La Secta de los
connoisseurs
& entrepeneurs del Arte
¿En qué momento pasó que se cambiaron las reglas? ¿Cuándo la formación, el estudio, la
capacitación y el saber fue reemplazado por sonrisas de publicidad de dentífrico,
bronceados perpetuos y actitud de yo-soy-bueno-en-todo-lo-que
hago?
Se suponía que uno debía optar por una especialidad (el comercio, las
letras, la ciencia, el arte) y a ella abocarse de tiempo completo como razón de
vida. Se definía la vocación. Se estudiaba, se formaba en el campo en los
primeros años pagando derecho de piso y generando experiencia, se profundizaba
la formación con estudios más sofisticados, y cuando uno opinaba lo hacía con el
sustento de ser alguien seria y responsablemente dedicado al asunto.
Ahora, todo
es lo mismo. No hay que estudiar, no
hay que formarse, no hay que saber nada en particular y en concreto. Basta la sonrisa y el bronceado, el porte y
la actitud de quien viste solo marcas de moda debidamente compradas en el exterior
y que perpetúa (a cualquier costo) una imagen juvenil y desenfadada. “Yo
primero fui asistente de dentista, pero viste, es muy sucio con tanta saliva por
todos lados; después puse un bar y fui gastronómico veinte años, pero me iba a
casa con mucho olor a fritanga en la ropa. Así que me puse una galería porque
evidentemente el arte es lo mío.”
No importa saber de arte para dedicarse al arte, ya como artista,
ya como curador, galerista o crítico. Lo
que cuenta es tener actitud de artista/galerista de moda: muy alfa pero con un perfil místico
–vegano, comedor solo de alimentos crudos, afecto a la meditación maya o
seguidor del Dalai Lama-; que vista de modo ridículo, sucio o desarrapado, pero que en este contexto se considera cool; que
hable como si estuviera diciendo algo pero que sea inentendible a cualquier ser pensante y que mire al resto
del mundo con rictus de desprecio debido a su condición de enfant terrible. Si llenaste
todos los cuadraditos del “Sí” del formulario
de ítems obligatorio, ya está. Esto es
arte. Y traemos al vernisagges consagratorio a actores, modelitos y celebrities de programas
de chismes de la televisión, y a los empresarios viejos y decadentes disfrazados de muchachitos hot fashion
que son los que tienen el dinero y que compran cualquier cosa con tal de
pertenecer a la Secta del Arte. Lo más exclusivo de Baires. Hacedores de VIP y códigos de pertenencia
estricta.
La Secta del Arte tiene
sus propias “palabras” secretas al estilo masón: connoisseurs & entrepeneurs,
brainstorming, collector’s
preview, artdealers y artlovers , y pre-opening con
invitación black VIP card. Y, obviamente,
una regla estricta que respetar: ser
unos pocos, no cuestionar a los líderes que dicen qué es in y qué out
y mantener alejados a los seres pensantes pues jamás, ¡jamás! debe aceptarse que se cuestionen los dogmas de fe de la
Secta. Nunca puede permitirse que se
inmiscuya en estas cosas VIP la
honestidad ni el sentido común. Y mucho menos la verdad.
Aunque dije que no lo mencionaba más por este año (¡mil perdones!)
ArteBA, el rito ceremonial más importante del culto práctico de los miembros de
la Secta, corrobora cada uno de estos extremos.
Basta escuchar a Pía Mancini, presidenta del Young Committee de ArteBA,
quien ha sentenciado con su autoridad de sacerdotisa iniciática de la Secta: “Una
de las cosas que más nos funcionaron el año pasado y que repetimos este año fue
un evento que se llama Art Lovers. Armamos recorridas y una especie de preview
para jóvenes, antes de la apertura oficial. Así, más tranquilos, pueden elegir
alguna obra, animarse a charlar más con los galeristas, con los artistas”,
explica Mancini.
Georgina Valdez, estilista y curadora, de 33 años, expone en el Barrio Joven
Chandon. “Nuestro público ideal es a partir de los 25 años, cuando uno ya tiene
su independencia económica o empieza a tener su casa, su propio espacio, y
comienza a definirlo”, afirma (http://www.perfil.com/sociedad/ArteBA-busca-cautivar-a-un-publico-cada-vez-mas-joven-para-sumar-nuevos-clientes-20140524-0080.html).
Digo yo: estamos en Argentina, donde conseguir el primer empleo es
una experiencia humillante, larga y penosa, y donde el independizarse de los
padres se retarda en muchísimos casos hacia
los 40 -ya que es materialmente imposible adquirir un inmueble y sostenerse solo-. ¿De
qué están hablando cuando dan por hecho “normal” que a los 25 años (¡25 años!)
alguien esté en condiciones de ser coleccionista de arte? Están hablando de un puñado de personas (los
aspirantes a la Secta del Arte o los que ascienden a los primeros escalones). O, sencillamente, están hablando estupideces.
Aunque parezca mentira (mentira no, un chiste malo), en el mismo país
donde la presidente del Young Committee de ArteBA dice que a los 25 años se
inician nuestros jóvenes en el coleccionismo de arte, la otra presidenta, la de
la Nación, se vanagloria de otorgar el plan asistencial Progresar (Programa de Respaldo a Estudiantes de
Argentina), que otorga una contraprestación
de $600 mensuales a los jóvenes de 18 a
24 años que no estudian, no tienen trabajo o tienen trabajo informal (http://www.iprofesional.com/notas/178997-Cristina-anunci-plan-asistencial-de-600-por-mes-para-que-los-jvenes-Ni-Ni-estudien-).
No creo que seiscientos pesos (unos sesenta dólares) mensuales les
alcance para comprar mucha obra…
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