miércoles, 18 de febrero de 2015


Algo más acerca del Art Brut

 


    Por pura curiosidad, indagué de dónde y desde cuándo (y concretamente a qué) se habla de Art Brut.  Careciendo absolutamente de data a este respecto en mi biblioteca personal, recaí (¡obvia y vergonzosamente!) en Wikipedia.  De esa no muy respetada fuente provienen los párrafos que siguen (seleccionados a mi exclusivo criterio y con leves modificaciones gramaticales para ordenar el sentido):

       "El concepto de Art Brut fue concebido  en 1945 por el artista francés Jean Dubuffet para describir el arte creado fuera de los límites de la cultura oficial, especialmente las manifestaciones artísticas llevadas a cabo por pacientes de hospitales psiquiátricos.  Así, mientras que el término de Dubuffet (Art Brut) es bastante específico, el término outsider art se hacía extensivo a los artistas autodidactas o naïf, aunque nunca hubiesen sido internados en una institución psiquiátrica.

      El artista marginal es por tanto aquel que desarrolla su labor creativa sin contacto alguno con las instituciones artísticas establecidas, respondiendo a una fuerte motivación interna y haciendo uso frecuentemente de materiales y técnicas inéditos. Una gran parte del arte marginal refleja estados mentales extremos, idiosincrasias particulares o elaborados mundos de fantasía.

      Desde mediados del siglo XX expresiones como Art Brut y outsider art han alentado una distinción  entre el arte realizado por artistas profesionales y acreditados y el hecho por personas «al margen de la sociedad», en muchos casos enfermos mentales, delincuentes, visionarios, autodidactas y médiums, entre otros individuos presuntamente «excéntricos».

      Dentro de los círculos artísticos, artistas como Paul Klee y Picasso buscaron un arte espontáneo, no adulterado por el saber, en contraste con lo que para ellos era una tradición occidental excesivamente sofisticada y centrada en sí misma.

     La entera concepción de un Art Brut o arte marginal descansa sobre la premisa de un individuo creador que opera en gran medida despreocupado (e idealmente desinformado) de la expectativas de los demás. La interioridad es, en efecto, la clave de la mentalidad del auténtico marginal, cuya obra surge principalmente de imaginar y elucubrar. Navegando a golpe de intuición, el creador espontaneo solo atiende a su rumbo particular, y zarpa sin piloto en una dirección que prescinde alegremente de convencionalismos tales como las reglas de la perspectiva, la técnica «correcta» o los materiales tradicionales. Asumiendo el pleno control del proyecto formativo, el sujeto creador orquesta los contenidos psíquicos del mismo con arreglo a sus diseños personales, desarrollando un repertorio característico de motivos y elementos que pasan a ser los componentes de una arquitectura cerrada. Esa actividad autónoma y apasionada implica también un esfuerzo sostenido de auto-constitución y auto-consolidación, que equivale a un esfuerzo de auto-estabilización terapéutica. Ése es el sentido en el que la obra de arte afirma su existencia ante todo como refugio, ciudadela defensiva, nido íntimo.
     Más aún, puede entrañar una acentuación casi autista de lo privado sobre lo comunicativo, de suerte que el ocultamiento y los códigos secretos vengan a ser marcadores añadidos de un compromiso creativo intenso. Ese afán hermético puede alimentar un lenguaje acusadamente idiosincrático, que haga que todas las obras de un artista se vean como algo de una pieza, casi invariablemente reconocible como hecho por esa persona y constitutivo en su totalidad de un mundo privado o microcosmos personal.

      Estoy convencido de que el arte es aquí más vivo y apasionante que las manifestaciones del aburrido arte oficial catalogado –aunque sea de vanguardia-“

     "El verdadero arte siempre está donde no se le espera. Allí donde nadie piensa en él ni pronuncia su nombre. El arte odia ser reconocido y saludado por su nombre. Se escapa enseguida. El arte es un personaje apasionadamente enamorado del incógnito. En cuanto alguien lo descubre, lo señala con el dedo, entonces se escapa dejando en su lugar un figurante laureado que lleva sobre sus hombros una gran pancarta en la que pone ARTE, que todo el mundo rocía enseguida con champaña y que los conferenciantes pasean de ciudad en ciudad con un aro en la nariz. […] ¡El verdadero señor Arte no hay peligro de que cargue con una pancarta! Por ello nadie lo reconoce". Jean Dubuffet dixit. 

     En 1976 será inaugurada la “Collection de L´Art Brut"  en la ciudad de Lausana, Suiza. A través de este hecho el artista se verá inmerso en sus propias contradicciones, aunque será una recopilación de obras bajo la idea de anti-museo. Parece […] reinar en Suiza más que en otra parte una disposición para abordar producciones de arte desprovistas de patentes, con todo el frescor de la mirada, haciendo intervenir menos que en otras partes, las incidencias de notoriedad de los autores, del prestigio y de la competición. [...] El condicionamiento cultural es allí, parece ser, un poco menos apremiante que en otras naciones y el juicio personal más respetado”.
     En esta colección los autores de Art Brut se distinguen de los artistas consagrados.  Autodidactas, los creadores son definidos como “personas extranjeras a la cultura y que no han recibido de ella ninguna información ni influencia”. Su ignorancia de la escena artística es, según ellos, altamente benéfica, ya que lleva a cada uno de ellos a inventar totalmente el conjunto de su procedimiento creador."

 

     De una fuente un poco más “seria” (el sitio oficial del Guggenheim Bilbao), extraigo un esbozo biográfico del creador del concepto Art Brut:

     “Jean Dubuffet nació el 31 de julio de 1901 en Le Havre, Francia, hijo de un acaudalado comerciante de vinos. En su juventud asistió a clases de arte y en 1918 se trasladaría a París con su compañero, Georges Limbour, para estudiar en la Académie Julian, que abandonó tras sólo seis meses para trabajar de forma independiente. En aquellos días conoció a Raoul Dufy, Max Jacob y a Suzanne Valadon. Entre 1920 y 1922 llevó una vida solitaria dedicado a estudios intensivos, especialmente de filosofía y de música. De esta etapa de su vida el artista afirmó "Tras dejar la escuela estudié pintura durante seis o siete años, junto con otras disciplinas: poesía, literatura, vanguardia y retaguardia, metafísica, paleografía, etnografía, lenguas modernas, los clásicos; como seguro que puede Ud. ver, buscaba una forma de entrar".

     Tras hacer el servicio militar, donde conoció a Fernand Léger y a André Masson, y viajar por Suiza, Dubuffet fue haciéndose cada vez más escéptico acerca de las "bellas artes" y decidió dejar de pintar. Tras seis meses en Argentina volvió a Le Havre en 1925 para encargarse del negocio de su padre. Se casó y se trasladó a París, donde abriría su propio negocio de vinos en Bercy. En 1933 volvió a intentar centrarse exclusivamente en su arte pero se vio obligado a abandonar en 1937 para salvar el negocio de la quiebra.

     El otoño de 1942 marcaría un momento crucial en la carrera de Dubuffet ya que tomó la decisión de dedicarse únicamente al arte. Pese a sus tardíos comienzos como pintor, su éxito y reconocimiento internacionales fueron casi inmediatos y en 1944 tuvo su primera exposición en solitario en la galería René Drouin de París.

     A partir de 1945 comenzó a coleccionar Art Brut, un término que él mismo popularizó para referirse a determinadas formas artísticas que quedaban fuera de los mecanismos de la cultura del arte. Dubuffet descubrió, exploró, coleccionó y teorizó sobre el Art Brut,; escribió extensamente sobre el tema, fundó la Compagnie de l'Art Brut en 1948 y llegó a reunir una gran colección de obras realizadas por enfermos mentales y otras personas al margen de la sociedad, cuya inocente o cruda visión y cuya técnica directa admiraba.”

 



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