No es que
yo sea monotemática (que, de hecho, lo
soy), ni que me empecine con una cosa y gire sobre el punto hasta el
hartazgo (que lo hago), pero al abrir
mi correo hoy en el escaso margen de tiempo que pude conseguirme para ello me
encuentro con dos mails que son más de lo mismo. El primero, de un remitente desconocido hasta
ahora, me propone una serie de servicios para potenciar mi carrera artística
que viene a confirmar la premisa de que en el arte todos viven del artista, porque el
artista paga de su bolsillo absolutamente todo.
Pego aquí el texto sin agregarle ni omitir ni una coma:
¿Es una
broma? ¿”Currículo en prosa”? ¿En qué iba a ser si no? ¿En versos alejandrinos o en prolijo soneto? ¿Y
ciento noventa dólares una crítica? El conceptual
coaching (“Hoy en día una obra
vale más que nada por su concepto”) me dejó boqueando como un pescado muda
por la indignación. Y arrancar citando
como paradigmas a imitar a Hirst y a
Koons … me reservo los comentarios (porque ya los he reiterado demasiado en este
blog).
Pero no
alcanzaba con eso, no, aunque me hubieran dado material para la protesta
constante durante un mes. Un segundo
mail cuyo remitente es Agora Gallery
me ofrece por su parte Expert Advice for Artists
E
independientemente de que no discuto la propiedad intelectual (con lo que no estoy de acuerdo es con la
propiedad comercial de los derechos intelectuales), que defiendo como
cualquiera la protección ética de la obra, su integridad frente a terceros y la
propiedad absoluta, perpetua e imprescriptible del autor material, no creo que
deba tratarse al arte con las mismas reglas que se utilizan para patentes,
productos u otros objetos con copyright.
Y, por sobre todas las cosas del mundo, estoy en contra de las marcas de
agua en las imágenes.
También
escribí demasiadas veces sobre esto.
Este blog surgió en mitad de una discusión (abierta pelea) sobre mi incomprensible “capricho” de no colocar marcas de agua sobre mis obras ni de
pleitar a cualquiera que tuviera la (amable
y elogiosa según yo, la aprovechada e infame según mi entorno) idea de
utilizar imágenes de mis obras sin mi conocimiento y expresa autorización.
Por
supuesto que todo el mundo es libre de pensar lo que quiera, de aplicar todos los mecanismos (legales) a su alcance para vivir a costa
de los artistas, y de incluirme en listas de mails para mandar publicidades de
sus servicios arancelados. Y yo soy libre de
indignarme otra vez y por lo mismo y volver a escribir sobre ello en este blog
(ya monótono). Mis disculpas si aburro.
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