Sobre
el mercado del arte II
Hace un par de días en La Nación se publicó un artículo
referido al mercado del arte local.
Vinculaba la cuestión a una normativa dictada en enero de este año (Resolución AFIP 3730) que afectaba
tanto a galerías y dealers como a los mismos artistas plásticos por operaciones
de venta de obras superiores a los Pesos Diez Mil (unos novecientos dólares en
un mix de cambio actual).
El artículo me hizo enojar. Estaba escrito por alguien o muy ajeno a la
realidad o muy malintencionado. Arrancaba
diciendo: “Nuestro
país cuenta con excelentes artistas plásticos que, con gran esfuerzo,
desarrollan sus carreras profesionales y, en muchos casos, avanzan gracias al
apoyo de mecenas.” Los
únicos mecenas que conozco después de treinta años de estar en esto son los
cónyuges o los amantes que tengan ganas de complacer a su pareja con lo que les
sobre de sus rentas. Y para los que no hemos tenido tal suerte sentimental, el
único mecenazgo existente y accesible es el propio: a fuerza de trabajar a lo burro en otra cosa poder
gastar lo necesario para sostener una carrera placentera en el hacer pero
sumamente ingrata en sus resultados económicos.
¿De qué mecenas hablan?
Y sigue: “… es
fundamental el rol de las galerías, que con gran esfuerzo participan de eventos
locales e internacionales para mostrar y consolidar a sus artistas.” Sí, claro. Las galerías se esfuerzan en participar en
ferias internacionales cuyo costo es cubierto por los artistas participantes. Ningún galerista pone plata de su bolsillo jamás. Ponen tiempo y ganas de viajar, el dinero lo pone exclusivamente el
artista. ¿Es necesario dar ejemplos? ¿Es
artista el autor de la nota? Y por qué no
pregunta a quién corresponde, entonces.
“En
igual sentido es destacable la labor de los mecenas locales que apoyan la
edición de libros para documentar las obras de los artistas y aportan fondos
para solventar los gastos de muestras o residencias de artistas en el exterior.
Aunque no logren concretar ventas, la primera etapa del éxito es dar a conocer
la producción y sembrar para el futuro. El camino es largo, requiere mucho
esfuerzo y necesita del compromiso de todos.”
¿Mecenas locales que editan libros?
Todos (¡TODOS!) los libros de
arte, catálogos y comoquiera que se llamen se
editan con el dinero que ponen los artistas participantes. Recibo por año más de una de docenas de
convocatorias para integrar publicaciones de arte. Invariablemente, me endulzan diciendo que me
han elegido para integrar la propuesta porque les gusta mi trabajo, que siguen
con interés mi carrera, y paso seguido viene la lista de precios por una
página, media o un cuarto. Y luego a
cuanto me venden el ejemplar una vez editado (más allá del que me toca ¡gratis! por mi participación
paga).
Sigo sin entender como los artistas (nosotros, los que PAGAMOS POR TODO) permitimos que se
cree tamaña mitología en torno a nuestra actividad. Como si los que trascienden lo logren porque
tal o cual galería los “descubre” o
aquel mecenas de antológica fama invirtió una fortuna en su desarrollo. ¡Mentira! Los
artistas hacemos todo a fuerza de pasión, pulmón y nuestros ahorros. Nadie nos da nada: pagamos por cada milímetro
de pared en que exhibimos y por cada renglón
impreso que nos nombra. Y no deberíamos
permitir tanta sarta de falsedades infames, no por nosotros –que ya
somos lo que somos y podemos aguantar jugar con estas reglas- sino
por los incipientes artistas que van a salir al ruedo después de nosotros con
su fe e ingenuidad intactas.
Lamentablemente, yo he conocido a demasiada gente realmente talentosa
que se ha quedado por el camino por no poder afrontar la realidad. Nos
habían prometido tantas cosas y, al cabo, la verdad era otra cosa…
Y porque ya sé que hay quién me va a acusar (a-los-gri-tos) de tergiversar, de no entender nada, pego a
continuación el artículo completo para que el que lea esto juzgue por su
cuenta. Libertad de pensamiento y opinión.
Jueves 16 de abril de
2015 | Publicado en edición impresa
Editorial I
¿Fomentar el mercado del arte?
El
Gobierno debería revisar las últimas regulaciones impositivas, que, en lugar de
fomentar y proteger la actividad artística, la afectan
Nuestro país
cuenta con excelentes artistas plásticos que, con gran esfuerzo, desarrollan
sus carreras profesionales y, en muchos casos, avanzan gracias al apoyo de
mecenas. Lamentablemente, el Estado no destina recursos para el crecimiento y
posicionamiento del arte argentino. Frente a un Estado prácticamente ausente en
adquisiciones y cada vez más limitado en su presupuesto para difundir obras de
arte, todo queda en manos de los particulares y de su acción en pos del
crecimiento y consolidación de un mercado que sea capaz de dar respuesta a tan
valiosa oferta.
La realidad nos
demuestra que el mercado local es pequeño y debe crecer inexorablemente
incorporando nuevos compradores y formando colecciones particulares. En tal
sentido, es necesario difundirlo y posicionarlo a nivel internacional, para lo
cual resulta fundamental, entre otras cosas, la participación de nuestros
artistas en residencias del exterior y ferias internacionales.
Durante los
últimos años, los museos locales públicos y privados han llegado a tomar un
papel importante en la difusión del arte y muy especialmente del arte
contemporáneo; sin embargo, esto no se vio reflejado en adquisiciones. También
se ha consolidado en Buenos Aires una feria internacional de arte
contemporáneo, que ha despertado el interés de curadores y coleccionistas
internacionales. Lo cierto es que, poco a poco, el arte argentino despierta
mayor interés.
En este camino
de ida y vuelta resulta fundamental el rol de las galerías, que con gran
esfuerzo participan de eventos locales e internacionales para mostrar y
consolidar a sus artistas.
En igual
sentido es destacable la labor de los mecenas locales que apoyan la edición de
libros para documentar las obras de los artistas y aportan fondos para
solventar los gastos de muestras o residencias de artistas en el exterior.
Aunque no logren concretar ventas, la primera etapa del éxito es dar a conocer
la producción y sembrar para el futuro. El camino es largo, requiere mucho
esfuerzo y necesita del compromiso de todos.
Mientras mucha
gente trabaja para consolidar y ampliar el mercado del arte, la AFIP ha
establecido varias disposiciones que obligan a informar numerosas transacciones
y la tenencia de obras en propiedad.
Por una
reciente resolución, se creó el Registro Fiscal de Operadores de Obras de Arte,
en el que deben inscribirse las galerías y todos aquellos que actúen como
comercializadores de obras en forma habitual, quienes deben comunicar
mensualmente las transferencias a título oneroso cuyo precio total sea igual o
mayor que 10.000 pesos.
También debido
a esa resolución, todas las personas físicas o jurídicas (excepto organismos
públicos y entidades exentas de impuesto a las ganancias, como fundaciones o
asociaciones civiles) deben presentar una declaración jurada anual mediante la
cual deben dejar constancia de las obras de arte de su propiedad, cuando su
valor de costo individual sea igual o superior a 10.000 pesos.
Adicionalmente,
mediante otro instrumento, el ente fiscal creó un régimen de información para
los remates y subastas de obras de arte, entre otros bienes. Bajo estas
disposiciones se debe informar la totalidad de las obras vendidas, vendedores y
compradores, sin importar el precio.
Con
posterioridad, la AFIP derogó el sistema de información para galerías y/o
comercializadores que queden comprendidos bajo el sistema de facturación
electrónica, es decir, los responsables inscriptos en el IVA.
Como
consecuencia, la normativa sigue en vigor para los monotributistas que
comercialicen obras, para las casas de remates y para los particulares que
deben informar la tenencia anual de obras en propiedad.
No cabe duda
de que estas disposiciones tienen un claro propósito fiscalista, pero revelan
un profundo desconocimiento de un mercado de por sí anémico, por un lado, y
sensible al exceso de controles inconducentes. El valor fijado es ciertamente
exiguo y contrario a un interés fiscal práctico y se convierte en una carga
irrazonable para el responsable de suministrar la información.
En cuanto al
listado de obras en propiedad, es de difícil implementación, dado que muchos
tenedores no pueden determinar el valor de costo o consideran la obra en su
poder como algo meramente decorativo.
De todas
formas, sería relevante que todas ellas se pudieran exteriorizar en forma
ordenada para identificar y preservar el patrimonio cultural de la Nación, y no
cabe duda de que el camino adecuado está lejos de un régimen de información
tributaria.
Asombra el
criterio rector de las disposiciones de la AFIP; en rigor, cabría pensar todo
lo contrario a lo que se pretende. En efecto, sería deseable contar con las
siguientes normas:
* Un régimen amplio de desgravaciones impositivas para
quienes compren obras de arte y, más aún, para quienes las donen a museos o
centros culturales o a cualquier tipo de instituciones públicas o privadas
comprometidas con el arte.
* Un régimen que permita la exteriorización e
identificación de todas las obras para poder dimensionar y proteger el acervo
cultural de la Nación.
* Un sistema que premie o ayude a quien importe obras de
arte que se encuentran en el exterior para su radicación definitiva en nuestro
país.
* Una ley de fomento a los jóvenes artistas y apoyo a
galerías que los promuevan.
El patrimonio
artístico nacional poco se defiende desde el punto de vista legislativo y se ve
menoscabado por reglamentaciones como la que nos ocupa, cuyo efecto no querido
será, sin duda, la paralización en lo inmediato de las operaciones que tengan
por objeto obras de arte y, en un futuro, la expatriación de valores artísticos
que al país le interesa conservar.
Por lo demás,
las artes plásticas son fuente de interés turístico y cultural de proporciones
gigantescas; basta mirar las colas para ingresar a museos en el exterior y
destacar el creciente interés general por la oferta de nuestros museos y
galerías. Y no hay que olvidar que una legislación estimulante para el
mecenazgo, como la existente en Brasil con la ley Rouannet, puede favorecer el
fortalecimiento del mercado y una mejor cotización para nuestros artistas en
línea con la espectacular alza registrada en el mercado internacional el año
último.
Así como el
Estado debe comprometerse a proteger la cultura, las medidas de fiscalización
tributaria deben ayudar a consolidar un mercado de arte receptivo de tan
valiosa expresión cultural. Fortalecerlo es privilegiar la cultura nacional. La
comentada resolución de la AFIP dista de contribuir a ese propósito y debería
ser revisada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario