martes, 29 de abril de 2014


Tenemos memoria, tenemos amigos, 

Tenemos los trenes, la risa, los bares, 
Tenemos la duda y la fe, sumo y sigo, 
Tenemos moteles, garitos, altares. 

Tenemos urgencias, amores que matan, 
Tenemos silencio, tabaco, razones, 
Tenemos Venecia, tenemos Manhattan, 
Tenemos cenizas de revoluciones. 

Tenemos zapatos, orgullo, presente, 
Tenemos costumbres, pudores, jadeos, 
Tenemos la boca, tenemos los dientes, 
Saliva, cinismo, locura, deseo. 

Tenemos el sexo y el rock y la droga, 
Los pies en el barrio, y el grito en el cielo, 
Tenemos Quintero, León y Quiroga, 
Y un bisnes pendiente con Pedro Botero. 

Más de cien palabras, más de cien motivos 
Para no cortarse de un tajo las venas, 
Más de cien pupilas donde vernos vivos, 
Más de cien mentiras que valen la pena. 


Joaquín Sabina, Más de Cien Mentiras (fragmento)

 





     Es muy raro que a lo largo del día uno no escuche o saque el tema de la extrema violencia en la que vivimos hoy en la Argentina. Y,  lamentablemente, tampoco es extraño que a lo largo del día uno sea víctima de alguna manifestación violenta.  

     Nunca, que yo recuerde, se vivió tan mal; nunca se convivió tan cerquita de la muerte.  Todo el tiempo estoy (como la mayoría) mirando mi entorno con temor, desconfiando -con miedo real y visceral- de cualquiera que se me acerque, limitando sensiblemente lo que antes considerábamos la "vida normal": llevar a los chicos a la escuela,  tomar un transporte público, sacar la basura a la calle, entrar a casa después de ir al supermercado por lo necesario para la cena.  

     Hasta hace  poco uno se preguntaba escandalizado ¿cómo llegamos a esto?  Hoy uno se pregunta ,descorazonado, ¿cuánto tiempo más seguirá empeorando antes de  empezar a mejorar?  Y cuantas generaciones se perderán en el camino...

     En los próximos años filósofos, semiólogos y antropólogos tendrán material de sobra para analizar y concluir como los discursos políticos, los "relatos", fueron construyendo, estructurando y justificando las conductas violentas que, tal vez y como justicia poética final, acabe por destruirlos a ellos mismos.  Pero en el medio, nosotros, los ciudadanos comunes.  Las víctimas de la violencia y, a la vez, el sostén económico de eso mismo que nos destruye, porque ¿acaso no es con nuestros impuestos con los que los políticos edifican las fastuosas fortunas que le permiten acceder al poder para luego destrozar el concepto  de Nación creando antagonismos feroces entre el pueblo que sólo benefician a su ambición? Porque "pueblo" somos todos, de arriba, de abajo y los del medio también. Y mientras que las clases altas tienen astutos contadores para evitarlos y las clases bajas no tienen con qué, los del medio pagamos y pagamos impuestos con los que alimentamos generosa e ingenuamente a nuestros asesinos para que fabriquen a esas otras víctimas que son en definitiva los que nos matan. 

 
 

Tenemos proyectos que se marchitaron,
Crímenes perfectos que no cometimos,
Retratos de novias que nos olvidaron,
Y un alma en oferta que nunca vendimos.

Tenemos poetas, colgados, canallas,
Quijotes y Sanchos, Babel y Sodoma,
Abuelos que siempre ganaban batallas,
Caminos que nunca llevaban a Roma. 

Joaquín Sabina, Más de Cien Mentiras (fragmento)



 

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