domingo, 1 de diciembre de 2013

El inestimable mérito de la crítica y de porque el artista debe colocar al crítico (curador, galerista, marchand, editor, productor, y demás “mandamases” de la “cultura” oficial) en un altar.
 
 
 
 
 
La bibliografía sobre Poe, su vida, sus amores, sus anticipaciones a temas que más tarde serían tomados por el psicoanálisis y sus escritos literarios y ensayísticos es más que abundante. Baudelaire tuvo la precisión de rescatarlo del olvido y del menosprecio justo a tiempo. El trabajo en las redacciones y las situaciones descriptas chocaban con la burguesía intelectual de la época, a la que tanto criticó en sus páginas. En varios ensayos se quejaba del maltrato que los escritores y periodistas recibían en los diarios y en las revistas. Los pagos atrasados y escasos, y la falta de una ley de propiedad intelectual eran los mayores reclamos hacia los editores. La pobreza de Poe no era casual. El padre del cuento moderno, como a muchos creadores, la fama –que nunca buscó- le llegó demasiado tarde. La muerte lo recogió en el umbral de una taberna de Baltimore y se lo llevó en pleno delirium tremens, cuatro días más tarde de encontrarlo. No hay cuentista que no rinda su homenaje al periodista despreciado, miserable, borracho y –como si esto fuera poco para escandalizar- fumador de opio. (…) ´Será siempre difícil practicar la literatura, a la vez de modo noble y fecundo, sin exponerse a la difamación y a la calumnia de los impotentes; a la envidia de los ricos -¡esa envidia que constituye su pena!- y a las represalias de la mediocridad burguesa´, escribió Baudelaire para elevar la figura de su admirado escritor.”


German Ferrari, “El poder de la imaginación – 7 de octubre de 1849 muerte de Edgar Allan Poe”, Diario La Unión del 2 de Octubre de 1994, pág. 10/11.



 
 
 
El 25 de junio de 1857, en una tirada de mil trescientos ejemplares y al precio de tres francos, se lanza la primera edición de Las flores del Mal. Con tal motivo, y apenas dos días después, el diario Le Figaro reanuda sus acerbos ataques contra el poeta y su obra, que ya había iniciado dos años antes en base a meros anticipos publicados en revistas. La justicia ordena el secuestro de la edición, así como el procesamiento del autor y de sus editores, Poulet-Malassis y de Broise. Baudelaire es condenado a pagar una multa de trescientos francos, y sus editores una de cien francos por cabeza, ordenándose además la supresión de seis poemas. A comienzos de febrero de 1861, en una tirada de mil quinientos ejemplares y con el mismo precio, se publica una segunda edición que, si bien excluye los seis textos cuestionados, agrega en cambio otros treinta y cinco nuevos, distribuyendo en forma distinta el material. En 1868, un año después de la muerte del poeta, se lanza la tercera edición de Las Flores del Mal, con un elogioso prólogo de Théophile Gautier, a quién la obra había sido originariamente dedicada. En su sesión del 31 de mayo de 1949, casi cien años después, la Sala Criminal del Tribunal de Casación de Paris, a raíz de una propuesta aceptada por la Asamblea Nacional el 12 de Septiembre de 1946, pronunciaba solemnemente un veredicto de rehabilitación retrospectiva de Baudelaire y de sus editores.”
 
Franceso Orlando – Rodolfo Alonso, El Mundo de Baudelaire, Centro Editor de América Latina S.A. Buenos Aires 1980, pág. 71.



 
 
Poco después de las 17, un periodista de Star, Thomas Marlowe, fue al hotel y le dijo a Wilde que acababa de enviar al periódico un mensaje de que se había librado una orden de arresto en su contra. Wilde se quedó blanco, pero no se movió. (…) …llegaron dos detectives después de las 18, anunciando que tenían una orden de arresto contra Wilde por cometer actos indecentes. Oscar preguntó si podía escribir una carta, y su pedido fue concedido. Fue su último acto como hombre libre, y lo usó para escribirle a Bosie. La carta contenía el triste mensaje: ´Estaré en la policía del magistrado de Bow Street esta noche. No hay posibilidad de fianza, según se me informa. ¿Puedes preguntarle a Percy, a George Alexander, y a Walter del Haymarket, que estén atentos acerca de una posibilidad de fianza? Pídele también a Humphreys que comparezca en Bow Street en mi representación. Envía un telegrama al número 41 de Norfolk Square, West. Además, ven a verme. Siempre tuyo, Oscar.´ (…) Lo primero que hizo Bosie fue tomar un coche de alquiler a Bow Street, donde se enteró de que habían encerrado a Oscar en un calabozo, donde pasaría la noche. Se le prohibió verlo o pagar una fianza. El inspector de guardia le dijo que aun en el caso de que un magistrado autorizara una fianza, él solo no sería suficiente como garante. Bosie siguió entonces las instrucciones de Oscar, y visitó a los empresarios teatrales Alexander y Wallace en sus respectivos teatros, el Haymarket y el St. James, donde se representaban las piezas de Oscar. Le pidió que pagaran la fianza; ambos se rehusaron. Se estaba convirtiendo en una imprudencia tener ninguna conexión con Wilde; aterrorizados, quitaron su nombre de la cartelera. Poco tiempo después, las obras dejaron de representarse. La animosidad del público contra Oscar Wilde se tornaba intensa. Daily Telegraph expresaba una opinión típica en su editorial del sábado 6 de abril. (…) El juez… observó: ´Las personas que hacen estas cosas deben de estar muertas a todo sentimiento de vergüenza, y uno no puede esperar producir ningún efecto en ellos. Este es el peor juicio en que he actuado como juez. El hecho de que usted, Taylor, regenteara una especie de prostíbulo masculino, es algo imposible de dudar. Y que usted, Wilde, haya sido el centro de un círculo de inmensa corrupción de la peor especie entre hombres jóvenes, es igualmente imposible de dudar. Bajo tales circunstancias, es dable esperar que dicte la sentencia más severa que permite la ley. A mi juicio, es totalmente inadecuada para un caso como el presente. La sentencia de esta corte es que a cada uno de ustedes se los encierre y condene a trabajos forzados durante dos años.´ La severidad de la pena y las observaciones del juez causaron un enorme efecto sobre Wilde y sus defensores en la corte, pero fueron bien recibidas tanto por la corte como por el país en general. Daily Telegraph del lunes 27 de mayo, en un extenso artículo en que fustigaba “el arte por el arte”, atacó a Wilde excesivamente. Concluía: ´Esperemos que esta remoción sirva para limpiar el aire emponzoñado, y lo haga más respirable para todos los pulmones sanos y no viciados´. Esta era la opinión generalizada de los periódicos del momento.”

Trevor Fisher, Oscar y Bosie, Editorial El Ateneo, Buenos Aires 2004, pág. 177/204.



 
 
 
En 1859, Manet conoció a Baudelaire, uno de los primeros en advertir la paradójica mezcla de tradición y modernidad en la obra del joven pintor. El bebedor de ajenjo, de 1858-1859, inspirado en in poema de Baudelaire, como también pudo haberlo sido de un personaje de Zola, fue rechazado por el jurado del Salón, el que aceptó en cambio, en 1861, El guitarrista, pintura que muestra el impacto del arte español e su obra: el tema de Murillo y la factura de Velázquez. Sus obras dieron lugar a sonados escándalos. Por ejemplo, Almuerzo campestre, una reinterpretación de una obra de Giorgione, fue rechazada por el jurado del Salón de 1863, y Olympia, una cita de la Venus de Urbino, de Ticiano, tampoco fue aceptada en 1865. (…) Pastiche e innovación. A partir de la Venus de Urbino de Tiziano, Manet hizo una Venus sin maquillaje y que no está emparentada con el Olimpo. Olympia, en realidad Victorine Meurent, modelo profesional de frívola reputación, presenta todos los atributos de una prostituta o de una mantenida: está completamente desnuda, con excepción de las joyas, la orquídea y los escarpines, que están tratados con la precisión de la naturaleza muerta. El ramo de flores, la sirvienta y el gato negro simbolizan la oscuridad en la que ella ejerce su oficio, del que Manet muestra el aspecto social desencantado y sin alegría, evitando adornar esta escena con cualquier alusión a la voluptuosidad. El tratamiento no halaga una eventual “belleza femenina ideal” mediante un modelado refinado: sólo exalta la presencia del cuerpo exhibido más que descripto. Indignada, la crítica no se dejó engañar y calificó la Olympia de “trillada”.” 
 
 Historia Visual del Arte Larousse, La Nación, Buenos Aires 2001/2004, Pág. 364/365



 
 
 
Ocupen su localidad/
Y presten todos atención/
A punto está de levantarse el telón/ (…)
También contamos con/
La inestimable participación/
Del crítico que ayer/
Nos despellejó.”

Ocupen su localidad/Hoy puede ser un gran día, Serrat & Sabina en el Luna Park




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