lunes, 17 de agosto de 2015

    Bien y mal con la #12 (¿será la bandeja base que arrastra su maleficio insatisfactorio desde la ex #11?).  La idea estaba bien (está bien), el asunto de los espejos sigue teniendo sentido aunque me  preocupa si podrán sostenerse en el interior de los fragmentos de máscara.  Y ahí viene mi problema.  Ayer cuando arranqué el montaje de la máscara con puntas para la #12 estaba de lo más feliz.  Típico cachivache que me motiva.  Hasta la tenía marcada para los cortes: quedaría dividida en cinco partes para sostener sobre la bandeja, arriba centro del gorro puntudo, los ojos uno para cada lado al centro, la boca partida al medio con su cuello repartido al pie.   Todo muy bien, todo acorde con lo planeado ab initio.




     Hoy, bendito feriado que me permite trabajar la mañana de un lunes tranquilo, avanzo en la máscara y empiezo a no querer cortarla en cinco partes.  Está muy mal que me guste.  Pero pasa, y después de haber destrozado la fallida #11 (y que la nueva versión no vaya para ningún lado), empiezo a entrar en un estado de ansiedad que me hace desear mandar todo este asunto de las Bandejas Enmascaradas al mismísimo infierno de la frustración.





     Paro para tomar aire y reviso el mail.  Y me topo con el alegre comentario del gestor de la malparida idea de mis Bandejas  citando un artículo de La Nación de ayer que refiere a la venta de obras de arte de pequeño formato y a muy bajo precio.  “Recordá” –me escribe- “que tus mascaritas no se pasen ni en trabajo ni en costo de materiales.  Barato, bonito y chico.  Aunque esperar que vos no te excedas es utópico, ¿no? Mandá fotos, que tengo un par de interesados en tus avances.” 

     Me imagino que se está riendo, cuando me escribe, cuando supone que lo leo, cuando tengo un berrinche como el que tengo en este momento.  Estúpido él, estúpida yo que le hice caso, estúpidas bandejas y estúpidas máscaras, estúpida moda de vender chucherías a dos por cinco.  ¿Por qué me engancho?  ¿Por qué estoy escribiendo esto que seguro lo hace reírse aún más fuerte?






La primera colección – Un gran salto con pequeños pasos.
Menor inversión, mayor libertad.
Comprar obras chicas suele ser la opción elegida por quienes se inician en el mundo del arte.

Marina Oybin, para La Nación
     Comenzar una colección no es un salto al vacío.  Mientras el arte contemporáneo se expande en formatos y técnicas, una obra pequeña puede ser el inicio de una gran colección.  Para quienes dan sus primeros pasos en el mundo del arte, comprar una obra chica –de un tamaño no superior a  50X50 cm.- no implica una inversión desmesurada –en algunos casos no supera los 200 pesos, aunque el promedio suele ser de 3000- y alienta a seguir con otras mientras se empieza a perfilar el propio gusto, se indaga y se conocen nuevas propuestas.  Más allá del aspecto económico, hay en las obras pequeñas un rasgo singular: generan un lazo de intimidad con el espectador.  Es necesario acercarse, mirar detalles; no alcanza con la vista panorámica.
     Varias galerías porteñas ponen el foco en el pequeño formato.  Ral Veroni, director de Mar Dulce, señala que muchos artistas producen obras chicas y les gusta trabajar en ese formato, pero no tienen dónde venderlas.  Mar Dulce… es visitada por turistas que buscan una obra fácil de transportar…  (…)
     Las ferias representan una buena oportunidad para conseguir variedad de obras de pequeño formato.  En Arte Espacio, cuya séptima edición continúa hasta el martes en el Hipódromo de San Isidro, 170 artistas ofrecen obras a la venta en forma directa, sin intermediarios; es un requisito que 15 de ellas que no superen los 50X40 cms. ni los mil pesos. (…)”

La Nación, Suplemento Ideas, domingo 16 de agosto de 2015, página 9.

    


    Sólo dos comentarios (tengo un mal día, sepan entender): uno) los turistas buscan souvenires no repetidos, no obras de arte  fáciles de transportar; y dos) la nota de La Nación es publicidad encubierta de Arte Espacio, feria que auspicia, siendo muchas de las pequeñas galerías que nombra en la nota integrantes del evento y, ergo, han pagado dentro de los costos de su participación el rubro “publicidad en medios masivos de comunicación”.    







No hay comentarios:

Publicar un comentario