martes, 26 de mayo de 2015


    

     Promesas rotas
 
 
   

   Me había prometido (muy seriamente, por cierto) no engancharme con la edición de arteBA de este año.  Ya sé de qué se trata, ya sé que mi indignación es infructuosa (para ellos, para mí es productiva: me agranda la úlcera), que no está a mi alcance ni siquiera rasguñar levemente su esfera de absoluta inimputabilidad.  Allá ellos, desacreditando el arte nacional y el nivel de sensatez del mercado local; acá yo, plañiendo de frustrada e inútil ira y observando ¡otra vez! su patético circo vergonzante. 

     Pero acabo de encender la computadora y por ritual imprudente reviso mi correo y me llegan las malvadas capturas de pantalla de mis más malvadas mal llamadas amistades.

    Y leo:
 


 
     Cuento hasta diez, recuerdo cuando le prestaba atención a ese asunto de la meditación, ver violeta, la imperturbabilidad a lo David Carradine en Kung Fu.  Está bien, me digo, respirando lento y  pausado.  Van a psicoanalizar los cuadros.  Qué bonito.  Se ve que está de moda la arteterapia; es sabido que muchos que dejan de fumar, para no entrar a darle a la comida, se compran la cajita de témperas.  En toda clínica psiquiátrica encuentra primer empleo el maestro de dibujo y pintura recién egresado de la Prilidiano.  Está bien.  Los artistas están un poco chiflados, así que el diván es decoración necesaria en una feria de arte que se precie de tal.  Sigo.
 
 
      Y si bien soy astuta y NO ENCIENDO LA RADIO,  enseguidita veo el twitter:

 
     O.K.  Va a pinta con la lengua.  ¿Por qué insisto en dedicarme al arte si yo, apenas, uso un lápiz y un pincel?  ¡De eso se trataba, pedazo de estúpida!, que venís perdiendo el tiempo desde hace más de treinta años: se trataba de andar lamiendo y chupando por ahí.

      Sospecho que sí, que de chupar, ni más ni menos, venía la cuestión.  Ir lamiendo lo que debía lamerse en aras de conseguir entrar en arteBA.  Lo que pasa es que a mí me lavaron el cerebro con eso de la dignidad y la ética.  Tamaño desperdicio.  Era tan simple como andar a los lengüetazos, dejando el asco de lado y envolviéndose en la bandera de la conveniencia y la oportunidad.

     Mejor ve voy a conseguir un Valium y un Pepto Bismol.
 
 
 
 
 

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