lunes, 14 de abril de 2014



     Me llega por mail una gacetilla que anuncia:

“Promoción del Artista en el Mercado del Arte: Curso online de Visions of Art. 
El curso proporcionará herramientas para diseñar la promoción, distribución y precio de la obra de arte; siempre tomando en cuenta a los compradores, los coleccionistas privados e institucionales, sus motivaciones y sus criterios de selección, y por supuesto los canales de distribución (ferias, galerías, asesores, curadores, etc.) y promoción (premios, becas, residencias, etc).
El curso incluye casos prácticos reales de galerías y artistas, y los alumnos realizarán también ejercicios sobre su propia obra: confección de una tarifa de precios, dibujo de una cartera de obra, confección de una matriz de posición competitiva y planificación de un ciclo de desarrollo profesional del artista. Asimismo daremos las claves, desde dentro, para que el artista entable una relación duradera y mutuamente beneficiosa con las galerías de arte.
Los destinatarios del curso son artistas jóvenes y también aquellos que ya hayan comenzado a desarrollar su carrera. Una vez finalizado el curso los alumnos serán capaces de racionalizar, posicionar y valorar toda su producción con un enfoque analítico y pegado a la realidad." Visions of Art -  Waldemarstr, 37a, Berlin 10999. Alemania.  www.visionofart.org






    Y aunque ni es la primera ni la más border que ha llegado a mis manos, el lenguaje business are business me irrita (otra vez…). 
    Que el artista “diseñe la promoción, distribución y precio de la obra de arte;  siempre tomando en cuenta a los compradores, los coleccionistas…  sus motivaciones y criterios de selección…  significa: artista sos un tendero, hacé el estudio de marketing de estilo, determiná qué quieren comprar y fabricalo.  El arte no es una manifestación del espíritu sino mera mercancía de toma y daca.  Me lo decía el pichón camporista de Aduana cuando traté de enviar mi obra a la muestra de España: “para Aduana TODO es mercadería.  Nada es arte, nada es cultural, nada tiene un contenido más allá del económico.  Acá, todo es mercadería común.”






     El “dibujo de una cartera de obra” es armar un buen listín o menú de productos disponibles.  Seguramente, mejor artista será el que pueda ofrecer una misma obra en distintas gamas de colores, ya que el comprador podrá elegir el color de su sofá y luego optar por el cuadrito que haga juego.

      Lo de la “matriz de posición competitiva” es claro: ver que hacen los otros y copiarlo -si ya está probado ¿para qué innovar?-  pero más barato para chupar la clientela.

     “Valorar toda su producción con un enfoque analítico y pegado a la realidad”.  Pegado a la realidad significa generar dinero.  Lo único real y trascendente  es el mercado, hacer un producto que  venda, que atraiga a las masas.  El comprador (el cliente) siempre tiene la razón y hay que darle, exclusivamente, lo que consume. ¿Quién es el artista para opinar que lo que quiere el cliente es una porquería?  El artista no tiene ni voz ni voto en la obra, solo produce lo que se vende.  Fin de la cuestión.





     Y como para ratificar que la estúpida soy yo, que yo me indigno con esto, compruebo que hay artistas que hacen exactamente eso (artistas de renombre en Baires, que en programas de Canal a muestran sus talleres, y exponen dónde y cuándo quieren en  espacios  a los que a mi ni por la puerta me dejan pasar).  No emito opinión, solo me rindo a la evidencia del arte a gusto del consumidor: http://www.cynthiacohen.com.ar/creatuobra






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