jueves, 29 de mayo de 2014


  La Secta de los connoisseurs & entrepeneurs del Arte



  ¿En qué momento pasó que se cambiaron las reglas?  ¿Cuándo la formación, el estudio, la capacitación y el saber fue reemplazado por sonrisas de publicidad de dentífrico, bronceados perpetuos y actitud de yo-soy-bueno-en-todo-lo-que hago? 


  Se suponía que uno debía optar por una especialidad (el comercio, las letras, la ciencia, el arte) y a ella abocarse de tiempo completo como razón de vida.  Se definía la vocación.  Se estudiaba, se formaba en el campo en los primeros años pagando derecho de piso y generando experiencia, se profundizaba la formación con estudios más sofisticados, y cuando uno opinaba lo hacía con el sustento de ser alguien seria y responsablemente dedicado al asunto.  
   Ahora, todo es lo mismo.  No hay que estudiar, no hay que formarse, no hay que saber nada en particular y en concreto.  Basta la sonrisa y el bronceado, el porte y la actitud de quien viste solo marcas de moda debidamente compradas en el exterior y que perpetúa (a cualquier costo) una imagen juvenil y desenfadada.  Yo primero fui asistente de dentista, pero viste, es muy sucio con tanta saliva por todos lados; después puse un bar y fui gastronómico veinte años, pero me iba a casa con mucho olor a fritanga en la ropa. Así que me puse una galería porque evidentemente el arte es lo mío.



  No importa saber de arte para dedicarse al arte, ya como artista, ya como curador, galerista o crítico.  Lo que cuenta es tener actitud de artista/galerista de moda: muy alfa pero con un perfil místico –vegano, comedor  solo de alimentos crudos,  afecto a la meditación maya o seguidor del Dalai Lama-; que vista de modo ridículo, sucio o desarrapado,  pero que en este contexto se considera cool; que hable como si estuviera diciendo algo pero que sea inentendible  a cualquier ser pensante y que mire al resto del mundo con rictus de desprecio debido a su condición de enfant terrible.  Si llenaste todos los cuadraditos del “Sí”  del formulario de ítems obligatorio, ya está.  Esto es arte.  Y traemos al vernisagges consagratorio a  actores, modelitos y celebrities de programas de chismes de la televisión, y a los empresarios  viejos y decadentes  disfrazados de muchachitos hot fashion que son los que tienen el dinero y que compran cualquier cosa con tal de pertenecer a la Secta del Arte.  Lo más exclusivo de Baires.  Hacedores de VIP y códigos de pertenencia estricta.

  La Secta del Arte tiene sus propias “palabras” secretas al estilo masón: connoisseurs & entrepeneurs, brainstorming, collector’s preview, artdealers y artlovers , y pre-opening con invitación black VIP card.  Y, obviamente, una regla estricta que respetar:  ser unos pocos, no cuestionar a los líderes que dicen qué es in y qué out y mantener alejados a los seres pensantes pues jamás, ¡jamás! debe aceptarse que se cuestionen los dogmas de fe de la Secta.  Nunca puede permitirse que se inmiscuya en estas cosas VIP  la honestidad  ni  el sentido común.  Y mucho menos la verdad.


Aunque dije que no lo mencionaba más por este año (¡mil perdones!) ArteBA, el rito ceremonial más importante del culto práctico de los miembros de la Secta, corrobora cada uno de estos extremos.  Basta escuchar a Pía Mancini, presidenta del Young Committee de ArteBA, quien ha sentenciado con su autoridad de sacerdotisa iniciática de la Secta: “Una de las cosas que más nos funcionaron el año pasado y que repetimos este año fue un evento que se llama Art Lovers. Armamos recorridas y una especie de preview para jóvenes, antes de la apertura oficial. Así, más tranquilos, pueden elegir alguna obra, animarse a charlar más con los galeristas, con los artistas”, explica Mancini. Georgina Valdez, estilista y curadora, de 33 años, expone en el Barrio Joven Chandon. “Nuestro público ideal es a partir de los 25 años, cuando uno ya tiene su independencia económica o empieza a tener su casa, su propio espacio, y comienza a definirlo”, afirma (http://www.perfil.com/sociedad/ArteBA-busca-cautivar-a-un-publico-cada-vez-mas-joven-para-sumar-nuevos-clientes-20140524-0080.html).

  
  Digo yo: estamos en Argentina, donde conseguir el primer empleo es una experiencia humillante, larga y penosa, y donde el independizarse de los padres  se retarda en muchísimos casos hacia los 40 -ya que es materialmente imposible adquirir un inmueble y sostenerse solo-. ¿De qué están hablando cuando dan por hecho “normal” que a los 25 años (¡25 años!) alguien esté en condiciones de ser coleccionista de arte?  Están hablando de un puñado de personas (los aspirantes a la Secta del Arte o los que ascienden a los primeros escalones).  O, sencillamente, están hablando estupideces.


Aunque parezca mentira (mentira no, un chiste malo), en el mismo país donde la presidente del Young Committee de ArteBA dice que a los 25 años se inician nuestros jóvenes en el coleccionismo de arte, la otra presidenta, la de la Nación, se vanagloria de otorgar el plan asistencial Progresar (Programa de Respaldo a Estudiantes de Argentina),  que otorga una contraprestación de $600 mensuales a los jóvenes de 18 a 24 años que no estudian, no tienen trabajo o tienen trabajo informal (http://www.iprofesional.com/notas/178997-Cristina-anunci-plan-asistencial-de-600-por-mes-para-que-los-jvenes-Ni-Ni-estudien-).

  No creo que seiscientos  pesos (unos sesenta dólares) mensuales les alcance para comprar mucha obra…








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