Es inevitable: encuentro otra
entrevista a Luis
Racionero, vuelvo a sentirme completamente
identificada (reivindicada en mis íntimas
convicciones) y otra vez transcribo aquí una pieza exquisita de simple,
clara y pura realidad:
El Cultural, miércoles 4 de marzo de 2015.
Para mi relicario personal, que se tornarán en mantra en las horas oscuras,
van las frases:
“…Una de las columnas fundamentales de esta
enorme maniobra de propaganda que es el arte contemporáneo consiste en hacer
creer a quienes no lo entienden o no se emocionan con él que son una panda de
ignorantes. Se les culpabiliza y así se callan...”
“Si
la obra te emociona, te conmueve, te vitaliza o te sobrecoge, es arte; si no,
no lo es”.
“La
intromisión del mercado en el arte ha abocado a la subasta de tiburones en
formol -y otros animalitos- por un cínico codicioso que ha logrado hacerse
pasar por artista gracias a los capitales invertidos en él por un publicista
llamado Saatchi.”
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