sábado, 9 de mayo de 2015



    Hoy inició la muestra en La Bladousse, Armenia 2150, Palermo, Ciudad de Buenos Aires, en sintonía con el primer Gallery Day tras catorce años de tradicionales y noctámbulas Gallery Nights







     El Portal   se luce en la vidriera, en una disposición que lo hace lucir mucho mejor que en sus anteriores cuelgas (el efecto de reproducirse en el espejo ¡me encanta!; máscaras y espejos todo muy borgeano). 


     Y al bajar las fotos que tomé esta mañana a la computadora,  noto que el pajarito del logo de Palermo Viejo ha quedado como parado -en el reflejo- sobre una de  las máscaras.  



     No sé si la directora del espacio, Patricia Aparicio Bravo, lo hizo a propósito (si fue así, un detalle que corrobora su absoluta genialidad) o si ha sido uno de esos amagues de buen humor del destino. Percatarme de esa casualidad ha hecho que me pareciera aún más perfecto el conjunto.

     Hice una recorrida por parte del circuito más cercano a La Bladousse, y si bien la luz diurna le resta la mística relajada de la noche, le agrega la chance de que los que no somos de la zona descubramos muchos otros lugares del barrio.  No sólo las galerías y espacios de arte y las tiendas de diseño, sino también las librerías, teatros alternativos, panaderías y pastelerías artesanales y mucho reducto personal y original de comidas.  Vale la pena hacerse una escapada.  La oferta cultural excede lo esperado y la posibilidad de concluir la visita con un almuerzo en una de las vereditas al sol (ciertamente, el clima acompañó hoy con ganas) es puro, tranquilo y porteño placer.

     Se que no soy objetiva, adoro el lugar.  Pero cómo no sentir esta predilección que siento por esa parte de la Ciudad, si Borges me ha contado desde siempre que en Palermo empezó Buenos Aires:

(…)
Lo cierto es que mil hombres y otros mil arribaron
Por un mar que tenía cinco lunas de anchura
Y aun estaba poblado de sirenas y endriagos
Y de piedras imanes que enloquecen la brújula.

Prendieron unos ranchos trémulos en la costa,
Durmieron extrañados.  Dicen que en el Riachuelo,
pero son embelecos fraguados en la Boca.
Fue una manzana entera y en mi barrio: en Palermo.

Una manzana entera pero en mitad del campo
Presenciada de auroras y lluvias y sudestadas.
La manzana pareja que persiste en mi barrio:
Guatemala, Serrano, Paraguay, Gurruchaga.
(…)
A mí se me hace cuento que empezó Buenos Aires:
La juzgo tan eterna como el agua y el aire.


Jorge Luis Borges, Fundación mítica de Buenos Aires






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