jueves, 19 de febrero de 2015


Análisis –intencionado- del Art Brut.  Curso práctico de “autodidactismo”.  Trabajo de campo.

 
    Tras leer un poco más, resulta una definición consensuada la de que se considera como Art Brut  u  outsider art  la obra realizada por  personas «marginales de la sociedad», como serían “los enfermos mentales, los delincuentes, los visionarios, los  autodidactas y  los médiums, entre otros individuos presuntamente «excéntricos»” (Wiki sic)

    Me reconozco como una artista marginal, literalmente marginal por trabajar por fuera del mercado del arte.  Traducido: no vivo del arte, tengo que trabajar de otra cosa (ciertamente nada artística) para poder pagar  bastidores, óleos  y los pinceles.  Yo no he obtenido beneficio económico alguno por dedicar desde siempre mi vida al arte.  Mi existencia no es registrada por el establishment del arte.  Estoy afuera.  Soy definitivamente una outsider.   

     Si me detengo en la tipología prevista para ser incluida en la bolsa común del Art Brut supongo que habrá quién podrá fundamentar que encuadro perfecto en lo de “enfermo mental”; allá ellos, yo me niego a cualquiera de los tipos citados salvo al de autodidacta.  Porque lo soy, y a mucha honra.

     Entonces es así, aunque observando las imágenes de la web que vienen a tropel apenas googlear Art Brut no me identifico para nada (adhiero a una técnica más clásica, la perspectiva y la proporción no me son incompatibles), pero, ¿quién soy yo para discutir las clasificaciones hechas por los críticos y académicos del arte –que sí están dentro del mercado-?  Soy una artista bruta.  Fin de la cuestión.

 

     Sentado lo anterior (que indica mi formal sumisión al sistema y mi debido acatamiento  al deber ser) me detengo a considerar la posibilidad de que haya un malentendido respecto de lo que es ser autodidacta.

     El autodidacta es alguien que sabe lo que quiere (pintar, pongamos por caso), y que por diversas razones no cuenta con la posibilidad directa de hacerlo (supongamos: objeciones familiares, falta de recursos, imposibilidad física determinada por la salud o la geografía, etc.).  Entonces, el autodidacta se decide a hacer lo que quiere pese a todos los obstáculos que existan, que se le interpongan o que se auto-invente.  El autodidacta es terco y perseverante.  El autodidacta se niega la posibilidad de otras opciones.  El autodidacta es alguien con una sola idea (y fija).  El autodidacta es insufrible, pero que le va a hacer.  Es el burro con la zanahoria (una única y eterna zanahoria).

     Entonces, el autodidacta usa lo único que tiene a su alcance: él mismo.  Observa, analiza y prueba.  Observa, analiza y prueba.  Falla. Reintenta.  Falla.  Vuelve a observar.  Vuelve a analizar.  Lo intenta otra vez.  Se acerca un poquito.  Sigue.  Al infinito.

     El autodidacta es un observador puntilloso.  Observa a los grandes maestros, observa a sus contemporáneos que triunfan, observa a sus contemporáneos que fracasan.  Observa todo.  En paralelo, prueba, prueba, prueba.  La práctica hace al maestro, dicen, y el autodidacta lo cree a rajatabla.  Pinta, pinta, pinta.  Podrá no tener nunca talento pero tendrá oficio.  Quizá más que alguien de formación académica.  Porque el autodidacta que quiere pintar pinta toda su vida.

     Pero el autodidacta no sólo observa como pintan los que saben sino que también observa  a los que sin saber demasiado triunfan en el mercado (a un Rembrant y un Murillo  pero también a un Koons y a un Hirst), para entender cómo funciona la cosa.  Mastica la información, saca conclusiones, y en la medida de sus posibilidades (y de sus intereses: yo personalmente no me casaría con una actriz porno por más modelo gratis que obtenga por esa vía) los aplica en su vida. 

      Es un gran malentendido pensar que el autodidacta no tiene conocimientos: simplemente no los adquirió del modo fácil y directo, pero los tiene.  A veces, en mayor cantidad y profundidad que los que simplemente cumplían horario en las academias de arte.   El autodidacta suele ser la persona más informada del mercado del arte en su realidad real.  El autodidacta puede ser un “marginal” o un “bruto”, pero no  es jamás un improvisado. 

     ¿Trabajo de campo?  Voy con los ejemplos concretos.  Pongamos un autodidacta reconocidamente marginal y por fuera de todo: yo.  Pongamos un autodidacta “niño dorado” del mercado y dentro de todo: Milo Lockett.  Ambos nacimos en el mismo año, 1967 (aunque yo soy tres meses más vieja).  Ambos vamos a coincidir en el próximo marzo en un mismo evento: Arte La Plata  (http://www.artelaplata.com/
 

     Él (Lockett) es el primero en la página 1 de artistas participantes:
 
 
     Yo soy la primera en la última página, la 4:
 
 

      Él hace un Art Brut que no desentonaría (si me apuran a opinar) con el estereotipo del arte bruto.

 

     Yo hago lo que hago y que suelen preguntarme ¿qué es? ¿cómo está hecho?

 


     Él se define como autodidacta  pero desde el año 2001.  Antes era empresario textil (http://www.milolockett.com.ar/).  Yo nunca he hecho otra cosa que pintar.  A él lo maneja una colección de relacionistas públicos y publicistas;  tiene representante y galería que lo comercializa.  Su propio espacio (Cabrera 5507, Palermo Hollywood).  Merchandising vario.  Él vive del arte. Yo abomino de sociabilizar con  quién sea, más si son agentes de prensa, dealers, marchands, RRPP o cualquiera de sus adláteres. 
     Es sencillo  ver  como no somos todos brutos en igual medida.  Como hay autodidactas que SABEN HACERLA y como hay autodidactas (estoy alzando la mano) QUE NO.
 
 
 

1 comentario:

  1. Thanks for sharing, nice post!

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