Había estado reservándome el feriado puente para dedicarme de lleno a
avanzar con El Portal de Los Ángeles y Los Demonios. Eso implicaba que los días previos me hiciera
de ciertos materiales y elementos específicos imprescindibles para la
labor.
Necesitaba pintura dorada, de la común, de la de relieve y lapiceras de
gel con brillos. No, no hay. Siguen sin entrar. Vienen de Brasil y evidentemente el reciente
viaje de Kicillof al país de al lado no fue muy útil para los materiales de
artística. Lapiceras de gel con
brillitos algo entró, ¡a cuarenta y cinco pesos cada lapicera! Pero si hasta hace un mes las pagaba menos de
diez pesos… Es lo que hay y es lo que
sale. No las compré, no pude
darme ese lujo.
Necesitaba material de pasamanería: flecos, pompones, cintas, para
completar las máscaras. Voy por ellos
confiada a la mercería donde siempre compro que, literalmente, tiene de todo. Pido. No, no hay.
Esto tampoco. Eso otro menos.
Pero, ¿cómo puede ser que no haya?
Simple: hacía menos de una semana cuatro mujeres asaltaron a la dueña de
la mercería (una mercería que está frente a la Estación de Trenes de Lanús,
desde hace -creo yo- más de cincuenta años, y cuya amable dueña rebasa largo la
edad jubilatoria); la tuvieron cuatro horas retenida y amenazada mientras
saqueaban el local, llevándose la mercadería fácilmente comercializable y
destruyendo el resto. Culminaron la
faena echándole gas pimienta a los ojos a la pobre mujer, porque a más de
destrozarle el negocio, quitarle su medio de vida y aterrorizarla para siempre también
tenían que dañarle seriamente la vista. Para
aumento de mi indignación y mi espanto me contó con voz quebrada que unos
vecinos que acudieron a sus gritos cuando le echan el gas en los ojos pudieron
detener a una de las ladronas cuando escapaban. Me confesó que la zarandearon
un poco (me niego a juzgar esa acción por carecer de objetividad) y que
la policía la soltó al par de días sin haber logrado ni que dijera su nombre ni
que delatara a sus cómplices. El
comisario arguyó que estaba loca y que no podía hacerse nada. Vendedores ambulantes pocos días después liquidaron
la mercadería robada en la Estación Lanús a plena luz del día.
Ante tamaño panorama mi problema de no conseguir insumos para mi Portal se vuelve intrascendente. Pero tampoco
había mucho que yo pudiera hacer para ayudar a esta pobre señora más que darle
mi más sincera simpatía y solidaridad. Reconozco que muy deprimida seguí
buscando, infructuosamente, en distintas mercerías. Al parecer pedía materiales “sofisticados” que dejaron de importarse
porque el régimen los considera atentatorios a la dignidad nacional. El dorado y los flecos son un símbolo de la
dominación cipaya me parece oir vociferar a D´Elía…
Quiso el destino, la suerte y una liquidación de temporada en una tienda
de biyú que diera con aros con pompones, muy baratos, que pude adquirir en
cantidad para descuartizar y convertir en sucedáneos aceptable para mis
requerimientos y poder el día de hoy abocarme al trabajo.
Con menos de lo necesario y todo distinto a lo planeado me propuse
avanzar con el diseño general de todo el conjunto del Portal. Y surgieron más inconvenientes.
Es imposible trabajar con algo tan grande sin una pared donde montarlo
para poder ir evaluando efectos, vinculaciones y equilibrios. Obvio que donde vivo hay paredes pero tengo prohibido poner clavos (y ya sabemos,
yo odio discutir y confrontar). Para
ser justa diré que serían once clavos, en distintos sitios, para ir
probando. Lo monté en el piso, primero
como corresponde a la imagen
y después desestructurado como corresponde a la idea
Pero no es lo mismo, no puedo apreciar la cuestión. Es imposible si no lo veo de frente, a la
distancia necesaria y la altura justa, suponiendo una puerta en medio del
conjunto, poder definir la ubicación para luego vincular las piezas. Porque quiero que de máscara a máscara haya algún
tipo de relación (cruce de cintas, quizá plumas, tal vez algún accesorio que
comience en una y termine en la otra).
La imagen de las mujeres se vincula por mera lógica, todos sabemos cómo
se arma la figura humana. En otro orden,
quiero que las máscaras compongan un dibujo propio y también fácilmente identificable
para el espectador. Pero sin una pared no puedo.
Decidí –movida por la desesperación- comprar una pared. He visto muchas veces paneles movibles que se
montan en las grandes muestras. No sé si
se arman en el lugar o si se pueden comprar y tener en una casa. No es que acá haya mucho espacio como para
traer una “pared movible” , pero
necesito dónde montar para ir probando y
definiendo el Portal. Supongo que
empezaré preguntando en una casa de decoración, sé de los revestimientos en
placas que se usan para tapar paredes en mal estado o separar ambientes. Ignoro si eso puede usarse en modo
independiente y movible.
Porque es tratar de conseguirme una pared donde colocar clavos a mi
antojo o tirar todo el Portal al diablo. Y estoy demasiado encariñada con la idea. Realmente, a veces las cosas no debieran ser
tan complicadas. Se trataba solo de
hacer “dibujitos”, ¿no?
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