miércoles, 16 de abril de 2014


Nobleza obliga, y ayer a última hora los marcos de Portulano y de 1592 estuvieron listos y en casa.




Y si bien me costaron una pequeña fortuna (todo está tan caro, pero al perderse  toda proporción por mor a una inflación que según el gobierno no existe pero que ha vuelto a la yerba -¡la yerba del mate!- un objeto suntuario, ya no sé…) han valido cada dichoso centavo.  Cuando rezongo sobre mi trabajo civil, sobre dedicarle tanto tiempo a una actividad mercenaria que cada vez tiene menos que ver conmigo y clamo a los cielos el ¡¿por qué?!, una buena respuesta sería: Por los marcos.  Es un lujo que me doy:  trabajo por el vil dinero que me permite costearme marcos bonitos que completan el montado  de mis obras.  Uno concibe una idea, la trabaja, se aproxima a la intención, la firma, pero no acaba ahí.  Hay que mostrarla de cierto modo, con determinado espacio, a una particular luz.  El marco permite eso.  El marco, los paspartús, los vidrios, el tamaño del montaje.  Ese entorno determina una manera de mirar que muchas veces es parte de esa idea original, de esa mirada que quiere invitarse a tener al espectador.




  


     El marco no es una mera cuestión decorativa, un “capricho” que el adquirente puede darse para que combine la obra con la decoración de su sala o su escritorio.  El marco puede ser parte de la concepción de la obra.  Al menos lo es para mí.  Por eso, cuando me resigno a achicar portentosamente mis gastos los próximos meses por haber agotado reservas en una varilla dorada y en un excesivo corte de paspartú para igualar dos obras originariamente de distinto tamaño, me detengo a contemplar a estas dos chicas de Cartográfica.  Lucen tan bien juntas, tan igualadamente equilibradas en verdes y dorados tras el resplandor del vidrio (vidrio común, porque el antireflex se come la gracia de la mixtura) que me digo que realmente vale la pena la severa austeridad que sigue en mi cotidianidad de artista que se autofinancia. Vale la pena.






No hay comentarios:

Publicar un comentario