domingo, 25 de mayo de 2014







 “El desnudo”, escribe Kennet Clark en su obra del mismo título, “es una  forma artística inventada por los griegos durante el siglo V a.de C.”.  Así define un tipo de imagen peculiar del arte occidental y sus tributarias, desarrollado en la Antigüedad, abandonado durante la Edad Media y reavivado durante el Renacimiento, que “no se limita a representar el cuerpo, sino lo relaciona, por analogía, a todas las estructuras que han llegado a formar parte de nuestra experiencia imaginativa”.

(…)  A partir del Renacimiento, el desnudo se ha asociado, en un sentido o en otro, a nociones de moralidad, interés por lo absoluto, continuidad de las tradiciones y elevación de  costumbres.  Este desarrollo, inherente a la obra de Miguel Ángel y sus seguidores, se vio acelerado por las academias, que sustituyeron a los gremios y a los talleres en la formación de artistas profesionales.  (…)  El idioma culto conspira para tapar al desnudo con un velo de respetabilidad: en español la palabra “estudio”, en inglés “a study”, en el legalista alemán “der Akt”, denotan la representación de un modelo desnudo.  Estas palabras connotan anonimato y desinterés: el cuerpo como objeto, el artista como estudioso.

(…) El arte helenístico (desde finales del siglo IV hasta el I a. de C.), cada vez menos sujeto a las exigencias del culto y producido cada vez más para conocedores, se deleitaba retratando etapas de la vida humana desde la infancia hasta a edad madura, pasando por la adolescencia.   En contra, quizá, de suposiciones modernas, el desnudo femenino se da relativamente tarde en el arte griego y continuó siendo más raro que el masculino a lo largo de toda la Antigüedad.  El erotismo griego aparecía más sublimado cuando se dirigía al joven que cuando se dirigía a la joven.  El amor entre jóvenes desnudos en el gimnasio o participantes en juegos religiosos, era amor romántico por excelencia.  El amor de las mujeres, recluidas en el hogar cuando eran virtuosas, y pesadamente vestidas, era una emoción más baja y más utilitaria.  Aunque los romanos aborrecían la homosexualidad griega y la desnudez pública, adoptaron las convenciones del arte griego, si bien  de forma difícil y tardía. Tan sólo en el Renacimiento empezó el desnudo femenino a rivalizar con el masculino, aunque esto ocurrió menos en la obra de Donatello o de Miguel Ángel, que fueron artistas más próximos a la Antigüedad en materia de inspiración y sentimiento.  En ambos períodos se reconoció sin tapujos el efecto sexual del desnudo femenino.  Historia Universal del Arte T VIII,  SARPE, Madrid 1984, Pág. 1098/1101.-


"No tengo reglas ni métodos; cualquiera que vea los materiales que empleo o mi forma de pintar, se dará cuenta de que no hay secretos. Miro un desnudo y descubro miles de matices diminutos. He de encontrar aquel que haga que la carne de mi lienzo viva y tiemble."

El ejercicio de la pintura es para Renoir una especie de placer físico, la sublimación de la atracción física por medio de la materia pictórica. Salud y belleza se identifican en las representaciones de esas mujeres de piel tersa y rosada. El amor por el trabajo manual de este artista, que procedía de una familia de artesanos y que fatalmente vio sus propias manos deformadas por el reuma al final de su vida, le llevó a rechazar cualquier dimensión intelectual de la pintura o cualquier resonancia literaria en favor del trabajo humilde y bien hecho.

En 1884 escribió una propuesta para fundar la "Sociedad de los irregulares", la cual asociaba la belleza a las formas orgánicas e irregulares de la naturaleza y rechazaba el mundo mecánico e industrializado, como años antes hicieron Ruskin y Morris, pero cuya sensualidad se alejaba de la religiosidad de éstos.

"A veces hablo como los campesinos del sur. Dicen que son unos desafortunados. Yo les pregunto si están enfermos y me dicen que no. Entonces son afortunados; tienen un poco de dinero, por lo tanto, si tienen una mala cosecha no pasan hambre, pueden comer, pueden dormir y tienen un trabajo que les permite estar al aire libre, a la luz del sol. ¿Qué más pueden desear? Son los hombres más felices y ni siquiera lo saben. Después de unos cuantos años más, voy a abandonar los pinceles y dedicarme a vivir al sol. Nada más."
  
Pierre Auguste Renoir (Limoges, 1841 - Cagnes-sur-Mer, 1919) Pintor francés. Hijo de artesanos, vivió sus primeros años en barrios proletarios donde trabajó como decorador de porcelanas y pintor de abanicos. Después pudo acceder al taller del pintor Gilbert y, luego, al de Gleyre, donde conoció a Monet, Bazille y Sisley, con quien más tarde compartió su casa en París.  Fuente:  http://www.biografiasyvidas.com


En 1890, con tan solo 28 años, un joven Gustav Klimt recibía el Premio Emperador, la más alta distinción del Imperio Austrohúngaro en el terreno de las artes, que le consagraba como el artista de moda en su país. Cuatro años más tarde, en 1894, se le encomendaba el que prometía ser el encargo más importante de la época y el momento de su consagración definitiva como artista oficial: las pinturas de las facultades para el Aula Magna de la nueva Universidad de Viena. Se esperaba de él un trabajo que expresara con un simbolismo claro y didáctico la importancia de la Razón, la Ciencia y la Ley, de acuerdo con el positivismo decimonónico entonces dominante.

Klimt tardó más de seis años en entregar su encargo y cuando lo hizo se levantó un escándalo de proporciones nacionales, en el que participó toda la sociedad vienesa y obligó a intervenir en el Parlamento al propio Ministro de Educación. Sus pinturas acusaban la influencia de un inquietante irracionalismo, una complacencia en lo onírico y lo erótico y la sugerencia de una transgresión de todos los valores convencionales en nombre de un nuevo vitalismo, que alcanzará su forma más perfecta en el impresionante Friso de Beethoven de 1902.

Entre 1894 y 1902, dos acciones paralelas se entretejen en la vida de Klimt: su metamorfosis en el artista que busca la verdad del hombre y la mujer modernos, y el drama vienés del encargo de las facultades. Éste le llegó de un mundo que, mientras él trabajaba, se disolvía a la temperatura exacta del cambio de siglo, también en su alma: acabó presentando al mundo de ayer lo que más bien pertenecía al de mañana, y el escándalo, colosal, hizo más verdaderas aún las palabras de Schiller que había elegido para su Nuda Veritas: “No puedes agradar a todos/ con tu hacer y tu obra de arte;/ haz justicia solo a unos pocos;/ gustar a muchos es malo.”
(…)
 “El único remedio es que por fin se unan algunos amigos del arte, alquilen en algún lugar de la ciudad un par de salas, y allí, de seis en seis meses y en pequeñas exposiciones íntimas, muestren a los vieneses lo que sucede en Europa en el terreno artístico”: ése fue el espíritu de la Secesión Vienesa, creada en 1897, con Klimt como Presidente fundador, para anunciar a un mundo caduco un nuevo credo: el de un arte redentor de la entera existencia.


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