domingo, 29 de marzo de 2015















     En un momento de la concurrida tarde de ayer, cuando dos mujeres jóvenes se habían detenido durante varios minutos en mi stand y debatían sobre la técnica utilizada en mis obras, me acerqué a ofrecer respuesta a sus dudas.  Tras el cruce de un par de palabras, una de ellas me preguntó si hacía unos años no había expuesto yo en el Centro de Convenciones de Monte Hermoso.  Sí, claro; ella le calculó unos tres años atrás, a mí me pareció que un poco más pero no quise contradecirla.  Ahora corroboro que fue en el 2006, ¡hace nueve años!  






   Aun en la creencia de que fueran sólo tres años, me sorprendió sobremanera que ella hubiera reconocido el estilo –no eran obviamente las mismas obras- y se lo dije, admirada de su buena  memoria.  Su repuesta fue el halago más grande que he recibido durante la Feria y que me justifica todo (la inversión en este evento, el dolor de espalda, la hinchazón de pies, el llevar invertido tanto dinero, tiempo y salud en una actividad que la mayoría tilda de vana e inútil): dijo que lo que yo hacía era original y único, que no había visto nada parecido en otro lado.  Después seguimos hablando y supe que era ella también artista plástica, lo que hizo sus conceptos aún más valiosos para mí (es alguien que observa y analiza la técnica a más del valor estético en una obra).


    Quedamos en contactarnos vía web, y espero que así sea.  Quiero reiterarle mi gratitud por darme uno de esos momentos que se conservan para siempre y que en las horas oscuras nos devuelven la fe en lo que hacemos y que nos convence de que marchamos por el camino correcto.







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