lunes, 29 de diciembre de 2014


   Para continuar contradiciéndome, me detengo a resumirme que tuve este año la grata experiencia de ser parte de una muestra curada en Arte y Vida de Martin Coronado (y me avergüenzo hasta el rojo punzó por no haber ido todavía a retirar mis obras, generando molestias y resta de espacio a una asociación de personas que hacen todo a pulmón y por puro amor al arte y a la gente).  Con sorpresa incluida de una reseña en la icónica revista cultural Ramona.
 





   Y haber vuelto a exponer en el marco de las Gallerys Nights de Palermo, barrio indescriptiblemente sincrético y mixturizado, donde me prometo (sabiendo a conciencia de la nula probabilidad real de que sea) tener alguna vez mi taller-galería.  Hacia demasiado tiempo que no deambulaba por ahí y el regreso ha sido de lo más reconfortante, como volver al abrazo de un viejo amigo al que se extrañaba.
 
 
    Haber sido invitada a integrar la Guia Leonardo…

 
 
 
… y haber participado en la Arcotargente de Madrid…

 
 
 
 
 
 

domingo, 28 de diciembre de 2014

     La tendencia a los resúmenes y balances de fin de año son una de las actividades más deprimentes que conozco.  Es como pasar lista pormenorizada  a las deudas pendientes: agobian pero no cancelan pagos. ¿Qué sentido práctico pueden tener?

   Es probable que las secuelas de los excesos de la Nochebuena y el incomprensible almuerzo navideño (demasiado cerca, sin demasiado sueño mediante, con demasiadas calorías, sin demasiado hambre, sin ninguna razón de ser si ya nos vimos hace veinte minutos) hagan que la digestión lenta y la bilis aun no reabsorbida nos vuelva pesados y oscuros. Propensos a la melancolía y a la auto recriminación innecesaria.

   Dicen que a los porteños (grises, nostálgicos, quejosos e inconformistas) se nos dá de modo natural ponernos en frecuencia “tango llorón” por estas fechas. Que a los vecinos brasileños o a nuestros compañeros continentales más allende al Caribe las fiestas les salen al pie de la letra: fiestas. 

    Recuerdo la única oportunidad en que pude escaparme y me fugué en diciembre a Río de Janeiro.  La magia del  Fin de Año en las playas de Copacabana, con mística tribal en el blanco riguroso de la indumentaria y ese mar que no acepta calificativos y que impone proporción,  hace que más que una despedida uno viva la noche a ritmo de resurgimiento y augurio de energías provistas por Yemanyá para aventurarse a todo con convicción de victoria.  Yo siento el fin de año aun de esa manera, menos como cierre que como reinicio.  Un empujón al sol y al disfrute.

     Así que brindo por los planes (que -por las dudas- trato de organizar anticipadamente durante diciembre) que trazo para el 2015.  Hecho una miradita sobre el hombro (¡soy porteña por adopción, que tanto!) y me siento satisfecha por haber expuesto en España durante este año pero pongo las pilas en mis proyectos en New York para el próximo.











   Me alegro de haber estado en el Centro Cultural Recoleta dentro del Festival de Arte Mirá pero sigo elucubrando mi propia gestión de prensa para difundir mi participación en la Feria de Arte Contemporáneo Arte La Plata en marzo próximo.







   Me encantó haber estado en la Bienal Internacional de Arte Contemporáneo de Buenos Aires, en el Centro Cultural Borges,  pero más placer me da haber concretado (¡y expuesto!) ese cachivache de las máscaras que fue El Portal. Que encima recibió el reconocimiento de una mención en el marco de la Bienal.









   Y estoy haciendo exactamente eso que digo que ni hago ni quiero hacer: ¡racontos de fin de año!  No puedo escaparme al clima ni al lugar común. 



sábado, 27 de diciembre de 2014




























          Transcribo tres fragmentos; el primero data de agosto de 1957, el segundo de un libro editado en 2012 y el tercero de diciembre de 1960.   Quizá el error esté en mi lectura, pero yo encuentro que dicen exactamente lo mismo.  Diferencias de estilo literario, nada más.

     “¿Desde hace cuánto tiempo está la Argentina en crisis?  ¿Desde su comienzo? (…) Los planteos políticos son, entonces, radicalmente falsos.  Los planteos políticos no son capaces de aportar ninguna solución a la crisis. Quod erat demostrandum.  Pero los políticos subsisten.  Seguirán vociferando, contribuyendo al error general, títeres de la crisis que de pronto se creen titiriteros.  Cuando no me irritan con su vanidad y su estrépito, los políticos argentinos me dan pena.  Claro que la mayoría de ellos no pasan de ser una máquina de distribución de puestos públicos. Pero incluso así, son como gentes obligadas a volar a quienes sólo les han dado una bicicleta para hacerlo.   Pues, si se me mira a fondo, ¿qué quiere este país?  Un rey, una monarquía, un poder absoluto que represente al bando al que se pertenece y aplaste a los contrarios.  La otra mitad del país fomentará la anarquía hasta que logre deponer a ese rey y montar en el trono al que ella sostiene.  Y así. Monárquico-anarquistas: eso somos, por darle un nombre. Todo el caudillismo público y privado de nuestra existencia apunta a lo mismo.  Frente a ese monstruo, los pobres políticos, encargados de reducirlo, de domesticarlo, de presentarlo en el salón mundial de la democracia, para que haga alguna de las piruetas de moda. Forzados desde hace un siglo y medio a hablar de democracia, cuando su auditorio no tienen nada que ver con la democracia, no quiere saber nada de ella. (…)

…Los políticos subsisten.  Y los políticos tratan de adormecer nuestra conciencia de la crisis, intentan escamoteárnosla.  Cada partido dice a sus partidarios que ellos son inocentes, que los culpables son los otros.  Cada partido, incapaz de hallar una solución radical para la crisis, busca paliarla, sin sacarnos la enfermedad, hundiéndonos más en ella. (…) La política perturba, desquicia y altera el trabajo: en la cantidad y en la calidad. (…) …Es necesaria una resistencia a la política.  Suena a antipatriótico, a anticívico.  Sí.  Sin embargo, es imprescindible esa resistencia a la política.  Desoírla, darle la espalda: que se coloque en su lugar. (…)  Cuando el fracaso sin precedentes de las escusas que la política proporciona haga que todo se torne angustiosamente inseguro, cuando en el fondo de nosotros mismos la falsedad de nuestras posiciones se nos abra como una trampa, entonces es posible que nos volvamos hacia nuestro quehacer cotidiano para buscar allí un refugio y un nuevo punto de partida.  El trabajo personal: será preciso que empecemos desde allí a conocer lo que es la realidad y lo que somos nosotros mismos.”

H. A. Murena, Agosto 1957   Revista Sur Nro. 248 – Septiembre Octubre 1957, páginas 1/16.




     “…Fernando de la Rúa.  El radical preferido por Menem para que le cuidara la residencia.  Como si la presidencia de De la Rúa fuera una pausa preparatoria de su regreso con gloria.  Pero el proyecto de Menem iba a estrellarse contra el paredón de dos obstáculos.  La sociedad, que le daba mayoritariamente la espalda.  Y Duhalde, que lo sabía.  Y le armaba, con inteligente perversidad, la jaula envenenada. (…)

  De la Rúa también vestía de gris.  Pero se había asociado a un conglomerado de progresistas de pizzería que procuraba sobrevivir con la conquista de un empleo para emitir lecciones de catadura moral.  Zurditos tiernamente hipersensibles, de decepción fácil.  Pronto iban a tomar distancia del estadista, en cuanto sintieran que De la Rúa los decepcionaba.  Y que la política real distaba de equipararse a las inocentadas que se pontificaban idealmente para la televisión.

  Debe aceptarse que al pobre De la Rúa lo hostigaban más sus propios correligionarios, los radicales pragmáticos, que los progresistas de decepción fácil y digestión tardía.  Lo indigno era que radicales y progresistas formaban fila para burlarse del presidente.  Degradarlo y –por qué no- traicionarlo. (…)  El colapso de De la Rúa purificaba precipitadamente los horrores anteriores del peronismo.  Se reinstalaba, ante la resignación de la sociedad, otra de las gansadas antológicamente  fundamentales.  Que la Argentina sólo puede ser gobernada desde el peronismo.  Verdad en que necesitaban creer, sobre todo, los radicales que se diferenciaban atropelladamente de su presidente.  Y los zurditos de decepción fácil.  Confabulación de progresistas susceptibles que procedían en gran parte, del peronismo, y se disponían a cuidar, como fuera, los celulares, las secretarias, los choferes.  La conquista del empleo.  Del que abominó sólo Chacho Álvarez, el vicepresidente del artificio que se derretía.  Su espíritu innovador no pudo soportar la devastación de una portada de revista.  Para disponerse, patrióticamente, a huir. (…)

  La implosión de finales de 2001, discutiblemente incentivada, signó el final de la Alianza presentable de los radicales aburridos con los progresistas de pizzería.  Derivó en el episodio grotescamente trágico, con la vorágine de los cuatro presidentes peronistas. Con juramentos que duraron menos que las traiciones. …Puerta, presidente provisional del Senado… se limitara a destrabar, después de cincuenta horas de violencias y rupturas, el laberinto institucional para atenuar el vacío de poder con la entrega de la banda, y la sortija, al Adolfo…  Adolfo  Rodríguez Saá vivió, aquella semana, entregado vertiginosamente hacia la trascendencia.  Movilizado por la gloria de haber alcanzado, en el entrevero, la más alta envestidura. (…)  Adolfo supo caracterizarse por ser un productor de capitulaciones memorables.  Pronto iba a construir el solemne renunciamiento. Con menos tendencia al dramatismo, la posteridad iba a registrarlo con el manto sublime del ridículo. (…)

  Probablemente, la ingratitud fría de la historia va a registrar al Adolfo como el presidente efímero que declaró el estado de bancarrota nacional.  Al anunciar la suspensión de pagos de la deuda externa, fue eufóricamente aplaudido.  De pie.  Con vivas y loas del pleno irresponsable de la Asamblea Legislativa que arrastraba al país, emotivamente, hacia el territorio del delirio.

(…)  …aquel tapado insólito.  El muchachón de Santa Cruz, Néstor Kirchner, quién después se rebelaría como el Furioso.  Beneficiario insospechado de las vacilaciones culturales de Eduardo Duhalde, cuando tenía en sus manos, de carambola, la sortija del poder que le quemaba y pretendía quitarse de encima.  Aunque sin entregársela nunca a Menem, el enemigo que había sido amigo, y la reclamaba.  Pero Duhalde se sacó de encima el poder para dárselo al que menos la esperaba.  El Putin patagónico.  Kirchner se los iba a llevar puestos, paulatinamente, a todos.  Dispuesto, en defensa propia, a terminar con la carrera política de los que no se le reportaban.  Primero y principal, con Duhalde, el Boris Berezovsky de Buenos Aires.

  Kirchner, como Putin, mantenía el mérito redituable de ser un desconocido en un momento de síntesis de desprecio.  Cuando lo conocido era asociado al fracaso.  Tenía la suerte de ser un desconocido hasta para los que tenían la obligación cívica de conocerlo.  Como su justificada víctima.  Duhalde.”

Jorge Asís  Hombre de gris  Sudamericana S.A. Buenos Aires 2013, páginas 67/77.     




  “Cada vez que me proponía responder al pedido de Victoria Ocampo, terminaba por sumirme en un complejo y funesto desaliento. ¿Qué se puede decir en pocas páginas sobe los festejos del sesquicentenario? (…)  Aquí, únicamente diré que una vez más se ha verificado el contraste que en este país al parecer maldito hay entre las palabras grandiosas y los pobres hechos, entre el charlatanismo de feria de sus políticos y la angustia del hombre de la calle.  Pocos países ha de haber en el mundo como éste en que todo empiece con mayúscula, descienda luego a minúsculas y termine invariablemente entre sarcásticas comillas…

(…)  Nada me deprime tanto como leer un diario argentino, de tal modo siento la falsedad, la mentira y la hipocresía que llenan sus columnas; hasta que llego a la crónica policial, único lugar en que tengo la sensación de estar frente a hombres auténticos y verdaderos. (…)

  Las crisis no son cuestiones de palabras sino de hechos, claro está.  Pero se manifiestan o se disfrazan mediante palabras.  Palabras que han sido falsificadas, ahuecadas o rellenadas con semantemas tortuosos y hasta antitéticos. (…)  Aquí la tradición de la delincuencia semántica viene desde lejos, y no hay que creer que Juan Perón la inauguró, como algunos imaginan.  Ya en nombre de la Democracia se apaleaba obreros en los frigoríficos, se esclavizaba a mensúes en los yerbatales y se torturaban a opositores en la Sección Especial.  Pero es evidente que el fenómeno se ha perfeccionado en los últimos años.  Y casi no queda una sola palabra en que podamos creer con tranquilidad…”

Ernesto Sábato  Palabras, palabras, palabras escrito para el número especial de Homenaje a los 150 Años de la Revolución de Mayo de la revista Sur Nro. 267 Noviembre Diciembre 1960  páginas 38/41.





viernes, 26 de diciembre de 2014

     Encuentro esta mañana este mail en mi buzón de entradas:



     Y dentro de lo que me permite el limitado grado de lucidez que deriva de la resaca post navideña y el abuso de comida innecesaria para la subsistencia pero imprescindible en plan hedonista, me pregunto: ¿son esas muchas visitas?, ¿son pocas?, ¿es indiferente?

     Los números son fríos, inalterables y tramposos.  Uno quiere aplicar toda su fe inexistente en el sobrio estoicismo inconmovible de las ciencias duras y dar por cierto que los números no mienten.  Pero lo hacen y uno confirma que no se puede creer en nada, ni en el dos por dos. 

    “Supongo que su autor sostiene que la altura de la pirámide de Keops es igual a la raíz cuadrada del número que expresa la superficie de cada uno de los lados.  Desde luego, las medidas deben tomarse en pies, unidad más afín al codo egipcio y hebraico, y no en codo egipcio equivalente a 1,728 pies.  Por lo demás, si no conocemos las medidas exactas, podemos remitirnos al pyramidion, que era la pequeña pirámide situada en el ápice de la gran pirámide y que constituía su punta.  Era de oro o de otro metal que brillase al sol.  Pues bien, coja usted la altura del pyramidion, multiplíquela por la altura de toda la pirámide, multiplíquelo todo por diez a la quinta potencia y tendrá la longitud de la circunferencia ecuatorial.  Eso no es todo, si coge el perímetro de la base y lo multiplica por veinticuatro al cubo dividido por dos, obtiene el radio media de la Tierra.  Además, la superficie cubierta por la base de la pirámide multiplicada por 96 por diez a la octava da ciento noventa y seis millones ochocientas diez mil millas cuadradas, que corresponden a la superficie de la Tierra. ¿Es Así? (…) Para comenzar, si se divide la base exacta de la pirámide por el doble exacto de la altura, calculando incluso los decimales, no se obtiene el número pi sino 3,1417245.  La diferencia es pequeña, pero importante.  Además, un discípulo de Piazzi Smyth, Flinders Petrie, que también fue quien midió Stonehenge, dice que cierto día sorprendió al maestro limando los salientes graníticos de la antecámara real, para que sus cálculos encajaran… (…)  Con los números se puede hacer cualquier cosa.  Si tengo el número sagrado 9 y quiero obtener 1.314, fecha en que quemaron a Jacques de Molay, una fecha señalada para quien como yo se considera devoto de la tradición caballeresca templaria, ¿qué hago? Multiplico por 146, fecha fatídica de la destrucción de Cartago. ¿Cómo he llegado a ese resultado? He dividido 1.314 por dos, por tres, etcétera, hasta encontrar una fecha satisfactoria.  También hubiera podido dividir 1.314 por 6,28, el doble de 3,14, y habría obtenido 209.  Que es el año en que ascendió al trono Atalo I, rey de Pérgamo… ”

Umberto Eco, El Péndulo de Foucault, Debolsillo - Sudamericana S.A. Buenos Aires 2004, pág. 372/374.





miércoles, 24 de diciembre de 2014

Acá se festeja la Navidad


   Acá se festeja la Navidad.  O sea que se festeja Hanukkah y encendemos lucecitas intermitentes para iluminar toda la casa…

   Y se festeja el Yule nórdico, y ponemos muérdago y arrancamos comiendo desde  la  trasnochada Nochebuena hasta pasado Reyes con sus roscas de crema pastelera…

   Y se festeja el Dong Zhi chino y nos reunimos con la familia que no soportamos el resto del año pero que por un rato reconocemos como propia y válida…

   Y se festejan las Saturnalias romanas, y en honor del nacimiento del Sol Invictus encendemos velas e intercambiamos regalos…

   Y se festejan las procesiones egipcias del dios Horus, y montamos pesebres con animalitos histórica y zoológicamente incongruentes…

   Y se festeja la Shab-e Yaldá iraní, comiendo frutos secos pese al sofocante calor porteño…
    
  Y ya que estamos en el hemisferio sur festejamos también el solsticio de verano y el Qhapaq Raymi inca y damos regalos a los niños en celebración a la continuidad de la vida…

   Y festejamos –un poco adelantados, por cierto, pero vale la celebración y el homenaje- el We Tripantu mapuche, el Machac Mara aymará, el Aringa Ora de Rapa Nui, y brindamos por la renovación del ciclo de la vida, que, ¡afortunadamente!, siempre vuelve a comenzar.


Acá se festeja la Navidad!!!!


martes, 23 de diciembre de 2014

Más sobre basura festiva.

     No soy capaz de tirar los corchos de las bebidas que consumo.  No puedo.  Los guardo primero en una canasta en mi cocina y luego pasan a una especie de canasto de mimbre que hay en mi taller, debajo del tablero. Llevo años compilándolos. ¿Para que los conservo?  No sé, todavía no lo sé.  Pero alguna vez voy a hacer algo con ellos, de eso estoy segura.  De momento, me limito a esperar que llegue el debido momento de descubrir qué va a ser.

   Hace unos días tuve un primer amague de utilidad:  pegué algunos corchos sobre una tapa de caja de pizza redonda que supo ser parte del fallido proyecto de “Las Venus de las pizzas” (dentro de Plagaria, una serie de versiones libres de las Venus Clásicas –Velazquez, Tiziano, Rubens- pintadas sobre cajas de cartón circulares  de delivery de pizzas; un disparate que se frustró apenas la pizzería de la esquina de casa cambió el formato de sus embalajes y me quedé sin soporte y sin inspiración). 

   Con esto, unos muñequitos de La Cajita Feliz de MacDonald´s del merchandising promocional de alguno de los films de la saga de Madagascar (con sus correspondientes bonetes hechos con fragmentos de un moño roto y las manijitas de papel retorcido blanco de una bolsa de regalo), una servilleta de papel alegórica navideña, pintura,  cintas, pegamento y brillos suficientes salió el adorno de bienvenida para mi puerta.  Que no fue a la puerta porque era muy pesado y tuve que atarlo con tanzas varias a la reja de la ventana. Nuevamente, elementos que calificaban para el tacho de basura han pasado a componer mi decoración doméstica.


   Intervenir, reciclar, reutilizar, recuperar.  O simplemente descubrir que nada es sólo lo que se supone que es, que puede haber mucho más detrás de una primera impresión.  Que a veces es nuestra propia mirada la que puede transformar el entorno si lo vemos como algo más de lo que nos han adoctrinado a creer y a esperar. 


   Yo definitivamente sé que mis corchos están destinados a ser algo más que tapones de botellas de vino, un algo más que todavía ignoro; y estas festividades me permitirán los brindis necesarios para seguir almacenando ese material que algún día habrá de ser quién sabe qué y el destino final (¡y glorioso!, o ridículo…) de mi empecinado acopio.


lunes, 22 de diciembre de 2014

    Sobre la Navidad y la basura.


      ¿Dije ya que soy de las que celebran con auténtico entusiasmo la Navidad?   Adhiero alegremente a toda la parafernalia: a los brillos, el colorinche chillón, el exceso de comida, los múltiples brindis etílicos.  Para mi goce, coinciden el clima cálido (bochornoso según algunos), los días largos, el fin de mi época de trabajo; la expectativa de calor, luz y tiempo liberado para pintar a mi antojo.  Las fiestas representan el cierre de mi vida “civil” aunque más no sea por treinta días.  Y yo lo celebro.


      La recargada decoración es uno de mis fetiches, y trato de no repetirla de un año para el otro.  Por ello mi hiperkinética actividad manual me provee de  múltiples artefactos a mi gusto: originales, low cost, con muchos brillitos y definitivamente farnellianos.  Y por ese extraño sentido del humor con el que he sido marcada, no puedo encontrar nada más acorde a mi jolgorio navideño que la utilización de basura como sustento de mi creativa experimentación.  Literalmente basura.  Objetos que saco de los tacho de residuos de casa o de mi taller. 

    Paso lista a la recopilación más reciente: dos cajitas de cartón cuadradas donde vinieron embalados dos portavelas de vidrio ya en uso; los cilindros también de cartón donde viene enrollada la cinta navideña que usé para los moños de las cajas que hice de decoración para el pie de mi árbol; dos frasquitos de vidrio, de dulce artesanal, chiquititos, que traje de un viaje a Chascomús;  un pote de helado de telgopor de cuarto kilo; una cajita redonda de pastillitas de azúcar con la carita de La Sirenita de Disney; una cajita de fibrofácil que fuera alguna vez un souvenir infantil;  y lo que quedó de un potecito de cerámica que contenía perfume en pasta que perdió su tapa hace años.  Todo descarte.  Pintura, lacas, cintas, un par de velas, cola vinílica con glitter, restos de adornos viejos, y un poco de trabajo después tengo el centro de mesa de este año: dos candelabros elevados y un ánfora central para colocar flores o tal vez directamente una plantita (veré cuando lo monte  qué queda mejor).


    Claro que podría haber comprado un arreglo en una tienda, pero no habría sido barato y me hubiera visto obligada a volver a usarlo para amortizar el gasto.  Y yo detesto repetirme.  ¿Ante quién?  Ante mí misma: son escasos los asistentes a mi cena de Nochebuena y ciertamente son de los que odian la Navidad y poco se percatan del entorno por fuera de su mal humor.  Convivo con una manada de clones de Scrooge.  Yo festejo como un cascabel irreductible (¡francamente insoportable!) y compruebo que mi buena voluntad no es contagiosa. 


     Y mi casa y mi mesa y mi vida quedan engalanadas con basura re-civilizada, resumiendo estéticamente el juego de simulaciones, falsedades y malos entendidos que son por estos lados las festividades de fin de año.    Pero realmente lo disfruto.  Pasarla bien es una decisión puramente personal.  Nadie nunca ha estado ahí para salvarnos.  Sigue siendo mejor dejar de lado la espera y arreglarnos solos.  Como mejor nos plazca.


domingo, 21 de diciembre de 2014


    Mal de muchos, consuelo de tontos.  Pero cuando uno ve que a otras personas –con más experiencia, con más recursos y con mucho más poder que uno- le entorpecen la vida nuestros habituales obstáculos, se sospecha que no es que nosotros no estemos capacitados o resultemos imperdonablemente torpes, sino que hay enemigos de real entidad que nos agreden a todos por igual.

   Esta mañana el suplemento Enfoques del diario La Nación publica una entrevista a Adriana Rosenberg, directora de Fundación Proa.  A la pregunta puntal de “…el llamado ´cepo al dólar´ y las trabas ligadas a la importación, ¿están afectando el armado de muestras internacionales?”,  dice:  
     “La decisión de seguir conectados con el mundo es una decisión estratégica para nosotros.  Las vicisitudes político-económicas de alguna manera se van superando.  Por ejemplo, para la muestra de Cai Guo-Qiang no trajimos obra, pero tuvimos que traer materiales, pólvora, papel de Japón, que es con lo que él trabaja, y todo eso significó importar.  Efectivamente, gran parte del trabajo en este momento está muy ligado al tema burocrático.  En las muestras der Giacometti y Ron Muek, donde trabajamos en conjunto con Brasil, ellos se ocuparon mucho de lo que fue la relación con el exterior.  Las divisas salieron de Brasil y desde Proa nos ocupamos de pagar costos locales.  Esta idea de que estamos viviendo cierto “provincialismo cultural”, ¿es una frase hecha o alude a algo de lo real? –Pienso que es verdad.  Las trabas, obviamente, te aíslan.  No todas las instituciones tienen la capacidad de atravesarlas.  Son trabas económicas, de gestión, laborales, legales.  Tenés que contar con muchos profesionales que se aboquen a resolverlas.  Proa cuenta con un apoyo que es la organización Techint; ese asesoramiento lo podemos tener.  Pero si sos un artista o una institución pequeña, te diría que se vuelve muy difícil e irremediablemente caes en el aislamiento…”  
La Nación, domingo 21 de Diciembre de 2014, Suplemento Enfoques, Diana Fernández Irusta entrevista con Adriana Rosenberg “El poder político no quiere la democratización de las instituciones culturales”, nota que inicia en Tapa y página 3.-



     Ayer mismo me reunía con las curadoras con las que voy a participar en una feria de arte en New York en marzo del 2015 (Affordable Art Fair NY) y me contaban algunas de sus experiencias en la batalla cotidiana de sacar obra del país para su exhibición en el exterior.  Hay que tener muchas ganas, realmente...  

     Mis intentos de hacer las cosas como corresponden terminan invariablemente en frustración e ira, con esa sensación de que todos están en contra de algo tan inofensivo como que una terca artista emergente y de la periferia quiera mostrar sus obras fuera del país, costeando de su bolsillo todo el experimento y sin esperanzas serias de recuperar nada de su inversión más que la difusión internacional de su trabajo.  

   Cuando entiendo que eso le pasa a personas más experimentadas y mejor formadas que yo (las curadoras de Acuarell Arte Contemporaneo - http://www.acuarellarte.com.ar/ - o la directora de Fundación Proa – http://www.proa.org/) me siento menos víctima propiciatoria y más ciudadana furibunda contra un sistema que no hace mucho por el desarrollo de la cultura nacional.  



viernes, 19 de diciembre de 2014

    Concreté mi participación en  Arte La Plata – Feria de Arte Contemporáneo (www.artelaplata.com) que va a tener lugar el año próximo del 26 al 29 de marzo en el magnífico edificio del  Centro Cultural Pasaje Dardo Rocha, La Plata, Provincia de Buenos Aires.

      El plan sería –en principio, ya que estoy acostumbrada a que sobre la marcha la realidad marque su propia voluntad y descarte la mia- contar con un stand para mi obra de 4 X 2 metros.  Irían para la pared central de frente tres obras de Cartográfica (1592, Portulano y Resabio de Conquista) que están enmarcadas en forma concordante y quedarían equilibradas y con suficiente luz como para lucir sin molestarse.



   En una de las paredes laterales irían mis odaliscas de Plagiaria, la Versión libre y cartográfica de una Odalisca de Ingres y la Versión libre y cartográfica de una Odalisca de Fortuny, obras que  también están enmarcadas iguales y que juntas suelen acompañarse muy bien.


     En el otro lateral me gustaría llevar algunos de mis “cachivaches”, mis mesitas y mis cajas, y colocar sobre la pared un par de bandejas intervenidas.  


   Obviamente, puedo verlo montado en mi cabeza de manera satisfactoria, pero habrá que corroborar in situ si no resulta sobrecargado y asfixiante.  Por experiencia sé que llevo a las cuelgas más de lo que al cabo se exhibe, ya que si uno satura el espacio logra que el espectador huya en lugar de tentarlo a la contemplación.  Pero me tranquiliza que tengo material como para intentar un stand en soledad.  Igual, hay casi tres meses  de por medio como para seguir puliendo la idea.  Pero si no tengo claro lo que voy a mostrar me cuesta confirmar participación, por eso antes de comprometerme armo todo en mi cabeza, y esta distribución me pareció interesante.  Veremos en su momento como sale.



   El lugar donde se llevará a cabo la Feria es uno de esos soberbios edificio histórico que uno encuentra en la ciudad de las diagonales. Así cuenta página oficial de la Ciudad de La Plata (http://www.laciudad.laplata.gov.ar/edificios-emblematicos-/centro-cultural-pasaje-dardo-rocha-) la historia de esta joya arquitectónica:

Ubicado en el corazón de la ciudad, fue en sus orígenes la Estación “19 de Noviembre”, primera Terminal del Ferrocarril Oeste de La Plata.
Hoy es escenario de los acontecimientos culturales más importantes de la ciudad.
El Pasaje Dardo Rocha es uno de los edificios fundacionales más bellos de la ciudad. Fue realizado por el ingeniero Pinaroli a la usanza de las grandes estaciones europeas y alojó la gran estación de trenes.
La actividad ferroviaria había comenzado en 1883 pero la estación se inauguró en agosto de 1887 luego de haber sufrido un gran incendio. El 23 de enero de ese año, las brasas se habían apoderado del edificio y casi lo destruyen totalmente, los vecinos se organizaron para apagar el fuego y según cuenta la historia, fue el ingeniero Pedro Benoit quien dirigió ese valiente combate. Este incendio tuvo su consecuencia benéfica: la creación del primer cuerpo de bomberos.
Hasta 1906 fue estación de trenes, luego la misma se mudó a la calle 1 y 44, entonces el edificio del Pasaje Dardo Rocha, que miraba con soberbia arquitectónica a la entonces plaza de la Legislatura, luego Primera Junta y por último San Martín, quedó vacío.
En la década del 20 se lo remodeló estilo francés para convertirlo en centro cultural. El gobernador Luis Monteverde acuñó la idea de un pasaje, "cuyo aspecto exterior será el de un sobrio palacio estilo francés, para destinarlo a salas de concierto, pequeños teatros y un gran vestíbulo central de exposiciones". La Dirección de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas de la provincia de Buenos Aires tuvo a su cargo la remodelación y exposiciones industriales, galerías pictóricas, obras del Museo Provincial de Bellas Artes, conciertos, festivales y hasta partidas simultáneas de ajedrez. Todas esas actividades se desarrollaron en ese espacio que, desde 1930, se llamó Dardo Rocha.
Luego, el pasaje fue sede provisoria del Ministerio de Acción Social, de LS 11 Radio Provincia, de la Dirección de Telégrafos, Asesoría Letrada, Ministerio de Trabajo y Archivo Histórico de la Provincia. En 1944 se estableció el Correo hasta que se mudó a su nueva sede. Al quedar nuevamente vacío, el Pasaje fue ocupado para que cumpliera de manera alternada aquellas funciones para las que fue remodelado en 1928, cuando adquirió su aspecto de palacio francés.
Finalmente, después de haber sido sede de numerosas reparticiones y de albergar la Convención Constituyente, en 1994, ha ingresado al patrimonio municipal y, con la realización de importantes obras de restauración y equipamiento, se ha convertido en el gran centro cultural de La Plata.

Dirección: calles 49 y 50, entre 6 y 7.
Horario: lunes a domingos de 9 a 22.