Ser artista en Buenos Aires (ser artista sin
galería, ni art-dealer, ni representante bajo la denominación que esté de moda,
ni nada de nada más que una obstinada buena voluntad de ser artista).
Capítulo
IV: Los depredadores de artistas: estafadores, aprovechados y otras hierbas.
IV. c) Caso Tres: Las donaciones
compulsivas.
Cuando
logré un espacio para mi primera muestra individual aprendí que aunque algo se
denomine “gratuito” el artista igual siempre paga por ello. Si es un espacio expositivo ese pago se disfraza de donación e implica la
entrega de una obra a canje del lugar para colgar las otras. Esto es así y a las pruebas me remito:
Año 1990 Café
Paris, en Lomas de Zamora, Provincia
de Buenos Aires, la organizadora (la dama “del estado alfa”) se quedó con una de mis primeras máscaras al
pastel. Esta fue la primera vez que
colgué sola (en un bar, claro).
Año 1991 Safari,
confitería-bar que estaba en la esquina de Scalabrini
Ortiz y Santa Fe, CABA, fue otra máscaras que, ya alertada, hice con esa
intención, por lo que no era ni buena ni me gustaba demasiado.
1994 El
Diario de Viajero, ahí me tomaron de sorpresa, nadie me había alertado de
este costo y ya a punto de cerrar una empleada me indicó que obra había elegido
la directora del espacio. Y se me
quedaron con La Suma. Reconozco que
cuando se la pedí prestada para incluirla en la muestra en La Manzana de Las Luces me la facilitaron durante el evento sin
ningún problema.
1995 La
Manzana de Las Luces se quedaron con La Luna.
1996 Centro
Cultural y Comercial Acoyte se quedaron con La Autonomía de lo Bello III. Años después vi la obra en la vidriera de un
local de ropa. No volví más y creo que
el lugar ya no existe como tal.
2001 o 2002 participé en una serie de muestras en
hoteles con unas galeristas que actuaban en el medio como New Art Muestras Pláticas. Varias obras de la serie Borgeanas fueron al Sheraton Pilar y El Aleph no volvió. Se me dijo que no sé qué directivo de la
cadena (supuesto enlace con las galeristas) había querido la obra y se la
habían “donado”, que me iban a conseguir un certificado para mi
curriculum (que nunca me dieron), que me convenía donarla por tal o cual
razón. Supuse que en realidad había sido
una venta, pero no me interesaba discutir.
Me consolé pensando que El Aleph estaría colgado en algún
lado y que iba a seguir su destino. Yo
no expuse más con este grupo.
2005 Se
produce la convocatoria para participar en una Bienal de Arte en Arad, Rumania, organizada desde Italia por una asociación de artistas. Contacto,
propongo obra, la aceptan, me aclaran: viaja pero se queda allá, en
donación. Pero al menos editaron un
catálogo muy bien hecho de evento que a su debido tiempo me llegó por correo. El Mapamundi de Colón está desde
entonces en tierras rumanas.
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