Ordenadamente,
como cumpliendo con prolijidad una agenda puntillosa y prefijada, ahora
corresponde abocar la atención a los últimos detalles del viaje de mi Serie
de Hondius a la ArtExpo New York
2015.
Rescato
las seis obras de debajo de una pila de pesados libros que tenían por misión
convencer al acetato de ponerse derecho (lo
que parece haber sucedido), y observo el debido estado de todas mientras
coloco en el reverso de cada una el correspondiente certificado de autenticidad
que las dealers me enviaron por mail.
Todo muy bien.
En un par
de días más pasarán a sus manos y ellas se ocuparán del traslado y el montaje
en la tradicional feria neoyorquina. Yo,
con algo de suerte, seguiré el acontecimiento desde aquí vía web.
Ya he cumplido con enviarle a las art
dealers lo demás que me pidieron: un texto explicativo de las seis obras de la
serie…
Las seis obras están realizadas sobre
mixturas de papel (papel artesanal, papel industrializado y acetato)
intervenido con fuego. El trabajo incluye grafito, tinta y óleo.
Los nombres de las obras están
incluidos dentro de ellas y refieren al sector del mapa que se reproduce
enredado con el desnudo.
El mapa del que tomo fragmentos
y que es común a las seis obras es el Mapamundi de Hondius, Amsterdam 1608,
cuyo original está actualmente en la Royan Geographical Society de Londres.
Y un fundamento de mi trabajo, que salió como salió
porque lo escribí un poco bajo presión en mitad de otras cosas (la muestra de La Plata y mi rodilla izquierda en uno de sus peores semanas):
Se es
artista no por elección sino por resignación: cuando uno deja de luchar contra
esa pulsión natural de perder el tiempo en naderías y acepta que aunque poco
práctico y nada redituable esto es lo que uno es y lo que
será por siempre. No hay razones sobre las que se pueda
elaborar teóricamente. Se empieza con el
disfrute superlativo de dibujar, después se incorporan el color, la frustración
constante de hacerlo tan mal y la lucha cotidiana con esa técnica desconocida y
esquiva con la que sospechamos podríamos
alcanzar eso que buscamos sin saber bien qué es.
Para el
artista el placer está en el mientras tanto, a veces grato a
veces írrito, no en el resultado que jamás termina de convencernos. Pero esa insatisfacción mueve a seguir
haciéndolo, a continuar la búsqueda, a seguir creando en esa acción placentera
que nos justifica la existencia aunque su fruto no tenga mayor mérito.
Mi obra es
exactamente eso: el resultado de mi disfrute en la búsqueda de una plena
belleza añorada, que se intuye pero se desconoce. Uso en esa búsqueda las cosas que me gustan:
los desnudos de estética clásica, la cartografía medieval, algún fragmento de
paisaje que promete un descubrimiento inesperado… Y como acepto el carácter
lúdico de la labor juego con texturas en soportes y en la variedad de
técnicas. En mi juego no hay reglas o
preconceptos que no se puedan romper. Es jugar a jugar.
Y por eso
mismo mi obra sólo pretende provocar en el espectador su disfrute, desde su
propia memoria y su historia personal para leer en las imágenes el sentido que
le signifique. Pero que le llegue el
placer que yo disfruté en la realización y se le contagie un poco de ese
gozo. Mis obras pretenden compartir con
el otro un buen momento, un dejarse ir en el placer del arte y de la creación
artística.
Me queda
contactar a la rama de la familia que vive en Manhattan para ver si quieren concurrir a la inauguración y pasar su
data a los organizadores a fin de su inclusión en la lista de invitados. Hecho eso, todo lo que tenía que hacer sobre
este asunto estará acabado. Luego será
esperar y ver cómo le va a mi trabajo en el Norte.
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