viernes, 2 de mayo de 2014




Sacando conclusiones sobre MIRÁ Festival de Arte
 

     Sé que algunas personas van a enojarse conmigo por esta entrada.  Las primeras, ese par de entrañables amigos que se preocupan por “mi carrera”, los que desperdician tiempo y paciencia en intentar convencerme de la necesidad de prensa, de una publicidad focalizada, de un criterio comercial para el posicionamiento de mi obra.  De no crearme enemigos innecesarios.  Y, sobre todo, de no ser imprudente con mi sinceridad.  Las otras,  las que se sientan involucradas en los hechos (porque sólo voy a citar hechos) que me empeño en reseñar aquí.

     ¿Por qué?  Porque de algún modo aspiro a que este blog le sirva a algún joven e incipiente artista para que –basado exclusivamente en hechos- saque sus propias conclusiones cuando tenga que tomar decisiones a la hora de elegir en qué invertir en su carrera artística.

     Es decir: me niego a alimentar mitos urbanos (tendenciosos y digitados) respecto del “éxito” que puede significar per se, para un artista emergente, el formar parte de un evento como MIRÁ Festival de Arte.

     Soy la primera en reconocer el vértigo y la diversión que ha sido para mí presenciar el nivel de prensa que tuvo MIRÁ, habiendo compilado las menciones al evento en diversos medios. Uno no puede menos que exclamar: ¡guau! viendo gacetilla tras gacetilla, algún artículo en revistas populares,  menciones concretas en medios nacionales. ¡GUAU!


 
 

     Pero si vamos a los hechos concretos de una persona concreta (pongamos como ejemplo a mí, una artista desconocida para el público, cuasi desconocida para el medio y ciertamente sin ningún contacto, sponsor , mecenas o simpatía particular de nadie), la realidad es que para formar parte del evento tuve que someterme a una selección por parte del artdealer que me llevó (lo que me parece MUY BIEN, porque uno quiere calidad en el evento al que aspira) y luego de la selección pagar de mi bolsillo el costo de participación.

     No estoy en contra de estos pagos.  Entiendo que las cosas cuestan: honorarios de las personas que trabajan en esto, impresión de catálogos y gafetes de obras, gastos de prensa y difusión, el tiempo de toda la gente involucrada.  Yo evalúo si el costo es proporcional a lo que se ofrece (una muestra en un lugar emblemático, con afluencia de público, multitudinaria difusión) y si está dentro de mis posibilidades acepto y pago.  Son las reglas muy claras de este juego. 

     Después siguen otros hechos: yo pagué por dos metros lineales de pared, para exhibir dos obras.  En los hechos (hechos a la vista de todo el mundo) tuve menos de dos metros y se colgó sólo una de mis obras.  La sala donde estuve era –a mi juicio- una de las   de más calidad, con una cuelga cuidada, y muy bien ubicada. Mi obra se veía muy bien y me encontré en la web una reseña que se ilustraba con una foto donde aparecía mi 1592.  Pero el hecho es que sólo se colgó una obra (y yo gasté una pequeña fortuna en enmarcar dos).


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El Centro Cultural Recoleta (Junín 1930) presenta por primera vez Mirá, Festival de arte, que está abierto al público con entrada libre y gratuita hasta el 27 de abril 2014, de 11 a 20 hs.

Mirá es un nuevo Festival de arte que nació para consolidarse como un evento cultural de referencia en la región.

Es un encuentro de cuatro días para que el público conozca a las obras de artistas nacionales e internacionales y también un espacio para convocar a galeristas, curadores, críticos, directores de museos y de instituciones para que recorran las muestras.

Este festival surge con la idea de dar igualdad de oportunidades a los artistas para que expongan en un espacio de prestigio, dinámico y con un gran caudal de visitantes como el Centro Cultural Recoleta.






 

     Otro hecho (y ese me parece mucho más trascendente que cuantas obras me colgaron a mi) es el de la calidad general de las obras expuestas.  Porque si yo acepto gustosa someterme a una preselección y que se juzgue mi mérito para permitirme formar parte de la muestra  espero que dicha regla se aplique a TODOS los participantes.   

     Y si ciertamente es difícil fijar parámetros de “gusto” frente al arte si se los puede fijar respecto a la “calidad técnica”.  O sea: puede determinarse a la vista de una obra si su autor es una aficionado de domingo o se dedica a esto en serio. 

     Y es un hecho que ha podido comprobar cualquiera que recorriera MIRÁ que había mucha (demasiada) obra de pésima calidad.  Pero lo grave fue que pre-si-sa-men-te esa obra de dudoso mérito tenía salas completas.  Traducido: a los que pagábamos poco se nos exigía mucho y a los que pagaban mucho no se le exigía nada. ¿Regla de juego?  Regla de mercado.

     Recuerdo el discurso del curador al tiempo de la inauguración de MIRÁ  advirtiendo desde el vamos de que no todas las obras gustarían a todos.  Pero no lo argumentó desde la realidad de que había obras que no deberían haber estado ahí sino sobre el discurso políticamente correcto de que la disparidad en el arte es una forma de ejercicio democrático…  Ejercicio económico de la democracia de pertenecer al grupo que puede pagar para “pertenecer” con mucho más espacio de cuelga.


     Y los organizadores siguen sosteniendo el argumento.  Anoche vi por interner el comentario de uno de los medios organizadores (artículo que, honestamente, desencadenó esta entrada):

 

EL EXITO DE MIRÁ FESTIVAL DE ARTE
El domingo 27 Mirá Festival de Arte cerró las puertas de la primera edición de una feria de arte sin precedente. Con un balance positivo tanto por la cantidad de ventas como por la afluencia de público superando las 20.000 personas, en los cuatro días que duró la exposición en el Centro Cultural Recoleta.
Desde un primer momento, el indicador económico reflejó un pico con la venta un 70% de las esculturas vítreas de Ana Giovinazzo.
Desde San Martín de los Andes llegó Darío Mastrosimone con un bagaje de obras que encontraron nuevo dueño.
Otro de los favoritos fueron las pinturas hiperrealistas de Diego Salas.
Un éxito las pinturas intervenidas con discos de tango de Brígida Manzanares que ya se encuentran en México.
Las vacas y campos pintados por Marcela Pittner llegan a Europa de manos de nuevos coleccionistas.
Desde lo teórico, convocó gran interés la conferencia de Marino Santa María de Arte Público ante un auditorio colmado.
La sutileza en la obra Iván Enquín en la entrada principal de Mirá Festival de Arte anticipaban la presencia de nuevos nombres entre los más de 170 artistas en exposición.  Un evento que contó con el auspicio de Banco Ciudad.
También, espectáculos musicales alternaron el clima festivo de la feria.
Una verdadera fiesta del arte y el espectáculo que deseamos se repita en 2015 con toda la experiencia y conocimiento de los tres medios periodísticos (Revista Magenta, Cultura al Día y Qué Hacemos) que convirtieron en éxito esta aventura.
Graciela Smith
Revista Magenta
abril 2014


 

     Sobre las ventas no haré comentarios, ya que no me consta ese hecho (ni en un sentido ni en otro), y de lo que se trataba esto era de concretar lo que puede constatar personalmente. (Nada, pero nada diré sobre las presuntas ventas de obras que ni siquiera deberían haberse colgado en el evento y mucho menos tener toda una sala.)

     Sobre la obra auspiciada por el Banco Ciudad diré que a mí no me pareció  con mérito para ese auspicio, basada en mi entendimiento que un organismo público con dinero de los impuestos debe ejercer mecenazgos con criterio netamente conservador.  Porque invierte erario público en lo que se entiende –sin debate- como  cultura, no en “novedades”.  En lo nuevo y vistoso y probablemente efímero que invierta Coca-Cola o Petrobrás, que lo hace por publicidad, para caerle simpático al consumidor. No el Banco Ciudad.

     La obra en cuestión reconozco era bonita y graciosa (recorte de calados puntilloso en fotos y posters de revistas, montados unos sobre otros para una visión superpuesta), pero sólo demuestra una original técnica en el uso de la tijera (si es que se cortó a mano y no con plancha laser).  Es mi humilde opinión que el Banco Ciudad –o cualquier otro organismo público que use en su sponsoreo dinero de los impuestos-  debería “fomentar” al auspiciar a artistas plásticos que ejerzan técnicas más conservadoras,  como… ¿el dibujo y la pintura tal vez?

    No discuto los cálculos de asistencia, porque realmente los tres días que yo concurrí había muchísima gente.

 

 

     Pensando en que quién lee esto es un joven artista que da sus primeros pasos y se siente frustrado por no lograr que “lo descubran”, que lo rechazan en concursos ni accede a mostrar su trabajo porque no puede cubrir los costos, me empeño en resaltar los hechos concretos de los que he sido testigo en un evento como MIRÁ Festival de Arte.  Todo lindo, apabullante prensa, mucha gente, pero ni tanta calidad en la obra, la cuestión de mercado de siempre (no se cuelga lo bueno sino lo que puede pagarse –carísimo y en efectivo- el espacio) y el resultado no es ni descollante ni directo.

     ¿Sirve? Sí, yo creo que sí.  Uno quiere mostrar y a cuanta más gente mejor. ¿Te cambia la vida por el mero acto de formar parte de un evento así?  Para nada.  ¿Estar o no estar marca la diferencia? No, pero te templa.  Lo único que determina a un artista es su pasión y una vida  de trabajo; ser honesto con uno mismo y no esperar de otros la identidad sino generarla desde lo más íntimo de su obra.


 

Si puedes conservar firme tu cabeza, cuando a tu alrededor todos la pierden y te cubren de reproches;
Si puedes tener fe en ti mismo, cuando duden  de ti los demás hombres y ser indulgente para su duda;
Si puedes esperar y no sentirte cansado de la espera;
(…)
Si puedes encararte con el Triunfo y el Desastre y tratar de la misma manera a esos dos impostores;
(…)
Si eres capaz de juntar en un solo haz todos tus triunfos y tus ganancias y arriesgarlas a cara o cruz, en una sola vuelta, y si perdieras, empezar otra vez, como cuando empezaste, y nunca más exhalar una palabra sobre la pérdida sufrida;
(…)
Si puedes hablar con multitudes y conservar tu virtud, o alternar con reyes y no perder tus rasgos comunes;
(…)
¡Tuya será la tierra y cuanto ella contenga y –lo que vale más- serás un Hombre, hijo mío!
Rudyard Kipling, Si…  La mejor poesía, Selección de Héctor Yánover, Editorial Abril S.A. Buenos Aires 1982, pág. 164




 

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