Sacando conclusiones sobre MIRÁ Festival de Arte
Sé que algunas personas van a enojarse conmigo por esta entrada. Las primeras, ese par de entrañables amigos
que se preocupan por “mi carrera”,
los que desperdician tiempo y paciencia en intentar convencerme de la necesidad
de prensa, de una publicidad focalizada, de un criterio comercial para el
posicionamiento de mi obra. De no
crearme enemigos innecesarios. Y, sobre
todo, de no ser imprudente con mi sinceridad.
Las otras, las que se sientan
involucradas en los hechos (porque sólo voy a citar hechos) que me empeño en reseñar aquí.
¿Por qué? Porque de algún modo
aspiro a que este blog le sirva a algún joven e incipiente artista para que –basado exclusivamente en hechos- saque
sus propias conclusiones cuando tenga que tomar decisiones a la hora de elegir
en qué invertir en su carrera artística.
Es decir: me niego a alimentar mitos urbanos (tendenciosos y digitados) respecto
del “éxito” que puede significar per se, para un artista emergente, el
formar parte de un evento como MIRÁ Festival de Arte.
Soy la primera en reconocer el vértigo y la diversión que ha sido para
mí presenciar el nivel de prensa que tuvo MIRÁ, habiendo compilado las
menciones al evento en diversos medios. Uno no puede menos que exclamar: ¡guau! viendo gacetilla tras gacetilla,
algún artículo en revistas populares, menciones concretas en medios nacionales. ¡GUAU!
Pero si vamos a los hechos concretos de una persona
concreta (pongamos como ejemplo a mí, una artista desconocida para el
público, cuasi desconocida para el medio y ciertamente sin ningún contacto,
sponsor , mecenas o simpatía particular de nadie), la realidad es que para
formar parte del evento tuve que someterme a una selección por parte del
artdealer que me llevó (lo que me parece MUY
BIEN, porque uno quiere calidad en
el evento al que aspira) y luego de la selección pagar de mi bolsillo el
costo de participación.
No estoy en contra de estos pagos.
Entiendo que las cosas cuestan: honorarios de las personas que trabajan
en esto, impresión de catálogos y gafetes de obras, gastos de prensa y
difusión, el tiempo de toda la gente involucrada. Yo evalúo si el costo es proporcional a lo
que se ofrece (una muestra en un lugar emblemático, con afluencia de público,
multitudinaria difusión) y si está dentro de mis posibilidades acepto y
pago. Son las reglas muy claras de este
juego.
Después siguen otros hechos:
yo pagué por dos metros lineales de pared, para exhibir dos obras. En los hechos (hechos a la vista de todo el mundo) tuve menos de dos metros y se
colgó sólo una de mis obras. La sala
donde estuve era –a mi juicio- una de las de más
calidad, con una cuelga cuidada, y muy bien ubicada. Mi obra se veía muy bien y
me encontré en la web una reseña que se ilustraba con una foto donde aparecía
mi 1592. Pero el hecho es que sólo se colgó una obra (y yo gasté una
pequeña fortuna en enmarcar dos).
theTGpost
El Centro Cultural Recoleta (Junín 1930) presenta
por primera vez Mirá, Festival de
arte, que está abierto al público con entrada libre y gratuita hasta el 27
de abril 2014, de 11 a 20 hs.
Mirá es un nuevo Festival de
arte que nació para consolidarse como un evento cultural de referencia en la
región.
Es
un encuentro de cuatro días para que el público conozca a las obras de artistas
nacionales e internacionales y también un espacio para convocar a galeristas,
curadores, críticos, directores de museos y de instituciones para que recorran
las muestras.
Este
festival surge con la idea de dar igualdad de oportunidades a los
artistas para que expongan en un espacio de prestigio, dinámico y con un gran
caudal de visitantes como el Centro
Cultural Recoleta.
Otro hecho (y ese me parece mucho
más trascendente que cuantas obras me colgaron a mi) es el de la calidad general de las obras expuestas. Porque si yo acepto gustosa someterme a una
preselección y que se juzgue mi mérito para permitirme formar parte de la
muestra espero que dicha regla se aplique a TODOS los
participantes.
Y si
ciertamente es difícil fijar parámetros de “gusto”
frente al arte si se los puede fijar respecto a la “calidad técnica”. O sea: puede determinarse a la vista de una
obra si su autor es una aficionado de domingo o se dedica a esto en serio.
Y es un hecho que ha podido
comprobar cualquiera que recorriera MIRÁ que había mucha (demasiada) obra de pésima calidad. Pero lo grave fue que pre-si-sa-men-te esa obra
de dudoso mérito tenía salas completas.
Traducido: a los que pagábamos poco
se nos exigía mucho y a los que pagaban mucho no se le exigía nada. ¿Regla
de juego? Regla de mercado.
Recuerdo el discurso del curador al tiempo de la inauguración de MIRÁ advirtiendo desde el vamos de que no todas las obras gustarían a todos. Pero no lo argumentó desde la realidad de que
había obras que no deberían haber estado ahí sino sobre el discurso políticamente
correcto de que la disparidad en el arte es una forma de ejercicio democrático… Ejercicio económico de la democracia de
pertenecer al grupo que puede pagar para “pertenecer” con mucho más espacio de
cuelga.
Y los organizadores siguen sosteniendo el argumento. Anoche vi por interner el comentario de uno
de los medios organizadores (artículo que, honestamente, desencadenó esta
entrada):
EL EXITO DE MIRÁ FESTIVAL DE ARTE
El domingo 27 Mirá Festival
de Arte cerró las puertas de la primera edición de una feria de arte
sin precedente. Con un balance positivo tanto por la cantidad de ventas como
por la afluencia de público superando las 20.000 personas, en los cuatro días
que duró la exposición en el Centro
Cultural Recoleta.
Desde un primer momento, el indicador económico reflejó un pico con la venta un 70% de las esculturas vítreas de Ana Giovinazzo.
Desde San Martín de los Andes llegó Darío Mastrosimone con un bagaje de obras que encontraron nuevo dueño.
Otro de los favoritos fueron las pinturas hiperrealistas de Diego Salas.
Un éxito las pinturas intervenidas con discos de tango de Brígida Manzanares que ya se encuentran en México.
Las vacas y campos pintados por Marcela Pittner llegan a Europa de manos de nuevos coleccionistas.
Desde lo teórico, convocó gran interés la conferencia de Marino Santa María de Arte Público ante un auditorio colmado.
La sutileza en la obra Iván Enquín en la entrada principal de Mirá Festival de Arte anticipaban la presencia de nuevos nombres entre los más de 170 artistas en exposición. Un evento que contó con el auspicio de Banco Ciudad.
También, espectáculos musicales alternaron el clima festivo de la feria.
Una verdadera fiesta del arte y el espectáculo que deseamos se repita en 2015 con toda la experiencia y conocimiento de los tres medios periodísticos (Revista Magenta, Cultura al Día y Qué Hacemos) que convirtieron en éxito esta aventura.
Desde un primer momento, el indicador económico reflejó un pico con la venta un 70% de las esculturas vítreas de Ana Giovinazzo.
Desde San Martín de los Andes llegó Darío Mastrosimone con un bagaje de obras que encontraron nuevo dueño.
Otro de los favoritos fueron las pinturas hiperrealistas de Diego Salas.
Un éxito las pinturas intervenidas con discos de tango de Brígida Manzanares que ya se encuentran en México.
Las vacas y campos pintados por Marcela Pittner llegan a Europa de manos de nuevos coleccionistas.
Desde lo teórico, convocó gran interés la conferencia de Marino Santa María de Arte Público ante un auditorio colmado.
La sutileza en la obra Iván Enquín en la entrada principal de Mirá Festival de Arte anticipaban la presencia de nuevos nombres entre los más de 170 artistas en exposición. Un evento que contó con el auspicio de Banco Ciudad.
También, espectáculos musicales alternaron el clima festivo de la feria.
Una verdadera fiesta del arte y el espectáculo que deseamos se repita en 2015 con toda la experiencia y conocimiento de los tres medios periodísticos (Revista Magenta, Cultura al Día y Qué Hacemos) que convirtieron en éxito esta aventura.
Graciela Smith
Revista Magenta
Revista Magenta
abril 2014
Sobre las ventas no haré comentarios, ya que no me consta ese hecho (ni
en un sentido ni en otro), y de lo que se trataba esto era de concretar lo que
puede constatar personalmente. (Nada,
pero nada diré sobre las presuntas ventas de obras que ni siquiera deberían
haberse colgado en el evento y mucho menos tener toda una sala.)
Sobre la obra auspiciada por el Banco
Ciudad diré que a mí no me pareció con
mérito para ese auspicio, basada en mi entendimiento que un organismo público
con dinero de los impuestos debe ejercer mecenazgos con criterio netamente
conservador. Porque invierte erario público en lo que se entiende –sin debate- como cultura, no en “novedades”. En lo nuevo y
vistoso y probablemente efímero que invierta Coca-Cola o Petrobrás,
que lo hace por publicidad, para caerle simpático al consumidor. No el Banco Ciudad.
La obra en cuestión reconozco era
bonita y graciosa (recorte de calados puntilloso en fotos y posters de revistas,
montados unos sobre otros para una visión superpuesta), pero sólo demuestra una
original técnica en el uso de la tijera (si es que se cortó a mano y no con
plancha laser). Es mi humilde opinión
que el Banco Ciudad –o cualquier
otro organismo público que use en su sponsoreo dinero de los impuestos- debería “fomentar”
al auspiciar a artistas plásticos que ejerzan técnicas más conservadoras, como… ¿el dibujo y la pintura tal vez?
No discuto los cálculos de asistencia, porque realmente los tres días
que yo concurrí había muchísima gente.
Pensando en que quién lee esto es un joven artista que da sus primeros
pasos y se siente frustrado por no lograr que “lo descubran”, que lo rechazan en concursos ni accede a mostrar su
trabajo porque no puede cubrir los costos, me empeño en resaltar los hechos
concretos de los que he sido testigo en un evento como MIRÁ Festival de Arte. Todo lindo, apabullante prensa, mucha gente,
pero ni tanta calidad en la obra, la cuestión de mercado de siempre (no se cuelga
lo bueno sino lo que puede pagarse –carísimo y en efectivo- el espacio) y el
resultado no es ni descollante ni directo.
¿Sirve? Sí, yo creo que sí. Uno
quiere mostrar y a cuanta más gente mejor. ¿Te cambia la vida por el mero acto
de formar parte de un evento así? Para
nada. ¿Estar o no estar marca la
diferencia? No, pero te templa. Lo único
que determina a un artista es su pasión y una vida de trabajo; ser honesto con uno mismo y no
esperar de otros la identidad sino generarla desde lo más íntimo de su obra.
“Si puedes conservar firme tu cabeza, cuando a tu alrededor todos la
pierden y te cubren de reproches;
Si puedes tener fe en ti mismo, cuando duden de ti los demás hombres y ser indulgente para
su duda;
Si puedes esperar y no sentirte cansado de la espera;
(…)
Si puedes encararte con el Triunfo y el Desastre y tratar de la misma
manera a esos dos impostores;
(…)
Si eres capaz de juntar en un solo haz todos tus triunfos y tus
ganancias y arriesgarlas a cara o cruz, en una sola vuelta, y si perdieras,
empezar otra vez, como cuando empezaste, y nunca más exhalar una palabra sobre
la pérdida sufrida;
(…)
Si puedes hablar con multitudes y conservar tu virtud, o alternar con reyes
y no perder tus rasgos comunes;
(…)
¡Tuya será la tierra y cuanto ella contenga y –lo que vale más- serás un
Hombre, hijo mío!”
Rudyard Kipling, Si… La mejor poesía, Selección de Héctor Yánover, Editorial Abril S.A.
Buenos Aires 1982, pág. 164
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