viernes, 29 de mayo de 2015


     Al final, los organizadores de arteBA se dieron por aludidos y bajaron ese espantoso vídeo y reconocieron que ni la idea era original.  ¿Para eso sirve tener cotizados publicistas y reconocidos RRPP? ¿Para copiar (¡pésimamente mal!) las campañas de otros?   Insisto, la feria de galerías de Buenos Aires se supone que nos representa de cara al mundo.  Pero en la realidad (¿debemos dar gracias por ello?) no nos representa en absoluto.

 


  

    Los artistas de la periferia (léase: los que no existimos a la vista del mercado del arte), los que hacemos todo a pulmón y trabajando catorce horas diarias en otra cosa para conseguirnos el sustento básico y los recursos para sostener nuestra costosa e inútil  vocación (¿ya lo dije? Pintar es MUY caro…), no podemos dejar de preguntarnos cómo un evento de tal envergadura puede ser manejado por personas tan chapuceras y toscas. 


    A un evento que se realiza una vez al año y que debe facturar fortunas a sus auspiciantes  mientras cobra a las galerías por cada metro de pared, centímetro de catálogo y lucecita extra en el panel, lo mínimo que puede exigírsele es una digna campaña de difusión.  ¿Plagiar lo hecho por otra feria en Europa?  Suena tan de aficionado que causa vergüenza ajena.  Pero  semejante bochorno debe haber generado un importante costo, lo que hace suponer que alguien deberá rendir cuentas por ello.  ¿Será?  ¿Alguna vez una fundación sin fines de lucro como la Fundación arteBA rendirá cuentas en forma pública?  ¿Sabremos cuánto salió cada cosa, cuanto se ganó, cuanto se perdió, a que se dedicaron las ganancias eventuales?  ¿Alguna vez sabremos algo?  O, como siempre, será el buen negocio de unos cuantos, precisamente de esos que con el arte no tienen nada que ver.






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