“Si el
varón dictamina que la vida es sagrada cuando se trata de desviar el polen o de
interrumpir el desarrollo de un invisible gameto masculino que topó con uno
femenino, ¿por qué deja de ser sagrada cuando manda al matadero a millones de
muchachos sanos, fuertes (se los elige entre los mejores)? Nunca he logrado explicarme satisfactoriamente
en nombre de qué lógica masculina eso no es crimen, y lo otro sí. Digo que los chicos malcriados (por nosotras)
que siguen de grandes haciendo travesuras del calibre del de la bomba atómica,
no tienen perdón de Dios a esta altura de la civilización. Y
lo digo con maternal desasosiego.
Perdónenme, hombres, porque los quiero en lo que tienen de querible y
admirable, no en sus tendencias tiránicas de acaparadores de poder y de derechos, no en su orgullo de camorreros
armadores de líos que resuelven luego a mano armada, convirtiendo al mundo en
una sangrienta cancha de fútbol. No
sigan jugando a eso. (…)
Creo que las mujeres, por naturaleza, por
ser ellas quienes soportan todo el peso y dolor de dar vida, no aceptan en
general de buen grado la destrucción. Y
creo que los hombres (perdón hombres, repito que los quiero) son un poco como
niños a quienes les hace falta vigilancia. (… ) …estimo que la mujer al educar
al niño, es decir al hombre de mañana, podría cambiar la faz del mundo. (…) Digo que (la mujer) tiene que poner en práctica
un plan de educación que no ensalce la
agresividad masculina… (…) En nuestras manos está la hechura del
porvenir. Por naturaleza, somos las hacedoras. Y si a pesar de practicarlo
hemos puesto muchos siglos en saberlo,
ahora lo sabemos. El camino no puede ser
desandado.”
Victoria
Ocampo, Testimonios – Victoria Ocampo por
Adolfo de Obieta, El Corregidor Buenos Aires 2000
páginas 198/200.-
Supongo que
no tengo más remedio que soportar estoicamente el día de hoy, poniendo mi mejor cara de
circunstancia a los saludos por el (estúpido)
“día de la mujer”. Reconozco que
algunas personas no tienen mala intención, que van con la corriente por pura
ingenuidad y real desinterés en la
cuestión. Pero no puedo evitar sentir
que en el supuesto “homenaje”, en la “conmemoración”, se encubre la acción
peyorativa de darnos “un día” para
compensar la presunta deficiencia que implica nuestro género per se. Gracias, pero no. NO.
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