“El
desnudo”, escribe Kennet Clark en su obra del mismo título, “es una
forma artística inventada por los griegos durante el siglo V a.de C.”. Así define un tipo de imagen peculiar del
arte occidental y sus tributarias, desarrollado en la Antigüedad, abandonado
durante la Edad Media y reavivado durante el Renacimiento, que “no se limita a representar el cuerpo, sino
lo relaciona, por analogía, a todas las estructuras que han llegado a formar
parte de nuestra experiencia imaginativa”.
(…) A partir del Renacimiento, el desnudo se ha
asociado, en un sentido o en otro, a nociones de moralidad, interés por lo
absoluto, continuidad de las tradiciones y elevación de costumbres.
Este desarrollo, inherente a la obra de Miguel Ángel y sus seguidores,
se vio acelerado por las academias, que sustituyeron a los gremios y a los
talleres en la formación de artistas profesionales. (…) El
idioma culto conspira para tapar al desnudo con un velo de respetabilidad: en
español la palabra “estudio”, en inglés “a study”, en el legalista alemán “der
Akt”, denotan la representación de un modelo desnudo. Estas palabras connotan anonimato y
desinterés: el cuerpo como objeto, el artista como estudioso.
(…) El arte
helenístico (desde finales del siglo IV hasta el I a. de C.), cada vez menos
sujeto a las exigencias del culto y producido cada vez más para conocedores, se
deleitaba retratando etapas de la vida humana desde la infancia hasta a edad
madura, pasando por la adolescencia. En
contra, quizá, de suposiciones modernas, el desnudo femenino se da
relativamente tarde en el arte griego y continuó siendo más raro que el
masculino a lo largo de toda la Antigüedad.
El erotismo griego aparecía más sublimado cuando se dirigía al joven que
cuando se dirigía a la joven. El amor
entre jóvenes desnudos en el gimnasio o participantes en juegos religiosos, era
amor romántico por excelencia. El amor
de las mujeres, recluidas en el hogar cuando eran virtuosas, y pesadamente
vestidas, era una emoción más baja y más utilitaria. Aunque los romanos aborrecían la
homosexualidad griega y la desnudez pública, adoptaron las convenciones del
arte griego, si bien de forma difícil y
tardía. Tan sólo en el Renacimiento empezó el desnudo femenino a rivalizar con
el masculino, aunque esto ocurrió menos en la obra de Donatello o de Miguel Ángel,
que fueron artistas más próximos a la Antigüedad en materia de inspiración y
sentimiento. En ambos períodos se
reconoció sin tapujos el efecto sexual del desnudo femenino. Historia
Universal del Arte T VIII, SARPE, Madrid
1984, Pág. 1098/1101.-
"No tengo reglas ni métodos; cualquiera que vea los
materiales que empleo o mi forma de pintar, se dará cuenta de que no hay
secretos. Miro un desnudo y descubro miles de matices diminutos. He de
encontrar aquel que haga que la carne de mi lienzo viva y tiemble."
El ejercicio de la pintura es para Renoir una especie de placer físico, la sublimación de la atracción
física por medio de la materia pictórica. Salud y belleza se identifican en las
representaciones de esas mujeres de piel tersa y rosada. El amor por el trabajo
manual de este artista, que procedía de una familia de artesanos y que
fatalmente vio sus propias manos deformadas por el reuma al final de su vida,
le llevó a rechazar cualquier dimensión intelectual de la pintura o cualquier
resonancia literaria en favor del trabajo humilde y bien hecho.
En 1884 escribió una propuesta para fundar la "Sociedad de los irregulares", la
cual asociaba la belleza a las formas orgánicas e irregulares de la naturaleza
y rechazaba el mundo mecánico e industrializado, como años antes hicieron Ruskin y Morris, pero cuya sensualidad se alejaba de la religiosidad de
éstos.
"A veces hablo como los campesinos del sur. Dicen que son
unos desafortunados. Yo les pregunto si están enfermos y me dicen que no.
Entonces son afortunados; tienen un poco de dinero, por lo tanto, si tienen una
mala cosecha no pasan hambre, pueden comer, pueden dormir y tienen un trabajo que
les permite estar al aire libre, a la luz del sol. ¿Qué más pueden desear? Son
los hombres más felices y ni siquiera lo saben. Después de unos cuantos años
más, voy a abandonar los pinceles y dedicarme a vivir al sol. Nada más."
Pierre Auguste Renoir (Limoges, 1841 - Cagnes-sur-Mer, 1919) Pintor francés. Hijo de artesanos, vivió sus
primeros años en barrios proletarios donde trabajó como decorador de porcelanas
y pintor de abanicos. Después pudo acceder al taller del pintor Gilbert y, luego, al de Gleyre, donde conoció a Monet, Bazille y Sisley, con quien más tarde compartió su casa en París.
Fuente: http://www.biografiasyvidas.com
En 1890, con tan solo 28 años, un joven Gustav Klimt recibía el Premio
Emperador, la más alta distinción del Imperio Austrohúngaro en el terreno
de las artes, que le consagraba como el artista de moda en su país. Cuatro años
más tarde, en 1894, se le encomendaba el que prometía ser el encargo más
importante de la época y el momento de su consagración definitiva como artista
oficial: las pinturas de las facultades para el Aula Magna de la nueva Universidad de Viena. Se esperaba de él
un trabajo que expresara con un simbolismo claro y didáctico la importancia de
la Razón, la Ciencia y la Ley, de acuerdo con el positivismo decimonónico
entonces dominante.
Klimt tardó más de seis años en entregar su encargo y cuando lo hizo se
levantó un escándalo de proporciones nacionales, en el que participó toda la
sociedad vienesa y obligó a intervenir en el Parlamento al propio Ministro de
Educación. Sus pinturas acusaban la influencia de un inquietante
irracionalismo, una complacencia en lo onírico y lo erótico y la sugerencia de
una transgresión de todos los valores convencionales en nombre de un nuevo
vitalismo, que alcanzará su forma más perfecta en el impresionante Friso de Beethoven de 1902.
Entre 1894 y 1902, dos acciones paralelas se entretejen en la vida
de Klimt: su metamorfosis en el
artista que busca la verdad del hombre y la mujer modernos, y el drama vienés
del encargo de las facultades. Éste le llegó de un mundo que, mientras él trabajaba,
se disolvía a la temperatura exacta del cambio de siglo, también en su alma:
acabó presentando al mundo de ayer lo que más bien pertenecía al de mañana, y
el escándalo, colosal, hizo más verdaderas aún las palabras de Schiller que había elegido para su Nuda Veritas: “No puedes agradar a todos/ con tu hacer y tu obra de arte;/ haz
justicia solo a unos pocos;/ gustar a muchos es malo.”
(…)
“El único remedio es que por fin
se unan algunos amigos del arte, alquilen en algún lugar de la ciudad un par de
salas, y allí, de seis en seis meses y en pequeñas exposiciones íntimas,
muestren a los vieneses lo que sucede en Europa en el terreno artístico”:
ése fue el espíritu de la Secesión Vienesa, creada en
1897, con Klimt como Presidente
fundador, para anunciar a un mundo caduco un nuevo credo: el de un arte
redentor de la entera existencia.
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