico. Disfruto dibujando el cuerpo femenino, es como seguir un viaje por sus curvas, es una aventura, una de las experiencias más plenas de mi vida. A mi edad, por supuesto, el disfrute del erotismo es más contemplativo que otra cosa. Pero considero que he heredado el placer más antiguo del mundo. Una de las diferencias fundamentales entre el hombre de Neanderthal y el Homo Sapiens, sino la mayor, es la capacidad de dibujar: el Neanderthal no dibujaba.. Dibujar hoy es repetir exactamente gestos que tienen más de cincuenta mil años de antigüedad... Es emocionante.
-Fellini, Guido Crepax, Pasolini, Tinto Brass... ¿Qué tiene el erotismo para los italianos?
-Y no olvidemos a Bertolucci... ¿Qué tiene el erotismo para los italianos? ¡La iglesia, por supuesto! El sentido del pecado, como en España. Pensemos en Almodóvar, Buñuel... o en dibujantes de cómic como Enric Sió, por ejemplo. España tiene también grandes artistas eróticos. Creo que Italia y España comparten el sentimiento del pecado y de la transgresión, sin los que no se explica nuestro erotismo. La verdadera sal del erotismo es el pecado.
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