miércoles, 23 de abril de 2014


Perplejidades,  business y cuentos chinos (o de como mi humor se empeora cuando se acerca ARTEBA)
 
 
 


     Hace unos meses, en una comida, escuché el relato: gente de la Unión Industrial de una pequeña ciudad del sur bonaerense invitada a una cena al taller de un artista en Barracas.  Yo estaba algo bebida y no presté mayor atención que la de la escucha cortes.  En aquella mesa la única persona vinculada al arte era yo, el resto está más interesada en los negocios en general y en gastar el dinero adquirido en placeres propios de las clases medias altas: autos, buenos colegios, algún viaje, una cartera de marca y modelo fácilmente reconocible para usar de blasón.  Hasta dónde sé, ninguna de las personas de esa mesa tiene obras originales colgadas en las paredes de su casa.  Una foto familiar, un postercito de flores de un negocio de decoración fashion, y nada más.  Recuerdo que el relato –asombrado por el despliegue incongruente  con los invitados- incluía una pareja bailando tango bajando por unas escaleras, unas pinturas enormes colgadas del techo y unos pintorescos caballos de madera que habían hecho furor y fortuna en Estados Unidos porque habían vendido (o regalado) uno a Madonna.  Ahí quedó la anécdota, creo haber dicho entre copa y copa que yo no la iba a invitar a cenar a mi taller primero porque no hay lugar ni para caminar y segundo porque no bailo el tango.


 

 

     Pasó el tiempo, olvidé la cuestión hasta hace unos días cuando surge en mi blog de cabecera (www.loveartnotpeople.org) una cerrada pelea sobre y con un artista de Barracas (Cuttica), a quién reconocí en los avatares de la disputa blogera como el artista a cuyo taller había acudido aquella vez mi compañera de cena.

     Y si la controversia en el blog me parecía, por decir algo, “pintoresca”, al vincularla con la realidad real que yo conocía, me resultó TODA UNA FARSA. 

     Con qué facilidad algunos artistas hablan de “empresarios” y “familias de alcurnia” cuando en realidad se trata de gente más o menos normal  que nunca gastaría las sumas que se mencionan en comprar ¡un cuadro!  Los conozco: pagan por un auto BMW o por una cartera (usada) de Louis Vuitton, porque son bienes negociables, reconocibles y exhibibles.  Un cuadro de un pintor que, a lo sumo, reconoce un minúsculo grupito de conocedores, JAMAS

      Los “empresarios” van a cenas gratis porque son “empresarios” que –pre-ci-sa-men-te- no gastan una moneda en algo si lo pueden garronear (via subsidios y franquicias del Estado, préstamos bancarios eternamente refinanciables, deudas con ANSES y AFIP que entran en moratorias y blanqueos, negreando al personal sin presión del sindicato mantenido bajo sobre, y variables de tal estilo).  Cuando leo las presuntas sumas millonarias que habrían pagado las pinturas adquiridas en el último  ArteBA (20, 30, ¡40! pinturas de este artista en particular, que al parecer, inmediatamente fue “estafado” por su galerista ¡¡!!) pido, con honestidad y paciencia: por favor, no me tomen por estúpida
 

 
 

     ¿Alguien cree todo esto?  Supongo que sí.  Los mitos surgen porque alguien los cuenta pero alguien más los escucha y otro más lo repite con convicción para las masas.  El verso del artista ingenuo y bien intencionado que es “engañado” por el malvado galerista (en este caso, por una mujer “con esposo millonario”, como si tal detalle tuviera que ver), obligado a firmar un contrato abusivo, que por negarse a firmarlo en un rapto de “lucidez” pierde las ventas… 

     A ver: si el galerista (y el artista) es serio, cualquier contrato –pautas de trabajo en común- se firma antes.  Más si te llevan a ArteBA.  Más si sos un artista de más de 60 años que se supone alguna experiencia tenés en estas lides.  Después, nadie obliga a nadie, se negocia.  Y si es un negocio común (el galerista sin el artista, ¿qué va a vender?) siempre se llega a puntos intermedios de beneficios comunes.  El espacio en ArteBA se paga (carísimo).  Si no lo paga el artista lo paga el galerista a guisa de inversión que espera recuperar con las obras que venda.  Es legal pero, por sobretodo, ES CLARO.  

     Ahora, argumentar un engaño posterior habiendo vendido un número disparatado de obras gigantescas en ArteBA, aduciendo que la galerista quiso que firmaras un contrato leonino tras la feria y tras las ventas y que por negar la firma las ventas se echaron para atrás…  cuento chino para críos de jardín de infantes.  De haber sido ventas reales se hubieran concretado: si el galerista estorba un comprador  “real” llega al artista, si no existía contrato no existía exclusividad y el artista puede vender directamente.  A otro perro con ese hueso.
 



     Todo esto me lleva a corroborar una conclusión a la que ya había llegado por otros caminitos a lo largo de los años.  Los “artistas de moda” llevados por las grandes galerías  a la mega feria de Baires no sólo no son artistas “auténticos” (con experiencia, trayectoria y con el conocimiento del mercado que te da una vida dedicada al arte), sino personas con oficio (o talento, no voy a excluir esa chance) fácilmente manipulables por necesidad, inexperiencia o falta de escrúpulos,  y que se “inflan” debidamente vía publicidad y marketing para simular ventas millonarias que NO EXISTEN pero que resultan muy prácticas a la hora de lavar dinero mal habido.  El artista recibe monedas (obvio, la obra no vale nada, no tiene ni trayectoria ni vuelo ni proyección posible) e inventa la historia del engaño del malvado galerista como victimizante justificación.  La galería invirtió sobre seguro alquilando los stands de ArteBA porque ya tienen los “clientes” para el blanqueo -los "empresarios"-,  y sabiendo que esas “obras” que serán el medio propiciatorio van a terminar quemadas o tiradas en un galpón para tapar los autos adquiridos con franquicias de discapacitados - ya que cierto pudor muy en el fondo tienen- prefieren usar obra mala y prescindible y escogen de entre el multitudinario espectro de desesperados y hambrientos artistas mediocres egresados de la cantera infame de la Pueyrredon a los más propenso a creer en cuentos de hadas.

 
 

     ¿Alguien puede sorprenderse de esto?  ¿Cuándo el presidente de la Fundación ArteBA es el mismo señor que plagia un sitio de reventa de usados, robados y falsificados (De Remate.com) para luego “hacer el gran negocio” vendiendo la punto com a quien le sustrajo la idea?  MENTIRAS, MENTIRAS Y MAS MENTIRAS.  Uno no puede hacer mucho en contra de esto (sólo mala sangre), pero al menos PODEMOS, DIGNAMENTE, NEGARLES NUESTRA CREDULIDAD. Y, ciertamente, nuestro respeto.




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