Hoy
sábado fue el primer día que estuve tiempo completo en la Feria Arte la Plata
en el majestuoso Pasaje Dardo Rocha.
Muchísima gente. Hacía tiempo (demasiado tiempo) que no
interactuaba con tantos espectadores desconocidos que se detenían frente a mi
obra y se tomaban la molestia de buscar al autor para hacerle comentarios. Una maravilla.
Un alto
porcentaje de las personas con las que conversé demostraban curiosidad por la
técnica. Les llamaba la atención el “¿cómo
está hecho?” al punto de preguntarlo. La cartografía que entrecruza cada obra era lo
que más obligaba a detenerse en la contemplación atenta y al posterior
comentario. He descubierto que mucha
gente comparte conmigo la fascinación por las “cartas de marear”.
La obra más objeto de fotografías fue El Portal. Se detenían a componer el conjunto, a
comprenderlo en una unidad.
Fotografiaban por sectores.
Evidentemente, es una obra que provoca interés (y espero que placer) mirar.
Fue duro
estar de pie -arriba de mis zapatos- desde el mediodía hasta las nueve de la noche,
momento del cierre. Ni mi espalda ni mi
rodilla están ya para estos trotes. Pero
valió la pena. Al fin y al cabo uno crea
y trabaja cada obra para esto: para que miradas desconocidas las contemplen y
las disfruten. Para que ese diálogo
inconcluso que iniciamos concluya en la lectura de ese otro que comprende y
cierra el círculo perfecto del arte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario