La
tendencia a los resúmenes y balances de fin de año son una de las actividades
más deprimentes que conozco. Es como
pasar lista pormenorizada a las deudas
pendientes: agobian pero no cancelan pagos. ¿Qué sentido práctico pueden tener?
Es probable
que las secuelas de los excesos de la Nochebuena y el incomprensible almuerzo
navideño (demasiado cerca, sin demasiado sueño mediante, con demasiadas calorías, sin demasiado hambre, sin
ninguna razón de ser si ya nos vimos hace veinte minutos) hagan que la
digestión lenta y la bilis aun no reabsorbida nos vuelva pesados y oscuros. Propensos
a la melancolía y a la auto recriminación innecesaria.
Dicen que a
los porteños (grises, nostálgicos, quejosos e inconformistas) se nos dá de modo
natural ponernos en frecuencia “tango llorón” por estas fechas. Que a los
vecinos brasileños o a nuestros compañeros continentales más allende al Caribe las fiestas les salen al pie de la
letra: fiestas.
Recuerdo la única
oportunidad en que pude escaparme y me fugué en diciembre a Río de Janeiro. La magia del Fin de Año en las playas de Copacabana, con mística tribal en el blanco
riguroso de la indumentaria y ese mar que no acepta calificativos y que impone
proporción, hace que más que una
despedida uno viva la noche a ritmo de resurgimiento y augurio de energías
provistas por Yemanyá para
aventurarse a todo con convicción de victoria.
Yo siento el fin de año aun de esa manera, menos como cierre que como
reinicio. Un empujón al sol y al
disfrute.
Así que brindo
por los planes (que -por las dudas- trato de organizar anticipadamente durante
diciembre) que trazo para el 2015. Hecho
una miradita sobre el hombro (¡soy porteña por adopción, que tanto!) y me
siento satisfecha por haber expuesto en España
durante este año pero pongo las pilas en mis proyectos en New York para el próximo.
Me alegro
de haber estado en el Centro Cultural
Recoleta dentro del Festival de Arte Mirá pero sigo
elucubrando mi propia gestión de prensa para difundir mi participación en la Feria de Arte Contemporáneo Arte La Plata en marzo próximo.
Me encantó haber estado en la Bienal Internacional de Arte Contemporáneo
de Buenos Aires, en el Centro
Cultural Borges, pero más placer me da haber concretado (¡y expuesto!) ese cachivache
de las máscaras que fue El Portal. Que encima recibió el
reconocimiento de una mención en el marco de la Bienal.
Y estoy haciendo
exactamente eso que digo que ni hago ni quiero hacer: ¡racontos de fin de año! No
puedo escaparme al clima ni al lugar común.
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