Después
de más de veinte horas de viaje –no sé cómo contarlas, yo llegué al aeropuerto
de Los Ángeles a las 19 horas del
viernes 7 de agosto y arribé al aeropuerto de Buenos Aires a las 19 del sábado 8 de agosto, aunque a mérito de la
idiosincrasia del servicio de Aduanas y al tráfico correspondiente abrí la
puerta de mi casa en Lanús a las nueve de la noche del sábado- trato de reintegrarme a mi realidad local y cotidiana. ¿Cuánto tiempo me costó volver? Diría que es indiferente, que aunque me gusta
mucho viajar, también me gusta mucho volver. El llegar a casa siempre es un momento grato. Pero en este rato, relajada, al abrir la compu
con un servicio de wi-fi decente por primera vez en varios días, ¿qué
es lo primero que veo? Un tweet de un
agente de prensa, con el adelanto de la tapa de la revista dominical de La
Nación de mañana:
Yo me
había quedado rumiando en las interminables horas de mi viaje de regreso las
suculentas frases del maestro Milo
Manara:
“…El
cómic es un arte popular…”
“…El
cuerpo femenino ha sido siempre manipulado, como reflejo de su papel social en
cada época. Yo solo formo parte de esa larga cadena. Mis mujeres también
expresan el cambio de papel de la mujer en nuestra sociedad, su evolución. Su
belleza es atlética, activa, como lo son las mujeres de hoy…”
“…
Yo dibujo de todo, no solo mujeres hermosas y escenas eróticas. Dibujo también
casas, coches, caballos, incluso los pomos de las puertas… Si la gente solo
recuerda a mis chicas y no los pomos de las puertas, no es culpa mía…”
“…Yo
disfruto con el dibujo erótico… considero que he heredado el placer más antiguo
del mundo. Una de las diferencias fundamentales entre el hombre de Neanderthal
y el Homo Sapiens, sino la mayor, es la capacidad de dibujar: el Neanderthal no
dibujaba. Dibujar hoy es repetir exactamente gestos que tienen más de
cincuenta mil años de antigüedad... Es emocionante…”
Pero voy a hacer un profundo esfuerzo en no
ser odiosa y voy a esperar a leer la nota a Lockett mañana antes de indignarme y despotricar en consecuencia. Me he propuesto vigilar de cerca mis
prejuicios y mis antipatías instintivas.
Aunque mi sospecha de que nos hemos vuelto una versión muy barata de
todo cada vez obtiene más indicios de veracidad.
Siempre es bueno volver a casa... pero podrían dejarme jugar un poco más con la fantasía de esa casa utópica y no bajarme tan rápido de un hondazo a la cruda realidad (chapucera y mal acabada realidad) que nos toca ...
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