jueves, 2 de abril de 2015

     Ordenadamente, como cumpliendo con prolijidad una agenda puntillosa y prefijada, ahora corresponde abocar la atención a los últimos detalles del viaje de mi Serie de Hondius a la ArtExpo New York 2015















     Rescato las seis obras de debajo de una pila de pesados libros que tenían por misión convencer al acetato de ponerse derecho (lo que parece haber sucedido), y observo el debido estado de todas mientras coloco en el reverso de cada una el correspondiente certificado de autenticidad que las dealers me enviaron por mail.  Todo muy bien.


    En un par de días más pasarán a sus manos y ellas se ocuparán del traslado y el montaje en la tradicional feria neoyorquina.  Yo, con algo de suerte, seguiré el acontecimiento desde aquí vía web.



















      Ya he cumplido con enviarle a las art dealers lo demás que me pidieron: un texto explicativo de las seis obras de la serie…

Las seis obras están realizadas sobre mixturas de papel (papel artesanal, papel industrializado y acetato) intervenido con fuego.  El trabajo incluye grafito, tinta y óleo.

Los nombres de las obras están incluidos dentro de ellas y refieren al sector del mapa que se reproduce enredado con el desnudo. 

 El mapa del que tomo fragmentos y que es común a las seis obras es el Mapamundi de Hondius, Amsterdam 1608, cuyo original está actualmente en la Royan Geographical Society de Londres.  




Y un fundamento de mi trabajo, que salió como salió porque lo escribí un poco bajo presión en mitad de otras cosas (la muestra de La Plata y mi rodilla izquierda en uno de sus peores semanas):

Se es artista no por elección sino por resignación: cuando uno deja de luchar contra esa pulsión natural de perder el tiempo en naderías y acepta que aunque poco práctico y nada redituable esto es lo que uno es y lo que será  por siempre.  No hay razones sobre las que se pueda elaborar teóricamente.  Se empieza con el disfrute superlativo de dibujar, después se incorporan el color, la frustración constante de hacerlo tan mal y la lucha cotidiana con esa técnica desconocida y esquiva  con la que sospechamos podríamos alcanzar eso que buscamos sin saber bien qué es.

Para el artista el placer está en el mientras tanto, a veces grato a veces írrito, no en el resultado que jamás termina de convencernos.  Pero esa insatisfacción mueve a seguir haciéndolo, a continuar la búsqueda, a seguir creando en esa acción placentera que nos justifica la existencia aunque su fruto no tenga mayor mérito.

Mi obra es exactamente eso: el resultado de mi disfrute en la búsqueda de una plena belleza añorada, que se intuye pero se desconoce.  Uso en esa búsqueda las cosas que me gustan: los desnudos de estética clásica, la cartografía medieval, algún fragmento de paisaje que promete un descubrimiento inesperado… Y como acepto el carácter lúdico de la labor juego con texturas en soportes y en la variedad de técnicas.  En mi juego no hay reglas o preconceptos que no se puedan romper. Es jugar a jugar.

Y por eso mismo mi obra sólo pretende provocar en el espectador su disfrute, desde su propia memoria y su historia personal para leer en las imágenes el sentido que le signifique.  Pero que le llegue el placer que yo disfruté en la realización y se le contagie un poco de ese gozo.  Mis obras pretenden compartir con el otro un buen momento, un dejarse ir en el placer del arte y de la creación artística.




      Me queda contactar a la rama de la familia que vive en Manhattan para ver si quieren concurrir a la inauguración y pasar su data a los organizadores a fin de su inclusión en la lista de invitados.  Hecho eso, todo lo que tenía que hacer sobre este asunto estará acabado.  Luego será esperar y ver cómo le va a mi trabajo en el Norte.


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