Cerró
anoche la Feria de Arte Contemporáneo Arte La Plata. Si bien
no estuve durante los cuatro días que duró el evento, el casi horario completo
que cumplí el sábado y el rato de la tarde del domingo me volvió testigo de la
importante asistencia de público que se dio durante el fin de semana.
El diario
local (El Día de La Plata)
habla de dos mil quinientas personas que visitaron la propuesta, número que en lo personal que parece excesivo, pero que
hubo mucha
gente circulando de modo constante la hubo.
Además de
multitudinario (sea el número que haya
sido en concreto), el público que asistió lo hizo con auténtico interés, ya
que se demoraban en la obras, fotografiando sus preferencias (muchos, muchísimos, pidiendo permiso a los
artistas antes de hacerlo, en un despliegue de buena educación que yo hacía
añares no presenciaba), que buscaban a los artistas para dar su opinión o
realizar consultas. Que retiraban postales o tarjetas de a una, prolijamente,
dejando correctamente los display y exhibidores en su lugar para el próximo
interesado. Un público respetuoso y cordial,
un ambiente tranquilo y una experiencia por demás grata para todos los
participantes. Los artistas con los que
conversé coincidían tanto en la respetuosidad de los asistentes, su marcada
cantidad (por momentos el circular de gente era apabullante) y en lo cansador
que es para uno pasar la jornada completa de pie en los stand (uno no puede quedarse sentado porque estorba
la visual del espectador y hay que circular para dar información y repartir o
reponer folletería o data para la posterior ubicación terminada la Feria). El
dolor de pies y de espalda y cierto malestar en la cabeza por el bullicio casi permanente
eran las únicas quejas que se escuchó entre los expositores. Y ciertamente, eran una quejas muy menores.
El descuelgue al cierre se dio de manera ordenada y fácil; el espacio y las características del Pasaje Dardo Rocha facilitaron toda la acción. Los Organizadores nos despidieron con un brindis, cerrando también el buen tato que se recibió siempre de ellos, desde la convocatoria hasta el final mismo del evento.
Realmente nada quedó por fuera de lo planeado
ni surgió ninguno de esos habituales problemitas técnicos que suelen darse en
las muestras multitudinarias (estructuras
que se caen y obras que se desploman, luces que fallan, acción predadora de
algún concurrente, desaparición de materiales de publicidad, artistas quejosos
y molestos full time…). Acá
reconozco que todo salió a la perfección.
Un verdadero placer haber participado de Arte La Plata. Mérito de los
Organizadores y de las personas de La
Plata, una ciudad que se ve tiene una población que hace juego con su
maravillosa arquitectura.
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