Perplejidades,
business y cuentos chinos (o de como mi
humor se empeora cuando se acerca ARTEBA)
Hace unos meses, en una comida, escuché
el relato: gente de la Unión Industrial de una pequeña ciudad del sur
bonaerense invitada a una cena al taller de un artista en Barracas. Yo estaba algo bebida y no presté mayor
atención que la de la escucha cortes. En
aquella mesa la única persona vinculada al arte era yo, el resto está más
interesada en los negocios en general y en gastar el dinero adquirido en
placeres propios de las clases medias altas: autos, buenos colegios, algún
viaje, una cartera de marca y modelo fácilmente reconocible para usar de
blasón. Hasta dónde sé, ninguna de las
personas de esa mesa tiene obras originales colgadas en las paredes de su
casa. Una foto familiar, un postercito
de flores de un negocio de decoración fashion, y nada más. Recuerdo que el relato –asombrado por el
despliegue incongruente con los invitados- incluía una pareja bailando
tango bajando por unas escaleras, unas pinturas enormes colgadas del techo y
unos pintorescos caballos de madera que habían hecho furor y fortuna en Estados
Unidos porque habían vendido (o regalado) uno a Madonna. Ahí quedó la anécdota, creo haber dicho entre
copa y copa que yo no la iba a invitar a cenar a mi taller primero porque no
hay lugar ni para caminar y segundo porque no bailo el tango.
Pasó el tiempo, olvidé la cuestión hasta
hace unos días cuando surge en mi blog de cabecera (www.loveartnotpeople.org)
una cerrada pelea sobre y con un artista de Barracas (Cuttica), a quién reconocí
en los avatares de la disputa blogera como el artista a cuyo taller había
acudido aquella vez mi compañera de cena.
Y
si la controversia en el blog me parecía, por decir algo, “pintoresca”, al
vincularla con la realidad real que yo conocía, me resultó TODA UNA FARSA.
Con qué facilidad algunos artistas hablan
de “empresarios” y “familias de alcurnia” cuando en realidad se trata de gente
más o menos normal que nunca gastaría las sumas que se mencionan
en comprar ¡un cuadro! Los conozco:
pagan por un auto BMW o por una cartera (usada) de Louis Vuitton, porque son bienes
negociables, reconocibles y exhibibles.
Un cuadro de un pintor que, a lo sumo, reconoce un minúsculo grupito de
conocedores, JAMAS.
Los “empresarios” van a cenas gratis porque son “empresarios” que –pre-ci-sa-men-te- no gastan una moneda en algo si lo pueden garronear (via subsidios y franquicias del Estado, préstamos bancarios eternamente refinanciables, deudas con ANSES y AFIP que entran en moratorias y blanqueos, negreando al personal sin presión del sindicato mantenido bajo sobre, y variables de tal estilo). Cuando leo las presuntas sumas millonarias que habrían pagado las pinturas adquiridas en el último ArteBA (20, 30, ¡40! pinturas de este artista en particular, que al parecer, inmediatamente fue “estafado” por su galerista ¡¡!!) pido, con honestidad y paciencia: por favor, no me tomen por estúpida…
Los “empresarios” van a cenas gratis porque son “empresarios” que –pre-ci-sa-men-te- no gastan una moneda en algo si lo pueden garronear (via subsidios y franquicias del Estado, préstamos bancarios eternamente refinanciables, deudas con ANSES y AFIP que entran en moratorias y blanqueos, negreando al personal sin presión del sindicato mantenido bajo sobre, y variables de tal estilo). Cuando leo las presuntas sumas millonarias que habrían pagado las pinturas adquiridas en el último ArteBA (20, 30, ¡40! pinturas de este artista en particular, que al parecer, inmediatamente fue “estafado” por su galerista ¡¡!!) pido, con honestidad y paciencia: por favor, no me tomen por estúpida…
¿Alguien cree todo esto? Supongo que sí. Los mitos surgen porque alguien los cuenta
pero alguien más los escucha y otro más lo repite con convicción para las masas. El verso del artista ingenuo y bien intencionado
que es “engañado” por el malvado
galerista (en este caso, por una mujer “con esposo millonario”, como si tal
detalle tuviera que ver), obligado a firmar un contrato abusivo, que por
negarse a firmarlo en un rapto de “lucidez”
pierde las ventas…
A ver: si el galerista (y el artista) es serio, cualquier contrato –pautas de trabajo en común- se firma antes. Más si te llevan a ArteBA. Más si sos un artista de más de 60 años que se supone alguna experiencia tenés en estas lides. Después, nadie obliga a nadie, se negocia. Y si es un negocio común (el galerista sin el artista, ¿qué va a vender?) siempre se llega a puntos intermedios de beneficios comunes. El espacio en ArteBA se paga (carísimo). Si no lo paga el artista lo paga el galerista a guisa de inversión que espera recuperar con las obras que venda. Es legal pero, por sobretodo, ES CLARO.
Ahora, argumentar un engaño posterior habiendo vendido un número disparatado de obras gigantescas en ArteBA, aduciendo que la galerista quiso que firmaras un contrato leonino tras la feria y tras las ventas y que por negar la firma las ventas se echaron para atrás… cuento chino para críos de jardín de infantes. De haber sido ventas reales se hubieran concretado: si el galerista estorba un comprador “real” llega al artista, si no existía contrato no existía exclusividad y el artista puede vender directamente. A otro perro con ese hueso.
A ver: si el galerista (y el artista) es serio, cualquier contrato –pautas de trabajo en común- se firma antes. Más si te llevan a ArteBA. Más si sos un artista de más de 60 años que se supone alguna experiencia tenés en estas lides. Después, nadie obliga a nadie, se negocia. Y si es un negocio común (el galerista sin el artista, ¿qué va a vender?) siempre se llega a puntos intermedios de beneficios comunes. El espacio en ArteBA se paga (carísimo). Si no lo paga el artista lo paga el galerista a guisa de inversión que espera recuperar con las obras que venda. Es legal pero, por sobretodo, ES CLARO.
Ahora, argumentar un engaño posterior habiendo vendido un número disparatado de obras gigantescas en ArteBA, aduciendo que la galerista quiso que firmaras un contrato leonino tras la feria y tras las ventas y que por negar la firma las ventas se echaron para atrás… cuento chino para críos de jardín de infantes. De haber sido ventas reales se hubieran concretado: si el galerista estorba un comprador “real” llega al artista, si no existía contrato no existía exclusividad y el artista puede vender directamente. A otro perro con ese hueso.
Todo esto me lleva a corroborar una
conclusión a la que ya había llegado por otros caminitos a lo largo de los años. Los “artistas
de moda” llevados por las grandes galerías a la mega feria de Baires no sólo no son artistas “auténticos” (con
experiencia, trayectoria y con el conocimiento del mercado que te da una vida
dedicada al arte), sino personas con oficio (o talento, no voy a excluir esa
chance) fácilmente manipulables por necesidad, inexperiencia o falta de escrúpulos,
y que se “inflan” debidamente vía
publicidad y marketing para simular ventas millonarias que NO EXISTEN pero que resultan muy prácticas a la hora de lavar
dinero mal habido. El artista recibe
monedas (obvio, la obra no vale nada, no tiene ni trayectoria ni vuelo ni
proyección posible) e inventa la historia del engaño del malvado galerista como
victimizante justificación. La galería invirtió
sobre seguro alquilando los stands de ArteBA
porque ya tienen los “clientes” para el blanqueo -los "empresarios"-, y sabiendo que esas “obras” que serán el medio
propiciatorio van a terminar quemadas o tiradas en un galpón para tapar los
autos adquiridos con franquicias de discapacitados - ya que cierto pudor muy en
el fondo tienen- prefieren usar obra mala y prescindible y escogen de entre el
multitudinario espectro de desesperados y hambrientos artistas mediocres
egresados de la cantera infame de la Pueyrredon a los más propenso a creer en
cuentos de hadas.
¿Alguien puede sorprenderse de esto? ¿Cuándo el presidente de la Fundación ArteBA es el mismo señor que
plagia un sitio de reventa de usados, robados y falsificados (De Remate.com)
para luego “hacer el gran negocio”
vendiendo la punto com a quien le sustrajo la idea? MENTIRAS,
MENTIRAS Y MAS MENTIRAS. Uno no
puede hacer mucho en contra de esto (sólo mala sangre), pero al menos PODEMOS, DIGNAMENTE, NEGARLES NUESTRA
CREDULIDAD. Y, ciertamente, nuestro respeto.
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