Me llega por mail una gacetilla que
anuncia:
“Promoción del Artista en el Mercado del Arte: Curso
online de Visions of Art.
El curso proporcionará herramientas para diseñar la
promoción, distribución y precio de la obra de arte; siempre tomando en cuenta
a los compradores, los coleccionistas privados e institucionales, sus
motivaciones y sus criterios de selección, y por supuesto los canales de
distribución (ferias, galerías, asesores, curadores, etc.) y promoción
(premios, becas, residencias, etc).
El curso incluye casos prácticos reales de galerías
y artistas, y los alumnos realizarán también ejercicios sobre su propia obra:
confección de una tarifa de precios, dibujo de una cartera de obra, confección
de una matriz de posición competitiva y planificación de un ciclo de desarrollo
profesional del artista. Asimismo daremos las claves, desde dentro, para que el
artista entable una relación duradera y mutuamente beneficiosa con las galerías
de arte.
Los destinatarios del curso son artistas jóvenes y también aquellos que ya
hayan comenzado a desarrollar su carrera. Una vez finalizado el curso los
alumnos serán capaces de racionalizar, posicionar y valorar toda su producción
con un enfoque analítico y pegado a la realidad." Visions of Art - Waldemarstr, 37a, Berlin 10999. Alemania. www.visionofart.org
Y aunque ni es la primera ni la más
border que ha llegado a mis manos, el lenguaje business are business
me irrita (otra vez…).
Que el artista “diseñe la promoción, distribución
y precio de la obra de arte; siempre
tomando en cuenta a los compradores, los coleccionistas… sus motivaciones y criterios de selección…” significa:
artista sos un tendero, hacé el
estudio de marketing de estilo, determiná qué quieren comprar y fabricalo. El arte no es una manifestación del espíritu
sino mera mercancía de toma y daca. Me
lo decía el pichón camporista de Aduana cuando traté de enviar mi obra a la
muestra de España: “para Aduana TODO es
mercadería. Nada es arte, nada es
cultural, nada tiene un contenido más allá del económico. Acá, todo
es mercadería común.”
El “dibujo de una cartera de obra” es
armar un buen listín o menú de productos disponibles. Seguramente, mejor artista será el que pueda
ofrecer una misma obra en distintas gamas de colores, ya que el comprador podrá
elegir el color de su sofá y luego optar por el cuadrito que haga juego.
Lo de la “matriz de posición competitiva”
es claro: ver que hacen los otros y copiarlo -si ya está probado ¿para qué innovar?- pero más barato para chupar la clientela.
“Valorar toda su producción con un enfoque
analítico y pegado a la realidad”.
Pegado a la realidad significa
generar dinero. Lo único real y trascendente es el mercado, hacer un producto que venda, que atraiga a las masas. El comprador (el cliente) siempre tiene la razón y hay que darle,
exclusivamente, lo que consume. ¿Quién es el artista para opinar que lo que
quiere el cliente es una porquería? El
artista no tiene ni voz ni voto en la obra, solo produce lo que se vende. Fin de la cuestión.
Y como para ratificar que la estúpida soy
yo, que yo me indigno con esto, compruebo que hay artistas que hacen
exactamente eso (artistas de renombre en
Baires, que en programas de Canal a
muestran sus talleres, y exponen dónde y cuándo quieren en espacios a los que a mi ni por la puerta me dejan pasar). No emito opinión, solo me rindo a la
evidencia del arte a gusto del consumidor: http://www.cynthiacohen.com.ar/creatuobra
No hay comentarios:
Publicar un comentario