martes, 6 de mayo de 2014

 
 

     Mañana se cumplirán, si no calculo mal, dos años desde el día que inicié este blog.  Y no puedo menos que reconocer que la primera sorprendida soy yo.  No por el “escribir” reseñando casi diariamente mi tropezada “carrera” artística o divagar sobre el último libro que ha caído en mis manos.  Siempre he hecho esto en mis diarios personales camuflados de cuadernos Gloria con espiral.  Lo que no sospeché es que colgar esos comentarios de la web y muy esporádicamente colectar réplicas (buenas o malas) al respecto fuera al cabo una experiencia tan interesante.

     Honestamente mi fe en  internet como canal real de una comunicación amable y sincera era inexistente al comienzo.  Tampoco me pondré ahora a cantarle loas pero acepto que sí, que puede ser un modo viable para quién le gusta pensar dos veces lo que dice antes de decirlo (¡maravillosa vista previa!) y que adolece de cierta fobia social que la lleva a evitar grupos de más de dos personas.

     Se sabe que los artistas tendemos a ser solitarios.  Uno no pinta en manada  ni requiere del séquito de una patota que aplauda o se ría tras cada pincelada.  Uno pasa mucho tiempo solo frente al tablero o de pie ante el caballete,  más propenso a la observación, a pensar y a analizar hasta el infinito, que a sumarse a la alegre comparsa que corre detrás de lo que sea el “hashtag” de ultimísimo momento.  La web, y en mi caso este blog, me ha servido para mantenerme aislada en mi apacible margen sin perder el contacto con el resto del universo y, así, no lucir tan huraña y arisca.


 
 
 
 
      Por ello creo bastante justo que celebre estos dos años, las  bodas de algodón si no me falla la memoria y el cálculo.  Dos años de una especie de amistad literaria con un ser intangible, anónimo, universal y cibernético, inasible pero siempre presente, a quién le muestro las imágenes de mis obras y le cuento a donde han ido y a donde no las han dejado entrar.  De vez en cuando le leo algún párrafo que resalté en un libro y según mi lógica –que no suele ser la de todos- le demuestro como se vincula ese texto con otros párrafos de otros autores que, quizá, tengan o no que ver, pero que también le leo.  Le tarareo canciones que, afortunadamente, no oye porque es un hecho que canto muy mal.  Han sido dos años de una muy grata fidelidad de imágenes y palabras. Muchos calificarían (ya han calificado) este blog  de “¡qué manera de perder el tiempo!”; yo siento –y no es sólo por llevar la contraria, de verdad- que he encontrado un espacio personal y cálido para detener el tiempo en que disfruto de ser quién soy sin tener que ser ni útil ni económicamente productiva.  Ser simplemente yo sin que nadie se moleste (ni me moleste)  por ello.


 
 
 
 
“La belleza no es una cualidad de las cosas mismas: existe tan solo en la mente del que las contempla y cada mente percibe una belleza distinta.  Puede incluso suceder que alguien perciba fealdad donde otro experimenta una sensación de belleza; y cada uno debería conformarse con su sensación sin pretender regular la de los demás.  Buscar la belleza real o la fealdad real es una búsqueda tan infructuosa como pretender establecer lo que es realmente dulce o amargo; y es muy acertado el proverbio que reconoce la inutilidad de la discusión acerca de los gustos.” 

David Hume,  Ensayos morales, políticos y literarios, XXIII, c. 1745 – Historia de la Belleza a cargo de Umberto Eco, Editorial Lumen S.A. Turín 2004, pág. 247.




 

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