Bien y mal
con la #12 (¿será la bandeja
base que arrastra su maleficio insatisfactorio desde la ex #11?). La idea estaba bien (está bien), el asunto de
los espejos sigue teniendo sentido aunque me preocupa si podrán
sostenerse en el interior de los fragmentos de máscara. Y ahí viene mi problema. Ayer cuando arranqué el montaje de la máscara
con puntas para la #12 estaba de lo más feliz.
Típico cachivache que me motiva.
Hasta la tenía marcada para los cortes: quedaría dividida en cinco
partes para sostener sobre la bandeja, arriba centro del gorro puntudo, los ojos uno para cada lado al
centro, la boca partida al medio con su cuello repartido al pie. Todo muy bien, todo acorde con lo planeado ab initio.
Hoy,
bendito feriado que me permite trabajar la mañana de un lunes tranquilo, avanzo
en la máscara y empiezo a no querer cortarla en cinco partes. Está muy mal que me guste. Pero pasa, y después de haber destrozado la
fallida #11 (y que la nueva
versión no vaya para ningún lado), empiezo a entrar en un estado de
ansiedad que me hace desear mandar todo este asunto de las Bandejas Enmascaradas al mismísimo
infierno de la frustración.
Paro para
tomar aire y reviso el mail. Y me topo
con el alegre comentario del gestor de la malparida idea de mis Bandejas citando un artículo de La Nación de ayer que
refiere a la venta de obras de arte de pequeño formato y a muy bajo
precio. “Recordá” –me escribe- “que
tus mascaritas no se pasen ni en trabajo ni en costo de materiales. Barato, bonito y chico. Aunque esperar que vos no te excedas es utópico,
¿no? Mandá fotos, que tengo un par de interesados en tus avances.”
Me
imagino que se está riendo, cuando me escribe, cuando supone que lo leo, cuando
tengo un berrinche como el que tengo en este momento. Estúpido él, estúpida yo que le hice caso,
estúpidas bandejas y estúpidas máscaras, estúpida moda de vender chucherías a
dos por cinco. ¿Por qué me
engancho? ¿Por qué estoy escribiendo
esto que seguro lo hace reírse aún más fuerte?
“La
primera colección – Un gran salto con pequeños pasos.
Menor inversión, mayor libertad.
Comprar obras chicas suele ser la opción
elegida por quienes se inician en el mundo del arte.
Marina Oybin, para La Nación
Comenzar una colección no es un salto al vacío. Mientras el arte contemporáneo se expande en
formatos y técnicas, una obra pequeña puede ser el inicio de una gran
colección. Para quienes dan sus primeros
pasos en el mundo del arte, comprar una obra chica –de un tamaño no superior
a 50X50 cm.- no implica una inversión
desmesurada –en algunos casos no supera los 200 pesos, aunque el promedio suele
ser de 3000- y alienta a seguir con otras mientras se empieza a perfilar el
propio gusto, se indaga y se conocen nuevas propuestas. Más allá del aspecto económico, hay en las
obras pequeñas un rasgo singular: generan un lazo de intimidad con el
espectador. Es necesario acercarse,
mirar detalles; no alcanza con la vista panorámica.
Varias galerías porteñas ponen el foco en el pequeño formato. Ral Veroni, director de Mar Dulce, señala que
muchos artistas producen obras chicas y les gusta trabajar en ese formato, pero
no tienen dónde venderlas. Mar Dulce… es
visitada por turistas que buscan una obra fácil de transportar… (…)
Las ferias representan una buena oportunidad para conseguir variedad de
obras de pequeño formato. En Arte
Espacio, cuya séptima edición continúa hasta el martes en el Hipódromo de San Isidro,
170 artistas ofrecen obras a la venta en forma directa, sin intermediarios; es
un requisito que 15 de ellas que no superen los 50X40 cms. ni los mil pesos. (…)”
La
Nación, Suplemento Ideas, domingo 16 de agosto de 2015,
página 9.
Sólo dos
comentarios (tengo un mal día, sepan
entender): uno) los turistas buscan souvenires no repetidos, no obras de arte fáciles de transportar;
y dos) la nota de La Nación es
publicidad encubierta de Arte Espacio,
feria que auspicia, siendo muchas de las pequeñas galerías que nombra en la
nota integrantes del evento y, ergo, han pagado dentro de los costos de su
participación el rubro “publicidad en
medios masivos de comunicación”.
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