Ayer me di la placentera licencia de ir a El Ateneo
Grand Splendid, la librería más bonita de Buenos Aires. Si bien los
precios no son convenientes (sobre las de Calle
Corrientes, sabiendo buscar, se consiguen precios diametralmente más
convenientes), vale la pena de vez en cuando permitirse revolver por sus pasillos circulares bajo los amables frescos del techo abovedado.
Si bien me abstuve de sucumbir a dos joyas
deslumbrantes por ser demasiado caras para mí presupuesto (el Diario
de Mircea Eliade y Borges
por Sara Facio, un librito precioso, muy bien impreso, con fotos
soberbias y fragmentos borgianos escogidos con exactitud, que ya me lo voy a comprar), encontré muy barato el Tratado
de Pintura de Leonardo Da Vinci,
Agebe Buenos Aires 2004 (a sesenta y cinco pesos lo que –a como están las
cosas por acá en la realidad real- es
algo así como cinco dólares).
Y como si
fuera lógico que justo ayer (que subí a este blog un par de artículos sobre la
crítica) me encuentre en el Tratado… con la Regla 15: “Del propio dictamen.
No hay cosa que engañe tanto como nuestro propio dictamen al juzgar de
una obra maestra; y en este caso más aprovechan las críticas de los enemigos,
que las alabanzas de los amigos; porque éstos como son lo mismo que
nosotros, nos pueden alucinar tanto como
nuestro propio dictamen.” (pág. 29)
En la Regla 19 agrega: “El Pintor debe procurar oír el dictamen de cada uno. Nunca debe el Pintor desdeñarse de escuchar
el parecer de cualquiera, mientras dibuja o pinta; porque es evidente que el
hombre, aunque no sea Pintor, tiene noticia de las formas del hombre, y conoce
cuando es jorobado, si tiene la pierna demasiado gruesa, o muy grande la mano,
si es cojo, o tiene cualquier otro defecto personal: y pues que el hombre puede
por sí juzgar de las obras de la naturaleza, ¡cuánto más bien podrá juzgar de
nuestros errores!” (pág. 31)
Venía
fascinada masticando las diversas Reglas,
coincidiendo con lo que a primera vista uno diría puro sentido común, sintiendo
que si en mi quehacer cotidiano compartía criterios con semejante Maestro (¡Leonardo!) no debería
estar haciendo las cosas tan mal.
Entonces
llegué a la Regla 64 “Cómo se
dibujarán las mujeres. Las mujeres se representarán siempre con actitudes vergonzosas, juntas las
piernas, recogidos los brazos, la cabeza baja y vuelta hacia un lado.” (pág.48) Y ahí comprendí que yo vengo haciendo las cosas MUY MAL.
Dice Leonardo: “...juntas las piernas...”
“...recogidos los brazos...”
“...la cabeza baja...”
Lo de “...siempre con actitudes
vergonzosas...” creo que sí lo cumplo a rajatabla (según como se mire).
excelentes tus obras y muy divertido tu escrito.
ResponderEliminarAbrazo
Teresa Rojas
www.mostorojasarte.com